Inicio «Esa reforma migratoria nomás nos trae de cabeza»

«Esa reforma migratoria nomás nos trae de cabeza»

«No, no me dejen, les voy a arreglar sus papeles, no sean ingratos», dice Laura, la italiana dueña de dos restaurantes de comida rápida vegetariana, cada vez que Jorge o Martha le informan que regresarán a México.

«Así nos trae», confirma Martha. «Y así, de creidotes y de pendejotes nomás nos trae».

«Y la verdad ya nos agarró la medida y de sus idiotas. Así, así como los gringos y su famosa reforma», agrega enojada.

Mientras tanto, en Washington, dicen que ahora sí, que este martes volverán a votar para ver si pasa a debate la reforma migratoria comprensiva y se vota en el pleno de la Cámara, la cual requiere de 60 votos a favor.

Martha llegó hace cuatro años a Nueva York. Vive con su primo Jorge, su hermana y tres costarricenses.

«Jorge me prestó el dinero para venir y me consiguió el trabajo con la italiana. No tengo problemas con ella, porque a media lengua habla español. Primero fui mesera, cuando la italiana empezaba con su negocio. Y hace dos años me cambió de posición, ahora sólo limpio las mesas.

«La Laura, no es nada, pero nadita pendeja, ya abrió otro restaurante. Para allá se llevó a Jorge. A él le toca todo lo de preparar condimentos para crepas y vinagretas y aderezos y todo lo que tiene que ver con preparativos de comida. Y la verdad ella es pesadita.

«Y no se diga sus hermanos. Nomás nos quieren ver todo el tiempo trabajando. Antes nos daban de comer. Pero eso se acabó cuando entró la nueva manager, quien también quitó lo de compartirnos las propinas. Ahora todo se los llevan las meseras que están por medio tiempo y que sí hablan el inglés.

«A la italiana no le importó que ahora y desde antes de empezar me aprendiera el pinche menú de memoria. Ni que fuera a la escuela a aprender lo necesario para tomar las órdenes en inglés. Como te digo, la italiana no es nada mensa. No tiene a nadie en el seguro médico, ni nada. Todo lo hace por medio de trabajo por horas para no crear compromisos con nada. Todo es de palabra.

«Me paga seis dólares la hora. Me recortó las horas y ahora sólo son cuatro. Pero, como te digo, sabe que uno necesita. Me dice que regrese a las ocho de la noche para hacer el aseo y lavar los trastes.

«Por hacer eso me da 15 dólares. No tengo día de descanso. Lo bueno es que me conseguí otro trabajo por la tarde y no me pagan mucho, cinco la hora, pero no es muy matado. Sólo pico lechuga para ensaladas con los del restaurante de enfrente».

LA «BENDITA REFORMA»

Martha continua: «tengo una hija, allá en México, en Puebla. Ella nació aquí, en Chicago. Me metí con un gringo que dijo se casaría conmigo. No se casó y después, como quería quitarme a mi hija, mejor se la llevé a mi mamá. Ya tiene cinco años y tengo cuatro de no verla. Bueno, pero si este año no se hace lo de la bendita reforma, me regreso. Estoy juntando unos dolaritos y voy a poner un negocio con mi hermana.

«Pero déjame que te cuente. El Jorge, ese sí que es un cabrón, tiene sus hijas y su esposa, ella es mi prima. Ese ya tiene siete años aquí. Y cada noviembre le dice a mi prima, a la pobre, que irá para allá en diciembre. Y nomás nada. Sus hijas ya están grandes y ella, al igual que las muchachas, sufre mucho.

«A este, ya le gusto la buena vida. Nomás vieras. Los viernes se va a bailar. Y no le puede decir uno algo, porque luego luego se enoja.

«Allá, en el pueblo, a mi prima le dicen ?la dejada? y bueno, no sólo a ella. Hay muchas. A unas como mi prima les siguen mandando su dinero, pero a otras no. Nomás ya no. Pero lo bueno es que les hablan francamente. Y eso es lo que quisiera hiciera Jorge con mi prima. La María está joven todavía y puede rehacer su vida.

«Porque bueno, allá en el pueblo todo se sabe y esperar a un hombre siete años, al esposo siete años? la verdad que mi prima la María es una ?santa?.

«Yo ando con un costarricense, pero si no se hace lo de la reforma, me regreso a mi pueblo. Extraño mucho a mi hija, que no me conoce. Y ve a mi mamá como a su verdadera madre.

«Total, si quieren que paguemos, pues les pagamos. Que nos lo dejen en abonos. Esa reforma nomás nos trae de cabeza. Todos los días checando. Y pues, como todos los políticos son iguales, como no son ellos los que sufren, tal parece que los republicanos ?no tienen corazón?.

«A ver quién les va a servir de comer, lavar su ropa, planchar, limpiar sus baños, construir sus casas, trabajar en sus fábricas. Eso no lo ven. Aquí, hay muchas niñas y niños que sacan buenas calificaciones.

«Son los mejores de la escuela y no pueden continuar sus estudios. Ellos, pero sobre todo las muchachas no tienen alternativas para ser algo en la vida. Yo veo cómo sus papás se esfuerzan. Y mira. Nomás por un cochino y mugroso seguro social no pueden entrar a la universidad.

«En fin. Esperemos en Dios a ver qué pasa, que Dios les llene sus corazones de bondad».

07/LPB/GG/CV

Este Web utiliza cookies propias y de terceros para ofrecerle una mejor experiencia y servicio. Al navegar o utilizar nuestros servicios el usuario acepta el uso que hacemos de las cookies. Sin embargo, el usuario tiene la opción de impedir la generación de cookies y la eliminación de las mismas mediante la selección de la correspondiente opción en su Navegador. En caso de bloquear el uso de cookies en su navegador es posible que algunos servicios o funcionalidades de la página Web no estén disponibles. Acepto Leer más

-
00:00
00:00
Update Required Flash plugin
-
00:00
00:00
Ir al contenido