En 2005, al menos 6.3 millones de refugiados en el mundo fueron mujeres y niñas que enfrentan problemas particulares durante la huida, en los albergues transitorios y en los asentamientos permanentes, sostiene el informe sobre el Estado Mundial de Población 2006, Hacia la Esperanza, Las Mujeres y la Migración Internacional.
Aún cuando la migración forzada implica riesgos para quien quiera que lo intente, las mujeres y las niñas enfrentan numerosos peligros y obstáculos a lo largo de toda su experiencia como refugiadas, ya que a menudo soportan una parte excesiva de las responsabilidades y las cargas.
En el informe elaborado por el Fondo de Población de Naciones Unidas (UNFPA, por sus siglas en inglés), se indica que cuando estallan conflictos armados, son en gran medida ellas quienes absorben la carga de atender a los niños, ancianos y discapacitados, además las milicias armadas suelen hacerlas victimas de violaciones sexuales.
Por ello, en numerosas ocasiones las mujeres se ven obligadas a soportar embarazos no deseados, infecciones de transmisión sexual, VIH así como lesiones y enfermedades en el aparato sexual reproductivo, se estima que un 25 por ciento de las mujeres refugiadas en edad reproductiva, están embarazadas.
Pese a que las mujeres refugiadas en campamentos suelen tener acceso a servicios de salud sexual y reproductiva los desplazamientos perjudican la salud y los derechos reproductivos de las mujeres, ya que si no se tiene acceso a ellos, las complicaciones del parto y el embrazo pueden causar mortalidad materna e infantil, entre otros resultados perjudiciales, enfatiza el documento.
De igual manera indica que las relaciones sexuales sin protección son comunes en los campamentos de refugiados, hecho que conlleva un alto número de embarazos adolescentes, ejemplo de ello es la zona de guerra ubicada en el Sudán, en la que se comprobó que las posibilidades de que las niñas mueran a raíz del embarazo y el parto son mayores, que las probabilidades de que completen la educación primaria.
El informe sobre el Estado Mundial de Población 2006, ampara que la huida y el desplazamiento pueden acrecentar las tasas de transmisión de Infecciones de Transmisión Sexual (ITS) y de prevalencia del VIH.
Otra de las realidades de los campamentos de refugiados es la violencia de género puesto que las mujeres y las niñas corren altos riesgos cuando salen del perímetro de éstos, para recoger leña y agua -entre otros recursos escasos-. Al respecto mujeres residentes de campamentos manifestaron que es muy frecuente el trueque de relaciones sexuales a cambio de pescado, un alimento básico muy buscado.
Las niñas y adolescentes son las que corren mayores riesgos, ya que es frecuente que grupos armados merodeen en torno a los campamentos en busca de ellas, para reclutarlas como esclavas sexuales, cocineras y lavanderas.
Sin embargo, las mujeres no sólo son violentadas fuera sino también dentro de los campamentos, ya que las tasas de violencia doméstica son muy altas, según indica el informe en 2001, en seis campamentos de Guinea, el número de casos de este tipo de violencia denunciados fue cinco veces mayor al de casos de violación.
Pese a lo referido en la actualidad las mujeres constituyen una proporción menor de los solicitantes de asilo, debido a que con frecuencia se hace caso omiso de las denuncias de persecución por motivos de género, ello porque las delegaciones de los países-integradas exclusivamente por hombres- no consideran que la persecución pueda basarse en cuestiones de género.
06/GT/LR
