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Explotación sexual comercial infantil, 3ª causa de ingresos mundiales

Por Redaccion

La explotación sexual comercial infantil (ESI) es un problema grave, pero no nuevo y «se estima que es la tercera causa de ingresos a nivel mundial, después del tráfico de drogas y de armas», señaló Sofía Román Montes, la integrante de la Red por los Derechos Sexuales y Reproductivos, durante el Foro Violencia sexual infantil, celebrado recientemente en la Escuela Nacional de Trabajo Social (ENTS) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

Es la llamada esclavitud del siglo XXI y consiste en el abuso de niñas y niños, que representa ventajas financieras para uno o varias de las partes que intervienen en esa actividad, señaló la especialista, de acuerdo con un comunicado de la UNAM.

También existen varias modalidades.

Una de ellas es la prostitución infantil o el acto de ofrecer los servicios de un menor de edad para realizar actos sexuales, por dinero u otras consideraciones, con esa u otras personas.

En tanto, la pornografía infantil es la representación de materiales de menores de edad realizando actos sexuales reales o simulados para la gratificación de los usuarios. Se estima que en el mundo existen alrededor de 36 mil sitios Web al respecto, señaló la especialista.

ESI, ASUNTO DE INTERÉS PÚBLICO

Hasta ahora, afirmó por su parte María del Carmen Sánchez Ruiz, especialista de la Universidad Pedagógica Nacional (UPN), el abuso sexual infantil no se ha abordado como un asunto de interés público, y se ha dejado al ámbito privado. Hay poca exteriorización del problema por parte de familiares y víctimas.

Ello, a pesar de que en más del 60 por ciento de las familias se vive algún tipo de violencia, en la mayoría de los casos, maltrato físico o emocional y abuso sexual, donde los menores de edad son los principales perjudicados, agregó.

El abuso sexual infantil, explicó, es la relación entre un menor de edad y un adulto para lograr una gratificación, utilizando para sus fines la persuasión, la autoridad moral o la fuerza física.

En el Foro, Sánchez Ruiz refirió que ese delito tiene tres niveles.

El primero, consiste en proposiciones de actividades sexuales a niñas o niños por parte de una persona mayor. Pueden ser, por ejemplo, exhibicionismo o exposición de imágenes pornográficas.

El segundo, se refiere a tocamientos, con o sin reciprocidad y sucede, pero no deja huellas. Lo padecen, generalmente, niñas y niños en edad preescolar por parte de un pariente cercano o alguien relacionado con sus actividades extra familiares. El adulto argumenta que es una «manifestación de cariño» y un «secreto», abuso que puede durar años, considerado un delito menor.

El tercer aspecto es la penetración o violación a nivel vaginal, anal o por sexo oral, añadió Sánchez Ruiz.

A pesar de la gravedad del problema, expuso, no existen datos confiables del abuso sexual y del maltrato infantil. Se estima que en el primer nivel lo padecen las mujeres en más del 80 por ciento de los casos, y en los otros dos, por lo menos el 30 por ciento de las personas de uno y otro sexo.

MITOS

La doctora en educación, investigadora y psicoterapeuta, explicó que existen mitos alrededor del ESI, como la creencia de que es poco frecuente o excepcional. «Las denuncias sólo muestran la punta del iceberg y en el anonimato se queda el resto de los casos».

Asimismo, se piensa que este problema es consecuencia de la maldad humana, de que el abusador «tiene al demonio adentro» o que está «loco». En realidad, existen múltiples causas para que un agresor sexual incurra en esas conductas, entre ellas, factores culturales o antecedentes de abuso.

Otro mito es asumir que los violadores están estimulados, porque un buen número de estos casos se registra cuando la persona está sobria, o bien, decir que es un asunto relacionado con la pobreza, pero en las clases medias o altas también se presenta, pero se esconde aún más.

Otra de las creencias es que las y los niños fantasean o inventan cuando han sido abusados, o que «seducen» a los adultos. «Se cree que las mujeres, sobre todo y sin importar la edad, desde pequeñas pueden ser provocativas».

La académica aclaró que, además, los hombres no abusan porque tengan una «sexualidad incontrolable», sino que cada persona se conduce de acuerdo con su propia ética, y señaló que los agresores pueden ser de cualquier sexo, aunque se ha minimizado o negado la existencia de agresoras.

Los efectos a largo plazo del ESI son: depresión y ansiedad, trastornos en la alimentación y en el sueño, sentimientos de vergüenza y culpa, incapacidad para relacionarse, ira reprimida y hostilidad, falta de autoestima y disfunciones sexuales, detalló.

En tanto, dijo, las consecuencias fisiológicas pueden devenir en cáncer, enfermedades pulmonares crónicas, síndrome de colon irritable, problemas de salud reproductiva y enfermedades hepáticas.

08/GG/CV

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