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Hilda Anderson: lideresa sindical y madre de familia

Después de ser diputada, senadora y asambleísta, lo que más se le dificultó a Hilda Anderson, secretaria de Acción Femenil de la Confederación de Trabajadores de México (CTM) fue lograr una relación de pareja con un hombre auto-realizado, que no necesitara de una mujer para sobresalir o ser reconocido.

Ya casi resignada a dedicarse solo de tiempo completo a su trabajo en el ámbito político y sindical, por casualidad halló a una persona con la que se casó sin alejarse de una de sus grandes pasiones: la política, «me dejó ser diputada y hasta me ayudaba en mi campaña», recuerda gustosa Hilda Anderson.

— ¿Cómo combinó su vida privada con la militancia sindical y política?

— Lo que más trabajo me costó fue encontrar esposo, porque ya había sido diputada una o dos veces, pero por fortuna encontré a un hombre auto-realizado.

«Una vez fui a una fiesta con una amiga mía, se llama Diana Torres Ariciaga. Nos invitaron a una fiesta de puros profesionistas. Y mi amiga me dijo: ‘vamos, a ver si encontramos novio, pero no vamos a decir que somos diputadas, vamos a decir que somos profesoras; no, mejor no decimos nada’, las dos éramos bastante jóvenes.

«Ya en la fiesta, a las dos nos invitaron a bailar, Diana estaba bailando con un muchacho muy agradable y yo también. Y el joven me pregunto: ¿a qué se dedica usted? Y le respondí que era yo secretaria, pero no le dije que era secretaria de la Cámara de Diputados.

«Ya me estaba invitando a Chapultepec el domingo, pero entonces llega uno que lo conocía a él, y le dice: ‘pero mira nada más con quien estás bailando ¿y no te has desmayado?’ Y el muchacho respondió: ‘pues aquí nada más bailando con Teresita’, porque me cambié el nombre.

«Y el conocido del muchacho, le dijo: ‘cuál Teresita, es la diputada Hilda Anderson’. ‘Me ha engañado usted’, me respondió mi pareja de baile, se disculpó y me dijo que ya no podía seguir bailando conmigo. Entonces ¿ya no me va a invitar a Chapultepec? No, me dijo.

«Pues ya mejor me fui de la fiesta, porque dije, ya me cortaron. A mi compañera no le pasó nada, ella se quedó en la fiesta. Nos habíamos puesto de acuerdo para ocultar que éramos diputadas, porque si no, no se nos acerca nadie».

–¿Y cómo encontró a este hombre auto-realizado?

— Lo encontré por una casualidad, pero antes tuve un novio que se portó mal. También le dio miedo ser el esposo de la diputada.

— ¿Por qué se portó mal, qué hizo?

— No cumplió, como que se alejó. Dije yo: ‘¿ahora de plano qué va a pasar conmigo?’ y concluí que mejor me iba a dedicar a mi trabajo, pero una amiga mía, muy querida, estaba de novia de un sobrino de esta persona.

«Y su novio me decía: ‘estás que ni que para mi tío. Ahora tienes que salir con nosotros, lo tienes que conocer’. A él también ya le habían hablado de mí. El tenía seis hermanas, él era el más chico. Y entonces fui a una fiesta de la familia y conocí a una de sus hermanas y me dijo: ‘usted está que ni que para mi hermano’. Entonces dije yo: ‘ay cómo me ofrecen a este señor’. Yo me imaginaba que era un viejo o algo así, pero no nada, estaba bastante bien.

«Un día fueron por mí Yolanda y Alejandro, y me dijeron: ‘ahora sí vas a conocer a mi tío’ y fuimos a su casa por él y cuando salió, yo veía que se asomaba y le dije: pásese que no estoy tan fea.

«Luego ya empezamos a salir y le conté a mi mamá y le gustó la idea. Y el día que lo conoció le agradó mucho a mi mamá. Luego murió el papá de él y todas sus hermanas decían que nos casáramos porque él estaba muy sólo.

«Su mamá de ellos murió cuando él tenía dos años, cada hermana que se iba casando, la mayor lo iba cuidando, se casaba una y lo cuidaba la que le seguía, o sea que tuvo seis mamás. Y cuando lo conoció mi mamá, ella se encantó con él y cuando murió su papá hasta mi mamá dijo: ‘sí, sí te casa con él, a este muchacho no lo dejamos ir’.

«Y es que nunca he visto una suegra y un yerno que se quisieran tanto como mi mamá y él. Fue un yerno maravilloso con mi mamá, yo creo que como él no tuvo su mamacita, veía a mi mamá así.

«Él hasta me dejó volver a ser diputada, hasta me ayudaba en mi campaña y sus hermanas también, todas.

«Cuando nos casamos, don Fidel Velázquez fue uno de los testigos y también fue testigo don Octavio Sentíes, don Jesús Reyes Heroles y la señora (María Esther Zuno) Echeverría. Fue una boda muy interesante, y entonces don Fidel que era muy bromista, cuando le presenté a mis cuñadas me dijo: ‘compañera Hilda, usted con sus cuñadas ya hace grupo’».

–¿Tuvo hijos doña Hilda?

— No, desgraciadamente no, pero ya tengo dos hijas que mi esposo y yo protegimos.

— ¿Viven con usted?

— Sí claro, una ya se me casó, muy jovencita de 20 años, ya tiene un hijo de dos años, precioso que yo me divierto mucho con él.

— ¿Fue por adopción, en un tiempo en el que no era tan fácil hablar del tema?

— Sí, pero fue porque eran familiares, en realidad no lo hicimos con papeles, era una sobrina de mi mamá y nosotros la acogimos, inclusive con la mamá. Fue un apoyo familiar, pero ellas me reconocen.

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