Inicio Julia Klung, «chicote» imparable del cardenal Rivera

Julia Klung, «chicote» imparable del cardenal Rivera

Por Paulina Rivas Ayala

Violar a una niña o niño es como matarlo. Por eso, estoy como «chicotito» del cardenal Norberto Rivera, afirma Julia Klug Archila, activista mexicana de origen guatemalteco que se ha manifestado contra los jerarcas católicos pederastas y encubridores de pederastas.

No es una lucha fácil, está llena de desazones, amenazas e incomprensión de la sociedad; de ignorancia e injusticia, expresa Julia en entrevista con Cimacnoticias. Vivió en carne propia abusos sexuales, tanto en Guatemala como en México a donde emigró hace 38 años, cuando tenía 17 años de edad.

A raíz de que los medios dieron a conocer que el cardenal Norberto Rivera («Perverto», le llama ella) encubrió al sacerdote Nicolás Aguilar Rivera, acusado de violar a más de 110 niños en México y Estados Unidos, Julia inició una serie de manifestaciones frente a la catedral metropolitana para exigir justicia ante estos hechos.

«Hay que tener dignidad, hay que ser honestos. Yo de niña no podía denunciar, porque era niña, pero si hubiera podido, en ese momento denuncio también», reflexiona lamentando la poca voz y credibilidad que tienen las niñas y los niños en nuestras sociedades.

Para sus actos de protesta, ella se disfraza, se ensotana como papa o como sacerdote, y en sus mantas y carteles aparecen frases así: «¿En manos de qué monstruos depositamos nuestra fe?». «Mi lucha no es contra la religión ni contra Dios –aclara– sino contra el grupo de violadores que están dentro de la Iglesia católica».

De sus protestas derivó un pleito jurídico con el cardenal, debido a que éste y su chofer la atropellaron el 7 de julio de 2007, cuando Julia se les plantó al frente con una imagen de Benito Juárez (el presidente que dictó las Leyes de Reforma, que separaron a la Iglesia del Estado mexicano).

La consecuencia de la agresión fueron lesiones en la columna vertebral que incapacitaron a Julia para seguir trabajando.

Ante este caso, las instituciones de justicia fueron cómplices del cardenal, acusa la activista, y fallaron a su favor, acto que evidenció el poder político del clero en México y la impunidad con que se cometen los crímenes de pederastia.

LA NIÑA QUE FUE

Sus protestas son por los derechos de las niñas y niños de hoy, pero también por lo que Julia vivió en su infancia. La abuela, «por ignorancia y por fe en los dirigentes de la iglesia» permitió que el sacerdote Chemita abusara sexualmente de ella. «No digas nada, porque del padrecito no podemos hablar», era la contestación a las quejas de la niña.

En Guatemala, recuerda Julia, hay un grupo llamado «niñas de blanco» que se preparan en la iglesia para poder cargar a la virgen en las procesiones de Semana Santa. «Con esa ilusión llegué a la iglesia», relata.»Mi abuelita comenzó a acercarme al cura, quien empezó a hablarme de la Biblia y de Adán y Eva. Dos tres días después, me dijo: «¿Te gustaría desvestirte y ponerte como era Eva? Yo era pequeña, no pasó por mi mente que una persona que representaba a la Iglesia pudiera estar haciendo algo que no era correcto…».

«No quiero que nadie más pase por lo mismo» –añade la entrevistada– «por eso salgo a manifestarme, que los niños de México sepan que yo estoy dispuesta a luchar por ellos».

«Cuando vi en los medios que no iban a juzgar a Norberto Rivera por encubridor de pederastas, más me alboroté», dice. «Tenía mucha impotencia desde chiquita porque en Guatemala, como aquí, tampoco puedes hablar (…) Cuando vi lo de estos chicos que violó el sacerdote Nicolás Aguilar me dio impotencia, me dio mucha rabia porque empecé a revivir todo lo que sufrí. Fue cuando empecé a manifestarme con más fuerza»

LA COLA DEL DIABLO

«Lo hago por convicción; siento que es responsabilidad de quienes hemos sido atacados de alguna manera por el clero, por políticos o por el Ejército, estar en la lucha defendiendo a los demás, para que eso no se repita».

«Me han dicho, «ya párale porque le estás jalando la cola al diablo’; es una frase que he escuchado incluso de mis familiares y amigos. Pero yo digo que estoy dispuesta a dar mi vida, no me importa si me mata el cardenal o me mata Calderón, no me interesa, para morir nací».

«Seguiré luchando contra la pederastia y sus encubridores», expresa convencida.

INJUSTICIA ANTE EL PODER CLERICAL

El 7 de julio de 2007, día en que el cardenal Rivera y su chofer la atropellaron con su camioneta, Julia se había enterado de que se querían modificar los artículos 24 y 130 de la Constitución, los cuales se refieren a la libertad de culto religioso y la separación del Estado y la Iglesia.

Desde ese accidente, «ya no puedo trabajar. Soy ‘discapacitada permanente’ porque tengo una placa de 30 centímetros en mi columna (…) con tormillos. Por la edad (53 años) no me dan trabajo», dice Julia.

Inició acción legal contra el cardenal Norberto Rivera; «lo quería demandar por intento de homicidio doloso, pero en el Ministerio Público no quisieron y me dijeron que mejor le pusiera a mi demanda ‘daños y lesiones físicas’ «.

El contrataque del cardenal fue inmediato y Patricia Espinosa, la secretaria de Relaciones Exteriores de entonces, «me quiso quitar la nacionalidad mexicana», acusa Julia. Lo impidió el apoyo de periodistas como Carmen Aristegui, Sanjuana Martínez, Jorge Saldaña e incluso Jacobo Zabludowski, quienes dieron a conocer el caso en los medios, recuerda.

El cardenal Rivera la contrademandó por discriminación y por agresiones ya que, según él, Julia y sus acompañantes habían atacado su camioneta blindada con palos y piedras, «lo cual es absurdo, dice Julia, eso nunca ocurrió». Apoyó su defensa con una serie fotografías tomadas en el momento por un periodista, que evidencian lo obvio: nunca hubo agresión contra la camioneta, como el cardenal aseveró.

En su declaración con fecha 8 de julio, Klug afirma: «Intentamos hablar con el Sr. Norberto Rivera Carrera esperándolo en la parte posterior de la catedral, lo esperamos, nos pusimos frente a su camioneta para dialogar y fuimos envestidos(SIC) por la misma, provocándome lesiones, privándonos también de nuestro derecho a la libertad de expresión».

Aproximadamente cinco meses, Julia recibió una cédula de notificación, anunciándole «el no ejercicio de la acción legal contra Norberto Rivera Carrera». «No me pagó nada. Al contrario, me querían meter a la cárcel, 7 años de cárcel o me sacaban del país. Y yo dije: pues a dónde me van a aventar si yo renuncié a mi nacionalidad para ser mexicana y lo que estoy defendiendo es de justicia».

Señala que a raíz de sus manifestaciones, «el Gobierno Federal le dio más protección (al cardenal), que no debería de darse porque el clero y el gobierno tienen que estar separados». Y añade que «el Estado Mayor me trae bien checada».

Después del 5 de marzo, expresa, la citaron en la Procuraduría de General Justicia para decirle «que si quería que el cardenal le diera alguna compensación, pues que siguiera el pleito con un buen abogado, pero que si no lo tenía, que mejor le parara», recuerda.

Pero no está dispuesta a hacerlo, al contrario: no me voy a detener –dice. «Yo les digo a los padres de familia que les crean a sus hijos, que los protejan, que se manifiesten en contra de estos abusos, en contra de la Iglesia católica cuando cometa los errores que está cometiendo. Para que no abusen de los niños en ningún lugar, hay que educarlos», con el ejemplo, remata.

EPÍLOGO

«20 mil son los curas pedófilos, lo que equivale a 4 por ciento de ellos», afirma el brasileño Claudio Hummes, cardenal prefecto de la Congregación para el Clero del Vaticano» (27 de junio de 2009, según información del sitio www.kaosenlared.net)

«26 por ciento de sacerdotes toca a niños y niñas en sus genitales y un 7 por ciento comete abusos sexuales graves contra esta población». Reporte Complementario a Infancias mexicanas, rostros de la Desigualdad, Informe Alternativo para el Comité de los Derechos del Niño de la Organización de las Naciones Unidas 1999-2004

«De 354 sacerdotes consultados que mantienen relaciones sexuales, se puede inferir un perfil de las preferencias sexuales, entre el que destaca el gusto en un 14 por ciento con niños y el 12 por ciento con niñas». Reporte Complementario a Infancias mexicanas, rostros de la desigualdad Informe Alternativo para el Comité de los
Derechos del Niño de la Organización de las Naciones Unidas 1999-2004

09/PRA/RMR/GG

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