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La crisis y la seguridad de las mujeres

Por Teresa Mollá*

El fin de semana pasado nos encontrábamos en El Periódico de Catalunya el siguiente titular: «El nuevo Gobierno catalán disuelve el programa de Interior contra la violencia machista». Sólo unos días después, pero antes de que acabe la primera quincena del año, ya han perdido la vida dos mujeres y un menor a manos de sendos asesinos machistas, aunque es cierto que ninguno de estos asesinatos se ha producido en Catalunya.

El nuevo responsable de la Consellería d’Interior del Govern que Artur Mas ha conformado (en el que hemos de recordar que sólo ha incluido a tres mujeres) ha tomado esta polémica decisión en los primeros días como titular de este departamento y con ello ha sacado del primer plano de la agenda política la prevención y la protección a las mujeres en general y a las víctimas en particular.

Y ha vuelto a ocurrir. Primero fue la desaparición o disolución del Ministerio de Igualdad del Gobierno del Estado y ahora este nuevo golpe a las políticas activas de protección y prevención del terrorismo machista que se ejerce contra mujeres y niñas.

Al final no es una cuestión de siglas políticas. Es más bien una cuestión de quienes diseñan las políticas, que siguen siendo, bajo cualquiera de las siglas, lo hombres. Y, por lo que parece estos son tema subsidiarios, las políticas de igualdad, las de prevención de muevas muertes y/o agresiones a mujeres y niñas son, en todo caso, temas sociales, que dan pocos votos y que cuestan demasiados euros y por tanto es por esos por los que, al parecer, hay que comenzar a ahorrar.

Y mientras y como decía antes, ya son dos las mujeres muertas junto al hijo de una de ellas. Y esas tres vidas no se pueden valorar en euros.

Sí, es cierto que después lo intentan arreglar con aquello tan típico de «las competencias no desaparecen, sólo cambian de rango» o «vamos a continuar trabajando igual pero desde otro ámbito, que nadie se preocupe», o también «que nadie se preocupe ni se alarme que vamos a dotar de nuevos contenidos los protocolos», bla, bla, bla… Palabrería política que intenta convencer a la ciudadanía que los logros alcanzados hasta ahora nada tienen que envidiar a lo que vamos a poner en marcha. Conozco el tema. Lo he vivido en primera persona y sé de lo que hablo.

Las mujeres víctimas van a perder el grado de protección y prevención del que gozaban a nivel policial, tanto de seguimiento del caso como alarma. También van a perder las personas de referencia que trataban de salir de sus infiernos particulares. La nueva dirección política se va a llenar la boca explicando nuevas medidas que se van a poner en marcha, pero el peregrinaje de las víctimas va a ser, de nuevo y por enésima vez, descorazonador para ellas y sus menores, puesto que no entienden los motivos políticos. Además, estas medidas de laxitud política van a permitir que algunos personajillos llenos de misoginia que andaban agazapados y siendo políticamente correctos resurjan y acribillen todas las medidas puestas en marcha expresamente para la protección y prevención de las mujeres agredidas o asesinadas por sus parejas o ex parejas.

Nadie sale ganando con este tipo de recortes. Nadie. Ni a título particular ni como sociedad, puesto que en el momento que una mujer o una niña sufre algún tipo de malos tratos por su condición de mujer, la sociedad falla.

Hace un tiempo leí que si en algún momento el número de varones muertos a manos de sus parejas femeninas fuera igual (y que conste que no digo ni inferior, ni superior) al de mujeres muertas, seguramente todas las alarmas políticas hubieras sonado y ya se habrían puesto en marcha todo tipo de acciones, programas, planes, leyes, etcétera… para erradicar el problema. Y precisamente ahí está el «quid» de la cuestión: No son hombres quienes son asesinados por sus parejas. «Sólo» somos mujeres las que somos asesinadas. Y en este tipo de cuestiones, las de fondo, son las que dan una idea de cómo andamos en materia de igualdad real entre mujeres y hombres. Y como podemos ver, andamos bastante mal.

Y yo me pregunto ¿por qué no se entra en desmantelar todas las tramas de corrupción y de presuntos cobros indebidos o de pagos no realizados para permitir un ahorro sustancial en todas las administraciones? Quizás de ese modo no habría que eliminar ministerios ni suprimir programas de protección a mujeres y, al mismo tiempo, limpiaríamos de personajes corruptos nuestra sociedad, pero ¿interesan estas medidas políticamente?

¡¡¡Uf!!! Y además tenemos elecciones en sólo cinco meses…

* Corresponsal, España. Periodista de Ontinyent

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