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La danza: reflejo de las emociones

Por el cuerpo del ser humano pasa todo. La vida y la muerte lo habitan y están en él. Es caja de resonancia de las cuerdas más finas del alma –sentimientos, deseos, límites, necesidades– y el vehículo de nuestro estar en esta Tierra.

En este México de hoy, mutilado por la violencia y la impunidad, el arte dancístico nos brinda una mirada que alienta las posibilidades creativas, infinitas, del cuerpo.

En su ejecución de movimientos, la danza ha sido para mujeres y hombres una forma de expresar nuestras emociones más profundas y a través del lenguaje no verbal, de la mano de la música, ofrece al público una y mil maneras de leer la realidad.

Esta es la apuesta del coreógrafo mexicano Óscar Ruvalcaba, director de la obra «Crónica desde mi cuerpo mutilado», originario de Jalisco y ganador del premio de la crítica en el concurso de Creación Coreográfica Contemporánea INBA-UAM 2010-2011.

La premisa fundamental de la obra, que se presenta en la Sala Xavier Villaurrutia, del Centro Cultural del Bosque, al poniente de la Ciudad de México, es que «en la sociedad de hoy la identidad sexual, social o cultural de las personas ya no está determinada por el cuerpo que habitamos y sus especificidades de género o de cualquier otra índole».

El cuerpo actual es entonces «reflejo e imagen de nuestra particular visión e idiosincrasia». De ahí que la identidad actual está definida, construida, por nosotras, por nosotros mismos, como individuos, se dice en el programa de mano.

«Por el impuso de nuestro propio deseo, necesidad o compulsión; como todo lo que nos constituye».

De esta manera, el cuerpo se ha convertido en un campo de pruebas y conejillo de indias del deseo personal y refleja única y exclusivamente a la persona que lo habita.

«Siempre en busca de su inalcanzable imagen de perfección, teniendo garantizado el derecho a alterarlo para conformarlo en la medida exclusiva de su deseo, sea esto desde los parámetros de la ciencia, la estética, el mercado o el antojo».

Sin el propósito de aleccionar al público, con un collage musical realizado por Óscar Ruvalcaba, en «Crónicas desde mi cuerpo mutilado» se hace una invitación a un viaje compartido entre autor, intérpretes y público, para descubrir y construir nuevos conocimientos y significados del cuerpo que vivimos los seres humanos de hoy.

Para el autor de esta propuesta escénica «sin un cuerpo nadie existe», en su constante movimiento y cambio es también misterio y revelación absoluta.

Es una «danza de cámara» ejecutada por dos bailarinas (Isabel Beteta y Yazmín Rodríguez) y cuatro bailarines (Marcos Sánchez, Marco Antonio Barroso, Carlos Hirata y Alejandro Bórquez) en un escenario pequeño que permite establecer una relación más personal e íntima con el público.

La coreografía está montada en cinco secciones, cuatro unipersonales y un dueto, que toma como eje la condición fundamental de dominio privado sobre el cuerpo en la sociedad actual.

Dos de estas secciones giran en torno al cuerpo femenino y las otras tres alrededor del cuerpo masculino.

La puesta escénica tendrá una última presentación el próximo fin de semana en el Centro Cultural del Bosque, uno de los escenarios teatrales más importantes de la Ciudad de México.

* Periodista mexicana, narradora oral, facilitadora de grupos, terapeuta con Enfoque Centrado en la Persona y Gestalt e instructora asociada del Sistema Tao Curativo.

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