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La esencia de la política

Por Marta Guerrero González

Aunque existan escépticos irredentos, miles y miles de personas son verdaderas apasionadas de la política y, en consecuencia, la ejercen de forma cabal y legítima, tanto como una profesión como una manera de entablar un compromiso personal y definido al afrontar sus actos de vida. Es decir, hay políticos y políticas de verdad, y los hay de ocasión.

Hay quienes viven de la política y otros que se pasan la vida entera haciendo política; la ejercen, la practican y la convierten en parte fundamental de su existencia. Hay quienes realmente tienen una militancia partidista, cualesquiera que sean sus siglas y sus ideales, y hay quienes van de un lado a otro según la oferta de ocasión que se presente (de ellos se ocupan la mayoría de las plumas y no voy a hacerlo ahora).

Por supuesto, los políticos de a deveras, los que siguen dando la cara al frente de las trincheras, son los que cuentan con un capital político importante donde ni el capital ni ellos son negociables. Los hay, y los hay honestos. A todos ellos, a los que han dejado colgados de la brocha, dedico mi espacio. Los que hacen política aplican el arte de convencer supuestamente con las mejores ideas o, en el peor de los casos, con la palabra dentro de un buen discurso no necesariamente veraz.

En política, llega el momento de elegir; todos y todas tienen que pasar por el trance de tomar partido por alguien en algún lugar del camino y, en consecuencia, dejar una o varias opciones de lado. (Los que apoyan a todo el mundo, en toda hora y en cualquier circunstancia importan muy poco, excepto como rebaño y oportunistas).

Muchos políticos son ricos, incluso riquísimos, pero no todos; es más, podría asegurar que la mayoría no lo son (no me ocuparé, tampoco, de los que estarán esperando llegar al puesto para serlo) y cuando apoyan a alguien y ese alguien pierde, asumen el costo y siguen adelante, porque saben que la política lleva en la entraña la competencia. Lo realmente duro es cuando ese alguien les falla por asuntos relacionados con la corrupción.

El engaño lacera directamente a su persona y a su capital político. En todos los partidos (ya lo hemos visto y lo seguiremos viendo), mujeres y hombres se han sentido traicionados por sus líderes y se han quedado en estado de indefensión, sin un lugar para donde hacerse, sin un espacio digno que les permita seguir en lo que les apasiona hacer: el ejercicio de la política, sin violentar su ética y su dignidad.

¿Cómo van a apoyar a quien antes era un rival descalificado? ¿Cómo trabajar en una elección con un candidato totalmente desacreditado y en quien no creen? ¿Qué futuro les espera dentro del partido? Me parece que el PRI y el PRD se han convertido en los grandes traidores; en refugio de importantes corruptos que gozan de cierta popularidad; en los eficaces taladores de aquellos que portan buenas conciencias y expedientes limpios.

Esto apenas empieza. Andrés Manuel López Obrador y Madrazo preparan su artillería pesada. El mismo circo, pero con peor olor.

*Periodista mexicana

05/MG/YT

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