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La historia de las mujeres, una asignatura pendiente

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«La historia la cuentan siempre los vencedores y las mujeres hemos sido las vencidas en todas las guerras, no sólo las bélicas […] Es urgente contar la historia de nuevo tal y como ha transcurrido. Dando a las mujeres la verdadera dimensión que merecen, sacándolas del silencio que las niega en los libros de historia y dándoles el protagonismo real que han tenido; limpiando a los personajes femeninos del destino, o bien ejemplarizante de reinas o santas, o bien de contramodelo, para que el resto de mujeres aprendamos lo que no debemos hacer».

LA OTRA HISTORIA

Hace pocas décadas que tenemos la posibilidad de empezar a descubrir una historia oculta durante siglos. Las mujeres, además de su aportación para sostener el hogar como madres y cuidadoras, han realizado una importante labor en el desarrollo político, científico, social y económico que la historia -escrita por los hombres- ha invisibilizado, asegura Mujeres en red

Siglos enteros de civilización; guerras, hambrunas y epidemias; el nacimiento de las ciudades o la vida campesina bajo el feudalismo se han contado sin incluir a las mujeres: la historia de los varones era extensiva a la historia de la humanidad.

En 1988, dos historiadoras norteamericanas, Bonnie S. Anderson, profesora del Colegio de Brooklyn, y Judith P. Zinsser, de la Escuela Internacional de Naciones Unidas, escribieron Historia de las mujeres, una historia propia, que se ha convertido en un referente para el movimiento feminista en la reconstrucción de la historia.

En este libro las autoras se cuestionan la validez de las categorías históricas tradicionales, porque están organizadas y formuladas de tal manera que no dejan espacio a las mujeres, a sus ocupaciones y aportaciones, y están definidas en función del varón.

El Renacimiento, por ejemplo, fue un «renacer» sólo para los varones, quienes vieron mejoradas en esa época sus posibilidades educativas y laborales. Para las mujeres fue todo lo contrario: no pudieron acceder a la educación humanista y a los nuevos estados, centralistas y uniformadores, y se dictaron leyes que restringieron aún más sus posibilidades.

También la fundación de las universidades se estudia siempre como un factor positivo de desarrollo, pero nunca se ha tenido en cuenta su repercusión negativa para las mujeres. Hasta el siglo XIII, la presencia e influencia femeninas en la educación fueron mayores que las de los varones: eran activas educadoras, intelectuales, mecenas y escritoras, pero la universidad las excluyó y el saber pasó a ser patrimonio del varón.

Desde la perspectiva de la educación y la cultura, Joan Kelly-Gadol publicó un artículo titulado provocativamente Did Women Have a Renaissance? (¿Tuvieron las mujeres un Renacimiento?), donde plantea la necesidad de repensar las cronologías en función de las mujeres. Si nos referimos a la historia de las mujeres ¿no se deberían destacar la Reforma y la Contrarreforma, puesto que a partir de entonces la Iglesia multiplicó los conventos que dispensaban instrucción básica a las niñas, algo que en los países católicos tuvo como consecuencia una considerable mejora en la educación de las mujeres?

LA CLAVE FEMENINA

Pero releer la historia en clave femenina no significa sólo rescatar el protagonismo de las mujeres en el pasado, sino presentar instrumentos para repensar la dinámica histórica en su conjunto, dice Mary Nash, fundadora del Centro de Investigación Histórica de la Mujer en la Universidad de Barcelona, creado 1982. Implica que cuando se estudia la sociedad contemporánea debe estudiarse el papel decisivo del ámbito privado en el desarrollo histórico y el papel de las mujeres en ese ámbito.

La mirada con perspectiva de género en la historia permitirá tener una visión del impacto tan diferente que para hombres y mujeres han tenido la industrialización del siglo pasado, las revoluciones liberales del siglo XIX o las dinámicas democratizadoras del siglo XX. Había que reinterpretar la historia, cuestionarse todo lo aprendido hasta la fecha, incorporar los nuevos datos y las nuevas categorías.

Si entre los hechos históricos tenemos sólo en cuenta actividades como la guerra, y no la producción de ropas y alimentos; o la posesión de propiedades en lugar de la producción y el trabajo, la mujer quedará fuera. El resultado ha de ser necesariamente la transformación de nuestra visión del mundo y de la historia.

El trabajo de rastreo de la historia de las mujeres no ha sido fácil. Muchas firmaron obras con el nombre de sus maridos, como la escritora María Lejárraga, o con un seudónimo masculino, como Fernán Caballero o George Sand; otras fueron consideradas oficialmente sólo colaboradoras, como sucedió al principio con madame Curie, quien trabajó al lado de su marido durante diez años y sólo después del Premio Nóbel conjunto obtuvo su primer puesto de trabajo remunerado.

MARGINADAS DESDE LA PREHISTORIA

¿Por qué se ha ocultado a las mujeres? ¿Es esto fruto del pensamiento de la época que ignoraba su papel, o simplemente mala fe? El historiador y el copista, cuando en los siglos XIV o el XVIII seleccionaban los elementos de la realidad, lo hacían con los prejuicios sexistas.

En el estudio de la prehistoria se dio por hecho que todas las figuras humanas sin rasgos sexuales eran varones, y se adjudicaron al varón todas las funciones representadas, llegándose así a la conclusión de que las mujeres tenían menos presencia y ocupaban un rango jerárquicamente menor en esas sociedades.

Esta manipulación de fuentes investigadas, la indeterminación de los géneros, la ignorancia y el olvido de las mujeres, hechos que llegan hasta nuestros días -señala la historiadora Consuelo Vega- contrastan, por suerte, con otras obras totalmente distintas, como La especie elegida, de Juan Luis Arsuaga y el equipo de investigadores que ha trabajado en los yacimientos de la Sierra de Atapuerca.

La investigación no sólo es modélica por utilizar un lenguaje no sexista e identificar en los grupos humanos a los hombres y las mujeres, dice Vega, sino que además presta atención al género: cuando habla de los cambios óseos y musculares que conducen al bipedismo y la postura erguida, se estudian con detalle las repercusiones en las hembras de la especie; cuando se calculan la altura y el peso de nuestros antepasados, se cuida siempre de calcular bien, a la vez y al mismo nivel, el de nuestras antepasadas; cuando se habla de los tamaños de los cerebros, incluso se aprovecha la ocasión para echar por tierra, con fórmulas científicas, las teorías que atribuían menor inteligencia a la mujer por su menor capacidad craneal.

¿Es casualidad que la obra de Trótula -una médica ilustre del siglo XI, autora de un tratado de medicina femenina traducido y copiado durante siglos- en el siglo XVI cuando se imprimió, fuera adjudicada a un nombre de varón? En Francia se sabía de la existencia de Dhuoda, autora de la primera obra francesa de pedagogía, escrita en el siglo IX, pero en las escuelas se enseñaba que el primer autor reconocido en el tema fue Rabelais, seguido de Montagne.

Y las fuentes: ¿puede continuar siendo válido considerar que las fuentes jurídicas o las religiosas son las más creíbles, tal como se ha hecho durante siglos, cuando éstas reproducían la visión del mundo desde la exclusiva mirada masculina?

RECUPERANDO EL PROTAGONISMO HISTORICO

Nuestras primeras antepasadas aprendieron a preparar barro y hornear cerámica; trabajaron los esmaltes y mezclaron cosméticos: el origen de la ciencia química. Al encargarse de la agricultura y la recolección, también descubrieron las propiedades medicinales de las plantas y aprendieron a secar, almacenar y mezclar las sustancias vegetales. Las mujeres siempre han sido curanderas, cirujanas y parteras.

¿Porqué esos trabajos no han sido considerados con la misma importancia que los realizados por el varón? El movimiento feminista empezó a cuestionarlo y las feministas universitarias -no necesariamente historiadoras- comenzaron a lanzar interrogantes y a buscar respuestas.

Fue una dinámica apoyada con gestos, como el organizado por las feministas de París, en 1970, al convocar a una concentración ante el Arco de Triunfo para depositar una ofrenda floral «a la mujer del soldado desconocido». ¿Quién se ha molestado en recordar las consecuencias para las mujeres de las guerras organizadas en su mayoría por los hombres?

Michelle Perrot, profesor emérito de historia contemporánea en la Universidad de París, especialista de historia de las mujeres, explica así la evolución de la percepción que desde la Universidad se tuvo de estas reivindicaciones. He aquí tres fechas significativas -dice Perrot- de un recorrido que fue el suyo:

«1973, en primer curso: ¿Las mujeres tienen una historia? Ese era el título de una conferencia. La interrogación traducía nuestra perplejidad; 1983, coloquio en Saint Maximin: ¿Es posible una historia de las mujeres?; en 1991-92 aparece La historia de las mujeres en Occidente. Se pasa de la interrogación a la afirmación sintética».

La historia de las mujeres ha empezado por el estudio y la reconstrucción de sus papeles tradicionales, de su cuerpo, de la maternidad. Después se han investigado la educación y el trabajo de las mujeres. Llegaron a continuación la política y la esfera pública, y su papel en todas las formas de poder. Las mujeres en la creación: pintura, música, ciencia.

Perrot considera que un terreno poco explorado es el de la violencia contra los cuerpos de las mujeres -el cuerpo violado, violentado, utilizado, explotado- que está escondido por el pudor tradicional y por el consiguiente rechazo de las mujeres, quienes se sienten culpables.

NOMBRES PROPIOS COMO HOMENAJE

Reconstruir la genealogía de las mujeres científicas significa realizar un trabajo de recuperación de espacios de libertad femenina, dice Nuria Solana en su texto Mujer y ciencia. En ese esfuerzo de recuperación histórica en el que estamos inmersas, ausentes todavía muchos nombres de mujeres relevantes en los libros de texto de las escuelas, se impone reclamar una merecida normalización de su presencia tras la invisibilidad de la que han sido víctimas durante siglos.

*Periodista

05/MB/YT

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