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La incapacidad, exclusión histórica

Por Fabiola Calvo

Muchas veces los Derechos Humanos se plantan como banderas para decir verdades y necesidades que no queremos ver porque no son las nuestras, no están a la vista, parecen aisladas, que no existen, pero están y hoy se suman voces en un reclamo colectivo, en una batalla diaria.

Las personas con alguna discapacidad se incluyen en las minorías que reivindican sus derechos para superar esa exclusión histórica y social en la que las han sumergido las políticas de cada momento y las actitudes discriminatorias.

En Brasilia, no existe un sólo autobús que permita la accesibilidad para personas discapacitadas, sin embargo no ocurre en PortoAlegre, porque depende del querer o los intereses del prefecto que lleve la alcaldía.

El transporte en la 10 potencia económica del mundo está bajo concesiones a empresas privadas, cada alcalde decide qué hacer en ese sector de la economía en cada ciudad.

Para corregir ésta situación, el gobierno Federal prepara un reglamento que permita la accesibilidad y la comunicación además de intérpretes de lenguas, de señales, leyendas en la televisión, entrenamiento de perros para los ciegos y condiciones en los edificios privados de uso público.

Sobre éste tema, sostuve una conversación con Izabel María Madeira, Coordinadora general para la integración de personas portadoras de deficiencias que no tuvo reparo en iniciar la charla enfatizando que no está de acuerdo con los eufemismos. «Somos discapacitados».

Ella, asesora del gobierno en su área, en la secretaría Especial de Derechos Humanos, no comprende el por qué de tanta sutileza, y como ejemplo dice que llaman mujer afrodescendiente a una mujer negra.

Isabel, que se mueve por su oficina en su silla de ruedas con gran habilidad, y responde con fluidez en castellano, portugués o inglés en el lleva y trae de su trabajo, me dice con un aire de esperanza que en Brasil tienen la posibilidad técnica para producir el equipamiento adecuado para los discapacitados, pero no la capacidad necesaria. No todo el país está cubierto y como exponente tienen a la Amazonia.

Al problema de la movilidad se agrega el desempleo que existe entre los discapacitados, Izabel sabe que «no todas las personas han pasado por el escuela y la empresa privada exige la enseñanza fundamental y tres años de la educación media, a lo que se suma que en la capital, Brasilia, no hay industria».

De acuerdo al último censo, en Brasil existe un 14 por ciento de discapacitados, mientras que en Estado Unidos asciende al 19.9 por ciento, lo que depende de los criterios con los que se defina a un discapacitado.

En éste país latinoamericano existe mayor discapacidad motora en los hombres hasta los cuarenta años por causas externas, mientras que en las mujeres la discapacidad mencionada se presenta en las mayores de cuarenta y, en la población mayor de 60 años, en el 9 por ciento. Luego están la discapacidad mental, la visual, y la auditiva. Conocer ésta información permite trazar las políticas públicas para la gestión social, es como se los plantean en esa coordinación.

La asesora me instruye sobre los pasos que se han dado en Brasil para la inclusión de los discapacitados en la vida laboral, por lo que la empresa privada que contrata de 101 a 200 trabajadores, debe emplear de dos a cinco por ciento de ese total a personas discapacitadas; de 201 a 500, a un tres por ciento; de 501 a 100, el cuatro por ciento y de mil en adelante a un cinco por ciento.

Es un sistema de cuotas que tiene una fiscalización permanente pero que no satisface la demanda de los discapacitados.

Así pues hablar de la inclusión de una minoría, corresponde a políticas, pero también comporta la responsabilidad social e individual. Viene a mi cabeza que en Madrid, España, existen autobuses técnicamente preparados para personas que van en sillas de ruedas, pero muchos conductores, en actitud de desprecio no la utilizan y dicen «espera el de atrás» o «no funciona».

Más grave es la situación cuando se suma ser mujer negra, negro e inmigrante. Discriminación sobre discriminación. Los avances van deprisa, la economía corre a gran velocidad, las ciudades se modernizan, pero la satisfacción de las necesidades del ser humano tendrán que ser conquistas y no sólo banderas, compromiso personal para que sea una actitud social.

*Periodista colombiana residente en Madrid, premio 2003 La Mujer en la Unión Europea.

2004/BJ

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