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La partería respeta derechos sexuales y reproductivos de mujeres

Con las «decanas» de la partería tradicional oaxaqueña como maestras y testigos de su graduación, 20 jóvenes toman una a una y con toda seriedad su nuevo papel que las acredita como parteras frente la comunidad.

Encienden la luz que les alumbrará el camino, en un altar previamente instalado en la Tierra del Sol, una propiedad en la población de Tlacochahuaya, Oaxaca.

Ellas son egresadas del primer curso de Partería Profesional, que no sólo busca rescatar una ancestral tradición sino también contribuir a reducir uno de los problemas más severos en la entidad, la muerte materna.

El curso, auspiciado por Nueve Lunas, organización civil que impulsa desde el año 2002 el proyecto de Iniciación a la Partería «Luna Llena», fue creado por Cristina Galanta Di Pace junto con Araceli Gil Archundia, quienes hace unos años iniciaron el camino por esta tierra donde la sabiduría de la medicina profesional, la de la ciencia, se combina con la partería tradicional, herencia de la cultura oaxaqueña.

Las viejas parteras, Irene Méndez Luis, de Tlacolula; Eloisa Juárez, de Calpulalpan de Méndez; Laura Fermina Saavedra, de San Francisco Lachigolo; Hermila Diego, originaria de Yalalag; y Lilia Vivar, de Cuicatlán, les dan sus últimos consejos y alientos para que puedan emprender su nuevo camino, «un nuevo camino que ayudará al bien nacer de otros seres humanos».

Ana Gabriela Martínez Díaz tiene apenas 16 años de edad, nació en Tlahuitoltepec, Mixe, y es la segunda mujer de su familia que ejerce la partería. La primera –dice con su cara de niña- fue mi bisabuela, de ahí me viene el impuso por aprender.
Atenta escucha la sabiduría de sus maestras y asume el compromiso.

Vestida con su ropa tradicional mixe, esta niña estudiante de bachillerato se siente orgullosa de lo que ha aprendido y porque en la enseñanza que le dieron aprendió a ayudar a otras mujeres, «sentí por alguna causa que esta sería una forma de ayudar a las mujeres de mi comunidad y no la voy a desaprovechar».

Para Alba Hernández Saavedra, quien representa ahora una cuarta generación de parteras en su familia, los retos son tan grandes como el de sus otras compañeras. Nació viendo a su madre ayudando a otras mujeres a traer niñas y niños al mundo. Aprendió a hacerlo anda más de mirar, pero sabía que tenía que prepararse más.

Con su título en la mano, es una de las mujeres más orgullosas de la tarde. La gente sabe que me he preparado, me reconocerán por ello, valoran mis estudios y saben lo que he aprendido de mi madre, doña Laura Fermina.

Un parto, dice, es estar presente en un acto lleno de armonía, en la nueva vida, en la alegría de una familia o de una mujer que sola enfrenta el nacimiento. A ellas les damos confianza, las apoyamos, las acompañamos.

NUEVE LUNAS

Creemos, dicen las integrantes de Nueve Lunas, que el proceso de embarazo, parto y posparto son eventos trascendentes, naturales y fisiológicos en la vida de mujeres y hombres. Dar a luz con una visión de atención humana del parto; donde la protagonista es la mujer, con su pareja y su niño, dueños del nacimiento.

Partimos de la confianza en la capacidad de la mujer para dar a luz, en la del niño para nacer y en el instinto y en la sabiduría de sus cuerpos, evitando intervenciones innecesarias, con respeto de los tiempos de la mujer, de los factores emocionales y culturales. Reconocemos que es un momento íntimo, espiritual, trascendente, sagrado, para la mujer, el hombre y el bebé.

El hombre, compañero y padre es también un protagonista importante; para él es una oportunidad de crecimiento como hombre, una posibilidad de relacionarse con su compañera de manera profunda y de establecer las bases para una paternidad afectiva, presente, satisfactoria.

En nuestro entorno, el estado de Oaxaca, sede de 16 pueblos indígenas, ha sido durante siglos cuna de una gran tradición de medicina tradicional. El reconocimiento comunitario, la sabiduría y los conocimientos, hacen de la partería tradicional indígena una fuente de cultura ancestral capaz de abarcar al ser humano entero, devolviendo al nacimiento su carácter sagrado.
Nuestras propuestas, dicen, están basadas en el reconocimiento y aplicación de los derechos sexuales y reproductivos de mujeres

CARTA DE LOS DERECHOS REPRODUCTIVOS

La organización Nueve Lunas contempla una Carta de los derechos reproductivos en el embarazo, parto, puerperio y cesárea. Ésta señala que las mujeres tienen derecho a: Decidir si tener hijos o no tenerlos, cuándo, cuántos tener, cada cuánto y con quién.

Escoger el método anticonceptivo más adecuado a la edad, cultura, estado de salud, vida sexual, relación de pareja y gusto personal. Recibir información y atención previa al embarazo sobre el cuerpo y su funcionamiento para tener un embarazo saludable.

Tomar decisiones relativas a la reproducción sin sufrir coacciones, discriminaciones ni violencia. Vivir una maternidad voluntaria, placentera, saludable y deseada. Acceder a la atención médica de calidad sin discriminación por razones de etnia, clase social, preferencia sexual y estado de salud.

Recibir atención médica en el momento en que se solicita, con cortos tiempos de espera y respetuosa de la dignidad e integridad corporal. Recibir toda la información médica sobre el estado de salud y los resultados de los estudios y exámenes clínicos y de laboratorio de manera clara y entendible y en corto tiempo.

Que los conocimientos, la experiencia y las sensaciones sobre su cuerpo expresadas por los y las usuarias sean tomados en cuenta por los prestadores de servicios de salud. Recibir un trato respetuoso y amable por el personal de salud.

Acceder a servicios de salud integrales enfocados a la pareja embarazada. Que la embarazada esté acompañada en todo momento por su pareja u otra/s persona/s de confianza en la atención del embarazo, parto, puerperio y cesárea.

Respeto de los procesos fisiológicos sin intervenciones o interferencias, respeto a las emociones, al dolor y al pudor. Otorgar el consentimiento informado antes de cualquier procedimiento médico o quirúrgico.

Recibir toda la información sobre indicaciones, dosis y efectos secundarios de los medicamentos. Contar con infraestructura adecuada, ambiente agradable y las mejores condiciones de higiene en los servicios de salud.

Contar con servicios acordes a las posibilidades económicas de cada usuaria o usuario. Que no se realicen procedimientos médicos y quirúrgicos de rutina sin que se justifique su necesidad durante el embarazo, el parto y el posparto.

Dar a luz en la posición más cómoda para la parturienta y acorde a su cultura. Que el recién nacido no sea separado de la madre y el padre durante su estancia en la institución de salud.

Libertad de realizar las acciones rituales previstas por cada cultura para el momento del parto sin represiones, burlas o amenazas. Elegir libremente el tipo de alimentación que se quiere para sí misma y para el recién nacido en la etapas del embarazo, parto, posparto y puerperio. Y contar con las condiciones idóneas para que la madre o el padre puedan lactar al recién nacido.

Si los sistemas de salud se apoyaran en las parteras o enfermeras obstétricas, señala el Fondo de Población de las Naciones Unidas (Unfpa), salvarían la vida de cinco millones de mujeres en el mundo y se prevendrían 80 millones de complicaciones por embarazo y parto hasta el 2015.

08/SJ/GG

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