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Las Chicanas

Por Lizette Becerra Haro

La vida de una chicana puede estar llena de luchas, pero también es una vida llena de belleza y orgullo. Me quedé pasmada cuando un desconocido que me escuchó hablar en inglés me dijo, «habla español, esto es México.» Inmediatamente recordé que alguien ya me había dicho lo mismo, pero al contrario. Cuando estaba en una clínica con mi madre en California un hombre anglo me dijo, «habla inglés, esto es América». En esos momentos, la frase Ni de aquí, Ni de allá, se convierte en una emoción carnal de aislamiento.

Mis padres, como mucha gente de la República Mexicana, inmigraron hacia Estados Unidos desde Jalisco. Mi padre fue parte del programa Bracero, un programa de empleo temporal en el campo de la agricultura que empezó en la segunda guerra mundial y terminó en el año 1964, y como reporta El Centro de los Trabajadores Agrícolas Fronterizos, empleó más de 4 millones de mexicanas y mexicanos.

En temporadas iba a Estados Unidos y regresaba a México, hasta que se fue quedando allá. Mi madre inmigró sola y de una vez. Ellos se conocieron en California, se casaron y nos tuvieron a mis hermanos y a mí, todos crecimos en Estados Unidos.

Ya van varias veces que aquí en México me han preguntado, ¿cómo vives la vida en los Estados Unidos?, con la curiosidad de saber si me he americanizado, que si como chile, que si hablo el español o simplemente quieren saber, ¿que pasa con los hijos e hijas de inmigrantes?

La respuesta es que la vida se vive muy al margen, cultural, social, económica y geográficamente. Por ejemplo, los resultados del Censo Nacional que se realizó en 2002 demuestran que en el condado de Los Ángeles, las viviendas de gente de ascendencia «hispana o latina», están concentrados en el este y noreste del condado.

Es muy común que en la casa el lenguaje usado sea el español, y afuera sea el inglés.

Creciendo en el condado de Los Ángeles, viví y miré como mis compañeras y compañeros caían en las trampas sociales que enfrentan las hijas e hijos de inmigrantes, la primera es la deserción escolar.

En un informe realizado por el Proyecto de Derechos Civiles en la Universidad de Harvard, se reporta que en Los Ángeles, solo un 60 por ciento de estudiantes de origen latino se gradúa de la preparatoria. Además, menos de la mitad de estudiantes que ingresan en el primer año de la preparatoria se gradúan. Esto lo viví cuando me daba cuenta de que una compañera o compañero ya no llegaba a clase. Este fenómeno produce adolescentes que no están preparados para entrar a la fuerza laboral y/o que solo pueden obtener trabajos mal pagados.

También vi a varias compañeras que a temprana edad se embarazaron. Las adolescentes Chicanas tienen una de los estadísticos más altos de embarazo, el Centro de Recursos Sobre Población reportó que en el año 2000, 137.9 latinas por cada mil de entre 15 y 19 años de edad se embarazó en Estados Unidos.

El subgrupo con índice de adolescentes embarazadas más alto fue de jóvenes de ascendencia mexicana con 93.2 embarazos por cada mil adolescentes. El embarazo en la adolescencia en muchos casos pone freno a desarrollo personal y la educación.

El Centro de Recursos Sobre Población también reportó que un 40 por ciento madres adolescentes latinas se graduó de la preparatoria y solo un 4 por ciento de ella continuó a la universidad.

Es urgente la necesidad para prevenir el embrazo en la adolescencia para las Chicanas y las Latinas, además de que es necesaria la ayuda para que las que ya son madres puedan obtener la calidad de vida que se merecen.

Y aunque la cultura Chicana varía en diferentes regiones de los Estados Unidos, un elemento fundamental de la experiencia de ser hija u hijo de inmigrantes mexicanos e mexicanas, es el sentido de no pertenecer.

Por una parte no te identificas con la cultura dominante anglosajona y por otra parte vives lejos de México. En los casos donde los padres no tienen papeles, viajar a México y que sus hijos conozcan el país se dificulta o simplemente a veces no hay dinero para viajar.

Aun así, la cultura mexicana se nos transmite a través de los padres, y las costumbres de los barrios, la lengua y la comida, son inevitables, aunque existen influencias estadounidenses. Esto da como resultado una mezcla de dos culturas y la formación de una nueva ? la cultura Chicana.

El termino Chicano y Chicana surgió durante el movimiento social de los años 60 en Estados Unidos, que demandaba la igualdad de derechos civiles, el rechazo a la cultura anglosajona y el acercamiento a la cultura mexicana.

Una figura importante de este tiempo fue Dolores Huerta que luchó por la formación de un sindicato para trabajadores y trabajadoras agrícolas, la mayoría de origen mexicano en el United Farm Workers (UFW). La carrera de la activista, que ha luchado siempre por la justicia social y le ha valido premios, doctorados de honor y conmemoraciones, es un modelo para las Chicanas.

No obstante, la gran crítica hacia el movimiento social son los elementos machistas. Es decir, las Chicanas soportaban en marchas y la organización de eventos, pero no fueron incluidas en la toma de decisiones políticas importantes.

En una publicación de 1971 nombrada Mujeres: La Nueva Voz de la Raza, Mirta Vidal cuenta de los esfuerzos de las Chicanas. Por ejemplo, en Cristal City Texas, Chicanas del partido La Raza Unida exigieron y ganaron su derecho a votar y ser reconocidas como seres iguales dentro del partido, ya que a ellas no se les otorgaba el derecho de votar ni participar en hacer decisiones políticas.

Aun así, el movimiento Chicano abrió las puertas hacia la educación los derechos civiles, mayor representación en el gobierno y en la sociedad el general. Lo más positivo de este movimiento, es que los hijos e hijas de inmigrantes y sus descendencias autoproclamaron su propia identidad.

No es que rechacemos nuestra herencia mexicana, todo a lo contrario, estamos orgullosos de ella. Reconocemos que nuestra cultura es algo diferente por el simple hecho de haber crecido al otro lado de la frontera. Y con el término Chicano y Chicana ponemos nombre a nuestra identidad integral con todas sus influencias sin tener que dividir nuestro ser entre el aquí y allá.

En la actualidad, aunque el movimiento se ha transformado, sigue vivo. Por ejemplo, en el ámbito literario, ahora se publican obras Chicanas que difícilmente se hacía hace unos 50 años.

Las estrellas de literatura Chicano/a son las mujeres. Algunas de ellas son Sandra Cisneros, Ana Castillo y Graciela Limón que a través de sus obras narran cómo es la vida de las Chicanas y miran al mundo desde esta perspectiva. Y con escritoras como Gloria Anzaldua y Cherrie Moraga que hablan de la experiencia de Chicanas lesbianas, el movimiento se he hecho aún más dinámico.

La lucha para mejorar la vida de las mexicanas y mexicanos que viven al otro lado de la frontera se demostró ampliamente con la serie de marchas, protestas y la organización acerca de legislación migratoria que han ocurrido durante todo este año.

06/LB/LR

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