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Las Mujeres y el 19 de septiembre

Por Teresa C. Ulloa Ziáurriz*
sismo24_AnayeliGarcíaMartínez

Vivimos el 19 de septiembre entre el miedo, la angustia, el estupor, la incredulidad; bastaron unos cuantos segundos para darnos cuenta de la magnitud del desastre. Y todos los días se incrementa el número de cuerpos hallados entre los escombros. Las pérdidas son inmensas, pero más lo fue la respuesta inmediata del pueblo mexicano, que con un enorme sentimiento de solidaridad tomó las calles, organizó rescates, acopio, albergues.

Igual que hace 32 años, la respuesta gubernamental llegó tarde, pero esta vez, tratando de neutralizar la ayuda solidaria de la población. Trajeron a la Policía Federal, a la Gendarmería, al Ejército y la Marina, inclusive a los granaderos en la colonia Obrera, lo que retardó los rescates y disminuyó la posibilidad de encontrar sobrevivientes, incluyendo los binomios caninos que se agotaron y hubo necesidad de convocar a los de la sociedad que contaran con entrenamiento.

Han transcurrido 12 días desde el terremoto y todavía siguen buscando cuerpos en los escombros, entre una danza de cifras que luego se corrigen o se desmienten, como sucedió con el ridículo papel que jugó la Marina Armada de México con la supuesta niña Frida Sofía.

Hay dos cosas que impresionaron a todas y todos. La primera, las mujeres, las víctimas de la violencia feminicida, estábamos presentes en las brigadas de rescate, en las cadenas humanas, cargando cubetas con escombros; en el acopio; en los albergues; en las damnificadas y también en las que mayoritariamente perdieron la vida.

Y el otro grupo fueron las y los jóvenes, aquellos que tachamos de indiferentes y apáticas, y que tomaron las calles… y el futuro, la distribución de víveres, los proyectos de vivienda barata, las posibilidades de soñar con reconstruir tantas vidas, sus vidas, las de sus vecinas y vecinos, las de otras y otros.

Tiene un lugar especial la Brigada Feminista de Apoyo, que valientemente y contra viento y marea, levantaron los escombros del edificio de la Colonia Obrera, quienes descubrieron la probable trata de mujeres para explotación laboral.

Traté de buscar, infructuosamente, el número de mujeres que participaron en los cuerpos de rescate, de la Cruz Roja, del ERUM, de Protección Civil, las enfermeras; y no las encontré, como tampoco pude encontrar referencia alguna al número de muertas halladas entre los escombros.

Busque datos de cuántos cuerpos no han sido identificados en el Instituto de Ciencias Forenses de la Ciudad de México y en el país. En Oaxaca, Chiapas, Morelos, Estado de México, Guerrero y nada, y mucho menos cuántas mujeres y cuántos hombres.

¿Eso quiere decir que en desastres naturales no hay estadísticas desagregadas por sexo? En el Colegio Rébsamen, sabemos que fallecieron 21 niñas y niños, pero no sabemos cuántas fueron niñas.

Sólo encontré una nota que publicó El País, que mencionaba que la mayoría de las víctimas fatales del sismo fueron mujeres, porque estaban en sus casas, a cargo de las labores del hogar y las de cuidado. ¿Dónde está Inmujeres? ¿Cómo va a reportar el Inegi estas muertes?

No podemos olvidar esa escena sobrecogedora, de una mujer, adulta mayor, que llegó descalza a uno de los centros de acopio a dejar un pequeño donativo, que seguramente a ella le hacía falta, y otra que llegó a donar sus sandalias de hule. Así nos educan, a dar a las y los demás lo que a nosotras mismas nos hace falta.

En cuanto a los derrumbes, en las casas que ya no están en pie, quedaron enterrados los sueños, los esfuerzos, las historias de cada una de las familias damnificadas en Jojutla, en Tlaltizapán, en Coatlán, todos Municipios de Morelos; en Puebla, en la Ciudad de México. Incluso, los matrimonios jóvenes que habían iniciado sus vidas en los departamentos de Lázaro Cárdenas, en la Ciudad de México, que habían invertido su futuro en un crédito que se fracturó en pedazos, que en segundos se declaró inhabitable.

Pasar por la Colonia del Valle, Narvarte, Portales y ver el número de mudanzas, de gente que busca alternativas para reconstruir su cotidianidad.

Todo esto, pese a que existe el Fondo Nacional para Desastres Naturales (Fonden) y a las numerosas donaciones de los gobiernos de otros países, como la de Rusia quien envió 20 millones de dólares -debemos agregar que Peña Nieto anunció con bombo y platillo que darán créditos blandos del Infonavit para reconstruir las viviendas-. Y yo no entiendo, todavía que perdieron sus casas, sus bienes muebles ¿van a adquirir una nueva deuda? Qué peculiar manera de ayudar a las víctimas de este sismo.

También vale la pena mencionar que no sabemos cuántas de las casas que sufrieron daños estructurales corresponden a mujeres jefas de familia que hoy quedan expuestas a la voracidad de los bancos o los institutos oficiales de vivienda para poder dar un techo a sus familias.

Es muy impresionante ver cómo han aumentado las rentas de departamentos después del sismo. ¿Qué les espera a las familias que no tienen recursos en todas las zonas siniestradas? ¿ Qué les espera a las mujeres jefas de familia, con un apoyo de tres meses de renta? Como si en tres meses se pudiera reconstruir la vida.

*Directora Regional de la Coalición contra el Tráfico de Mujeres y Niñas en América Latina y el Caribe (CATWLAC, por sus siglas en inglés).
Twitter: @CATWLACDIR
Facebook: Catwlac Directora

17/TCUZ/LGL

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