Luz en la niebla

Si me preguntan cuál es mi balance de esta administración presidencial, podría ponerme a llorar. Salvo por un tema: la paridad, que es como una luz en medio de la espesa niebla.
 
El presidente Enrique Peña Nieto no pasará a la historia por este tema. Y no fue, ciertamente, obra sólo suya, ni siquiera principalmente suya. Pero su iniciativa abrió la puerta a la paridad. Y eso no voy a regatearlo.
 
Ninguno de los derechos de las mujeres ha sido reconocido legalmente sólo por buena voluntad. Detrás de cada avance están las acciones, los empeños de muchas mujeres y algunos hombres. 
 
Que hoy las mexicanas estemos paradas frente a la paridad, implicó que previamente se abrieran muchas puertas.
 
Porque una vez reconocido el derecho a votar en 1953, conseguir ser postuladas resultó una odisea.
 
Las mujeres políticas y las feministas de principios de los años 90 lograron abrir legalmente la puerta del Código Electoral en 1993, para que luego, en 1996, se normaran las cuotas de género. 
 
Y si alguien cree que fue terso, escuchemos un par de voces que recoge el maravilloso libro “Contigo aprendí. Una lección de democracia gracias a la sentencia 12624”, escrito por Clara Scherer y Adriana Ortiz:
 
María de los Ángeles Moreno: Los 90 fueron clave. Aprendimos que sólo con legisladoras no podríamos, que debíamos acudir a las mujeres de la sociedad civil para ejercer presión. Porque los señores pueden ser muy pesados cuando se trata de asuntos del poder.
 
María Elena Chapa: Trabajamos de la mano, Cecilia Loría Saviñón (+) y yo. Fueron semanas, días y horas de gran intensidad. Ella me decía: “Aguanta Chapa, hay que sostener la utopía y seguir luchando hasta que las fuerzas nos alcancen”.
 
Contra viento y marea, ellas y otras sostuvieron la utopía, y las cuotas de género fueron normadas en la ley federal y en casi todas las leyes electorales del país.
 
No fue suficiente. Porque los partidos construyeron el muro al colocar una excepción al cumplimiento de la ley.
 
Pero entonces, otras mujeres llevaron a cabo una estrategia que culminó con la histórica sentencia 12624. Y comenzó a derrumbarse el muro de la exclusión.
 
Entre ellas se encontraban: Silvia Hernández, Clara Scherer, Flor Zamora, de nuevo María Elena Chapa, María de los Ángeles Moreno, Martha Tagle, y varias más que apostaron su capital político.
 
Como es de suponerse, normar la paridad en la Constitución fue también una historia de mujeres que sostuvieron la utopía. Porque, me cuentan, el presidente Peña Nieto iba a enviar una iniciativa sólo para reformar la ley secundaria.
 
Incluso la Red Mujeres en Plural publicó en octubre de 2013 un desplegado que decía: “En tiempos de grandes reformas todo cabe en la Constitución. Menos las mujeres. Paridad a la Constitución”.
 
Pero, la alianza de senadoras de distintos partidos, iniciativas que senadoras y diputadas de la 61 y 62 Legislatura habían enviado, el cabildeo de funcionarias del círculo de confianza del presidente, hicieron que la iniciativa de reforma fuera para la Constitución.
 
La paridad quedó normada en el artículo 41 de la Constitución a principios de 2014.
 
El esfuerzo no alcanzó a garantizar la paridad en la postulación en ayuntamientos. Pero se intentó. Ahí se enfocan los empeños ahora.
 
En la paridad “vertical” y “horizontal”. Y también en la paridad efectiva en los Congresos.
 
Sí, hay mucho que caminar todavía. Pero la puerta se abrió. Y, aunque sea sólo por eso, hoy no me siento a llorar.
 
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*Periodista y feminista en Quintana Roo, México, e integrante de la Red Internacional de Periodistas con Visión de Género.
 
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