Inicio México: ¿un lugar para la esperanza?

México: ¿un lugar para la esperanza?

Por Mónica Godoy*

En la actualidad, México tiene en su territorio aproximadamente 1076 personas refugiadas, de acuerdo con cifras de enero de 2009 proporcionadas por la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) México. Una parte importante de ellas lleva varias décadas viviendo en el país, tiene hijas e hijos mexicanos y ha contribuido con su trabajo a la economía local.

A pesar de ello, algunos aún no cuentan con la nacionalidad mexicana. Otra parte ha llegado recientemente, proveniente de Haití, Colombia y algunos países africanos como Angola, Congo y Senegal. Tanto para las primeras como para quienes llevan unos pocos días en México este país significa una nueva posibilidad de vivir.

Las personas refugiadas llegan huyendo de sus países de origen por motivos diferentes. Algunos debido a los efectos de las guerras y los conflictos internos, otros por persecución política, religiosa, étnica o de género. Por lo general, la salida de sus hogares se ha hecho de manera intempestiva, sin documentos y trayendo sólo lo que pueden llevar consigo.

Esta abrupta separación de su tierra para salvar su vida o la de sus familias significa un profundo y doloroso cambio. Algunos han dejado atrás hijos, hijas, esposos, madres y muchos familiares que no pudieron salir. También dejaron casas, trabajos, cultivos y propiedades que eran su patrimonio. Trajeron a México los recuerdos de sus lugares de origen, sus conocimientos y unas enormes ganas de vivir sin miedo, de trabajar para ganarse la vida y de hacer una vida tranquila y feliz.

Una parte importante de las personas refugiadas llegan a México por las mismas rutas y vías que los migrantes indocumentados quienes salen de sus países de origen a buscar mejores posibilidades económicas, huyendo de la pobreza.

A este fenómeno se le llama flujos mixtos y hace aún más complicada la tarea de ubicar y ayudar a las personas que requieren protección internacional.

Migrantes y refugiados sin estancia regular en México, pueden ser detenidos por agentes migratorios y trasladados a alguna de las 47 estaciones migratorias que existen en el país. El ingreso a estos centros de detención de organizaciones civiles continúa siendo limitado, lo cual no favorece la promoción ni el acceso de las personas retenidas a sus derechos humanos, incluso el del asilo.

La privación de la libertad de los solicitantes de protección internacional ocasiona serios problemas para informarles y asesorarlos durante el procedimiento, lo cual resulta dramático si se les niega la petición y terminan siendo deportados a sus lugares de origen donde su vida o su libertad corren grave peligro.

La Convención sobre el Estatuto de los Refugiados de 1951 y su protocolo de 1967, instrumentos ratificados por México, plantean como principio fundamental la protección a refugiados y solicitantes de asilo contra la devolución a sus países de origen (non refoulement).

Bajo este principio, las personas que huyen de sus países y/o solicitan asilo por ser víctimas de persecución no deben estar sujetas a un proceso de expulsión o deportación. Sin embargo, este principio no se ha cumplido a cabalidad en México, como veremos en la próxima entrega.

* Coordinadora del área de Atención y Servicios de la organización Sin Fronteras I.A.P.

09/MG/GG

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