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Modelaje o gastronomía, el boom entre jóvenes peruanas

Por Zoraida Portillo

El ambiente es glamoroso. Las cámaras van y vienen, todos de prisa, la adrenalina se siente en el ambiente. De pronto, el silencio, una luz ilumina al fondo a una mujer apenas salida de la infancia, con minifalda ceñida, blusa coqueta, zapatos de marca y mirada en lontananza, como le han enseñado en la escuela de modelaje.

Ella avanza midiendo cuidadosamente cada paso. No necesita mirar a nadie para sentirse objeto del deseo de los hombres y de la envidia de las mujeres.

«Esa sensación no la puedo describir… siento que floto, pero al mismo tiempo tengo los pies bien puestos sobre la pasarela para no tropezar. Saber que todos me miran me hace feliz. Definitivamente a esto quiero dedicarme el resto de mi vida», cuenta a SEMlac, con pasión, María Fernanda, con 15 años y diríase que modelo consumada, porque desde los tres años participa en comerciales.

«Mi mamá administra mi carrera y lo hace bien. ¿Los estudios?, ¡ah! bueno, sí, a veces no tengo tiempo, pero eso no importa porque me dan muchas facilidades en el colegio, no me exigen tareas como a las demás y todos los profesores se sienten contentos de tener a una ‘famosa’ entre sus alumnas», dice con desenfado.

Y claro, tantas «facilidades» le pasan la factura: María Fernanda debería estar en tercero de secundaria, pero recién está en primero. «No creo que necesite tantas cosas que, al final, no me van a servir en esta profesión», dice encogiéndose de hombros.

Seguramente a este desprecio por la cultura se deban respuestas tan disparatadas como las que ofreció el 6 de mayo, en su país. La aspirante al título de «Miss Panamá 2009», Giosue Cozzarelli, quien afirmó que Confucio «fue uno de los chino-japoneses más antiguos» y el que «inventó la confusión», en una de las respuestas más disparatadas que se recuerde de los concursos de belleza.

De acuerdo con empresas especializadas en merchandising y publicidad, seis de cada 10 mujeres de Lima entre los 14 y 22 años aspiran a convertirse en modelos. Y las jóvenes de la clase media son las más entusiastas.

Ello, porque las empresas de publicidad están cambiando sus tendencias y, en vez de elegir a las modelos clásicas (altas, flacas, de pelo rubio y ojos claros), busca chicas con rasgos más típicos.

Pese a que los expertos en publicidad reconocen que el mercado limeño del modelaje, y más aún el peruano en general, es muy pequeño comparado con los de otros países de la región, como Argentina o Brasil, la creciente demanda de las empresas por anfitrionas que realcen sus eventos, genera toda una gama de ofertas.

Se estima que sólo en Lima existen alrededor de 30 escuelas de modelaje, mientras que las empresas de publicidad que buscan y reclutan a las jóvenes para los castings se quedan con el 20 por ciento del valor del aviso comercial en el que participan sus modelos.

Luciana Tello, profesora de comunicación integral y tutora de un colegio privado de clase media de Lima considera que existe un proceso de frivolización creciente entre las chicas que con la desorientación propia de la adolescencia, son bombardeadas por la sociedad de consumo.

León Trahtemberg, experto en temas educativos y autor de 14 libros sobre esta especialidad, opina que tal vez esta sea una decisión inteligente y práctica, especialmente para aquellas no desean comprometerse cinco años en una carrera para después no tener cabida en el mercado laboral.

«De repente, están tomando una mejor decisión y terminan siendo más productivas laboralmente que los vagos que pululan por las universidades», reflexiona en voz alta.

Trahtemberg, quien dirigió un prestigioso colegio privado durante 24 años, señala que en el Perú las carreras universitarias están bastante desprestigiadas, pero no por falta de talentos, sino por ausencia de incentivos, y son pocos los jóvenes que las ven como una posibilidad de ascenso social.

Actividades como el modelaje o la gastronomía, otra especialidad que viene ganado muchísimos adeptos entre los jóvenes de ambos sexos de todo el país, por la facilidad con que pueden insertarse en el mercado laboral al cabo de unos meses de preparación.

Pero como ocurre en cada boom, el mercado podría precarizarse. Por lo pronto, ya surgen en la periferia de Lima, agencias de modelaje que prometen demasiado, cobran caro y brindan muy poco.

Lo mismo ocurre con las escuelas de gastronomía, muchas de las cuales no cuentan con reconocimiento oficial y los egresados, por lo tanto, descubren tardíamente que lo que estudiaron no les servirá para obtener empleo. De esta manera, lo que parece surgir como una alternativa podría convertirse en la peor de las desilusiones.
09/LR/GTR

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