Cada año ocurren aproximadamente ocho millones de muertes de recién nacidos en todo el mundo debido a la deficiente atención que recibe la madre durante el embarazo y el parto.
La supervivencia de los niños mayores también se ve afectada por la pérdida de la madre. Por ejemplo en Bangladesh se descubrió que los niños menores de 10 años tenían 10 veces más probabilidades de morir si perdían a sus madres.
Las complicaciones del embarazo y el parto son una considerable carga para los sistemas de salud; las muertes y lesiones ocasionadas por ambos procesos representan gran parte de las necesidades de salud reproductiva.
Según un estudio de morbilidad mundial las muertes maternas reflejan el 50 por ciento de la falta de salud reproductiva, definida como un estado de completo bienestar físico, mental y social; no sólo la ausencia de enfermedad en todo lo relativo al sistema reproductivo y sus funciones y procesos.
La mayoría de las mujeres que mueren por causas relacionadas con la maternidad se encuentran en la plenitud de su vida, por lo que su morbo-mortalidad tiene graves consecuencias sociales y económicas tanto para sus familias como para las comunidades.
Cuando en las familias muere la madre, por lo general el resto de sus integrantes reduce su estado nutricional y los niños suelen tener menor asistencia a la escuela.
La pérdida de salud materna (por anemia o malnutrición ocasionada por el embarazo y el parto) también afecta la salud de los niños: los bebés de madres malnutridas suelen tener poco peso al nacer, lo que ocasiona retrasos en el desarrollo, la discapacidad e incluso la muerte temprana.
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