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Mujer ayuda a mujeres, el mejor recurso natural de una nación

Por Leticia Puente Beresford*

¡A la búsqueda de la justicia! da muestra de la manera en que no solo se debe una preocupar, sino también atender, sanarse y cuidarse. Es un modelo digno de reproducirse, porque detrás está la entereza y el valor cívico, fundamento del proyecto «Mujer ayuda a mujeres».

Monika Hauser, ginecóloga internacionalista, es quien lo creo, lo impulsó, desde su propio dolor. Ella ha dado muestras al mundo de su valentía y ha dado la mano a un sinnúmero de mujeres, sus mujeres, las sobrevivientes traumatizadas por las guerras.

En Zenica, Monika Hauser –relata la revista alemana «Magazine Deutschland»– llegó a una ciudad traumatizada. Ahí, emprendió una lucha en contra del temor. Mano a mano, mano con mano, amigas de Monika y conocidas en Alemania recogieron donaciones.

La ginecóloga formó un equipo para asistir a las sobrevivientes. El grupo lo conformó con psicóloga, psiquiatra, enfermera y una teóloga islámica, para la asistencia espiritual.

Este equipo es la característica sobresaliente de ‘Medica mondiale’: para curar a toda persona, que ellas sostienen.

En abril de 1993 –reseña Magazine Deutschland, en voz de Ute Scheub– explotaron granadas en la ciudad sitiada. Monika Hauser inauguró el centro terapéutico para las mujeres ‘Medica Zenica’. Las tropas de la ONU evacuaron a todas las personas extranjeras y exhortaron a la médica a abandonar el país.

La respuesta indignada de Hauser fue: «No vine para irme cuando la situación se pone difícil», con lo cual se ganó la admiración de las mujeres, sobre todo de «Medica Zenica».

Otro de los decires de esa mujer es: «Los hombres tendrían que decir más a menudo: soy solidario con las mujeres, estoy contra la violencia, el apoyo a ellas no puede funcionar sin nuestro compromiso».

¡A la búsqueda de la Justicia!, es el título de uno de los congresos más importantes en el caminar de la ginecóloga, quien fue también premiada con el Nobel Alternativo, fundadora de ‘Medica mundiale’, cuyo fin es ayudar a las mujeres traumatizadas por la guerra.

Scheub narra en este artículo que en ese Congreso más de 50 mujeres de todos los colores de piel corrieron hacia la pista de baile, riendo, lanzando brazos y piernas al aire, durante el día de la clausura.

El tema musical que las hizo salir del estrés y de las crisis que atraviesan cerca de 24 naciones fue nada menos que ‘I will survive’, de Gloria Gaynor.

Las mujeres que ayudan a otras mujeres sobrevivientes de la violencia bélica sexualizada explican que:

¡A la búsqueda de la justicia! no es una búsqueda fácil, porque solo un pequeño porcentaje de sobrevivientes experimenta un poco de justicia, ya sea en forma de condena a los culpable, asesoramiento médico-psicológico o indemnización financiera.

Algunas de ellas lo ven así: «La violación es el único delito por el que la víctima es castigada». Las mujeres violadas por soldados, por los rebeldes e incluso a veces por un familiar, son en muchos lados acusadas de ‘deshonrar’ a la familia, expulsadas de la comunidad e incluso asesinadas por la propia familia.

Y no es de extrañar que pocas veces se llegue a un juicio penal. Y cuando esto sucede, subraya Scheub, el juicio es experimentado a menudo por las mujeres como una segunda violación.

Basándose en las declaraciones de la mayoría de mujeres bosnias, quienes declararon ante el Tribunal de la Naciones Unidas en La Haya, «no lo harían nunca más».

El trabajo de Monika Hauser inició ahí, en Bosnia y ella es considerada también como sobreviviente de la guerra.

Entre los años 1992 y 1993 leyó sobre los hechos: violaciones masivas en Bosnia y a partir de ahí tomó la determinación de viajar sola a ese país. Su lengua materna es el alemán, su pasaporte italiano. Nació y creció en Suiza, estudió en Essen, Alemania, y hoy vive en colonia, con su esposo e hijo, quienes le dan «fuerza para seguir», afirma.

También en Afganistán, ella apoya el trabajo de otras 80 mujeres que realizan actividades en hospitales, juzgados y ante las autoridades. El trabajo es peligroso: la lista de mujeres asesinadas, de defensoras de los derechos de las mujeres también muertas, es cada vez más larga.

Houser dice que nunca olvidará su primera visita a las clínicas de Kabul, por el 2002: «Fue lo peor que he visto en mi vida», puesto que tanto las pacientes como las enfermeras estaban traumatizadas y reinaba una apatía total.

Su reacción fue inmediata y certera. Regresó a Colonia a su ‘Medica mondiale’. Contactó a médicas afganas en el exilio y fundo el proyecto ‘Doctorane Omid’ que quiere decir «Médicas de la Esperanza». Las mujeres afganas contactadas regresaron a su patria por meses y semanas a trabajar con y para las mujeres, lo que confirmó que Mujer ayuda a mujeres es un proyecto tan viable como real.

Monika Hauser recibió distinciones por su –diría yo– «amor a las mujeres». Tanto, que en el 2008 le dieron el Nobel Alternativo.

Hauser, luego de ver y conmoverse por el dolor de las sobrevivientes de guerra se colapsó. Tanto dolor enferma. Pero reaccionó y hoy su meta principal es lograr justicia para las mujeres y devolverles su dignidad.

La tarea de dar la mano a otras mujeres no es fácil. Y no lo es, porque el veneno de la violencia penetra en algún momento en la propia psique, dice ella.

Hauser se colapsó luego de la misión en Bosnia, pero continúa su lucha, nada la detiene y se atiende profesionalmente sus propios padecimientos emocionales.

Otra de sus experiencias fue en Liberia en el 2007, otra Guerra feroz como la de Afganistán. Se decía que las mujeres liberianas eran las más violadas del mundo. Ahí, dos tercios de la población conformada por mujeres ha sido víctima sexual de grupos rebeldes rivales.

Aquí, Hauser encontró otra mano de mujer que ayuda a mujer, la presidenta Ellen Johnson-Sirleaf, quien se distingue por impulsar firmemente los derechos de las mujeres, promulgando leyes severas contra las violaciones y apoyando iniciativas femeninas como las que se emprenden en Fishtown.

Aquí se aplica la Resolución 1325 del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, que exige la inclusión de las mujeres en todos los niveles de los procesos de paz.

Y bajo el proyecto de Participación Política de las Mujeres en la Política de paz y de Seguridad, ‘Medica mondiale’, durante los tres años venideros, realizará trabajo entre mujeres de Liberia, Afganistán y Congo. Apoyadas financieramente por la Comisión de la Unión Europea.

Ese modo de querer, esa ayuda a la sanación desde dentro, esa forma en que mujer ayuda a mujeres es una forma de recuperación, el mejor recurso natural que posee una nación. Gran lección.

Pese al veneno de la violencia, Hauser y las mujeres que trabajan con ella y las que ellas apoyan dicen al término de sus reuniones «Yes, we will survive!»

* Periodista y feminista mexicana. Corresponsal de Cimacnoticias en Nueva York.

09/LPB/GG

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