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Mujeres colombianas: la violencia nuestra de cada día

Por Redaccion

La policía de Bogotá, Colombia, detuvo hace pocos días de manera preventiva a un hombre que, según todos los indicios, degolló a su esposa de 19 años, quien tenía siete meses de embarazo, informa Prensa Latina.

La muerte de la joven fue reflejada por la prensa como un crimen pasional, a consecuencia de una discusión que tuvo con su compañero.

Hace ya casi un año otro hecho con semejantes causas conmovió a una de las barriadas populares del sur de Bogotá, cuando fue encontrado en un descampado el cadáver de una mujer con el rostro y las manos desfigurados.

Según las investigaciones, el asesino le había rociado el cuerpo con ácido para que no la reconocieran fácilmente, tras ultimarla con un golpe contundente en la cabeza.

El principal sospechoso era su compañero sentimental, quien según testimonios de los vecinos, la golpeaba casi siempre en medio de ataques de celos e incluso la forzaba a mantener relaciones sexuales.

Ambos sucesos, aunque macabros, casi dejan de sorprender por ser algo muy frecuente en la prensa colombiana, aunque más allá de los detalles particulares, la mayoría de las veces presentan un factor común: la víctima es mujer.

Los medios insisten en que los crímenes pasionales se están convirtiendo en algo casi cotidiano, y según el Instituto de Medicina Legal, el pasado año se reportaron 132, dos como promedio semanal, protagonizados lo mismo por matrimonios o parejas separadas, que por amantes o novios.

El fenómeno ocurre sin distinción de estratos sociales, profesiones o regiones del país, lo mismo en grandes urbes que en áreas rurales.

MASCULINIDAD Y VIOLENCIA

De acuerdo con la antropóloga Myriam Jimeno, quien ha profundizado en el estudio de crímenes pasionales, en la cultura latinoamericana existe relación directa entre la idea de masculinidad y la violencia, y Colombia no es la excepción.

Asegura que la tentación de tratar por todos los medios de conservar a la otra persona puede desatar la violencia, a lo cual se suma que la sociedad es mucho más permisiva con la infidelidad de los hombres que de las mujeres.

Pero la forma de asumir la infidelidad es solo una arista de las actitudes de una sociedad que no ha sobrepasado el machismo tradicional, a pesar de los aires de modernidad y liberalismo que los medios de comunicación reflejan.

Porque la violencia contra la mujer no es solo un problema de infidelidades o incomprensiones entre parejas, sino que afecta al sexo femenino casi desde que las niñas vienen al mundo.

El Instituto de Medicina Legal de Colombia reportó 300 mil casos de lesiones personales a mujeres en el 2006, de los cuales 43 mil 319 fueron a manos de sus parejas, pero más de 70 mil (casi el doble) obedecieron a la violencia familiar, es decir, con la intervención de padres, hermanos, hijos.

La situación puede ser mucho más grave de lo que reflejan las cifras, pues éstas corresponden solo a los hechos denunciados, pero por temor a mayores abusos muchas mujeres se abstienen de acudir a las autoridades.

Marta Lucía Vásquez, Consejera para la Equidad de la Mujer, asegura que las formas más frecuentes de maltrato van desde golpes, palizas y abuso sexual hasta maltrato psicológico como intimidación, menosprecio y humillación constantes.

Para la funcionaria, el problema es de extraordinaria importancia, pues según su criterio los malos tratos contra la mujer son la génesis de gran parte de los problemas de la sociedad colombiana, marcada, precisamente, por una violencia que a veces parece no tener límite.

Las autoridades buscan paliar la situación con recursos que van desde arreciar las condenas y medidas supuestamente ejemplarizantes y controvertidas como, por ejemplo, la exposición en lugares públicos de las fotos de los violadores sexuales.

MEDIOS, AMBIGÜEDAD ANTE EL PROBLEMA

Por su lado, la prensa y la televisión, que por una parte son reflejo de la discriminación y relegación femenina mediante las telenovelas o promoviendo a la mujer como objeto sexual más que otra cosa, también intentan cooperar con pálidas campañas moralizantes contra la violencia.

Pero el problema sigue ahí y al parecer va en aumento. Basta ojear cada día las páginas de los periódicos desde donde sin falta saltarán a la vista nuevas historias de mujeres, adultas o incluso niñas, asesinadas, violadas, o simplemente aterrorizadas, concluye Prensa Latina.

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