El encarcelamiento de mujeres aumentó en las prisiones federales de Argentina, 350 por ciento en menos de dos décadas. Pertenecen a los sectores más vulnerables, y la mayoría de ellas son madres.
Existen trabajos alternativos en la prisión, que permiten que tras cumplir la condena, ellas generen cambios en su vida, revirtiendo la postura de que la prisión es un confín destinado a ‘depositar’ a las mujeres sumergidas en la pobreza.
Siete de cada diez detenidas están procesadas o condenadas por violación a la Ley de Estupefacientes, reveló un estudio de la Defensoría General de la Nación, la Procuración Penitenciaria y el CELS (Centro de Estudios Legales y Sociales).
Un amplio porcentaje está acusada de transportar drogas, y es la primera vez que está detrás de las rejas. La gran mayoría son madres, y tenían niños, niñas o adolescentes a cargo, al momento de entrar en prisión, que en muchas ocasiones sufren situaciones directas de desamparo.
El estudio «Mujeres en prisión: los alcances del castigo», describe todas las violencias, abusos y vulneración de derechos que sufren las mujeres detenidas.
Entre otras, «requisas vejatorias» que consisten «en desnudos totales, y en la revisión de la zona vaginal y anal, que todavía se practican a pesar de estar prohibidas por la legislación internacional». Según datos oficiales, la población femenina en unidades del Servicio Penitenciario Federal (SPF) pasó de 298 en 1990 a 1039 en 2007.
El estudio refleja que el 86 por ciento de las encuestadas son madres, y en su gran mayoría encabezaban familias monoparentales en las que ejercían la jefatura del hogar.
Otro dato significativo es que casi la mitad de las presas son extranjeras. El 80 por ciento son primarias, es decir, no estuvieron detenidas en otra oportunidad. En el caso de las extranjeras, ese porcentaje es aún mayor: alcanza al 90 por ciento. El 55.4 por ciento de las encuestadas se encuentra con prisión preventiva.
La investigación, denuncia el impacto del encierro de las mujeres sobre los hijos menores de edad que perdieron la convivencia con ellas. Algunas de las consecuencias más reiteradas son el desmembramiento del grupo familiar, la pérdida de contacto con la madre, peregrinación por distintos hogares, incremento de la vulnerabilidad económica, abandono de los estudios o dificultad de aprendizaje, situación de explotación laboral infantil, depresión, problemas de salud, entre otros.
YO NO FUI
La Asociación Civil y Cultural ‘Yo no fui’ trabaja en proyectos artísticos y productivos en los penales de mujeres de Ezeiza y, afuera, con las mujeres que salen en libertad. La asociación trabaja con lo que ellas llaman una ‘idea puente’: «que los talleres que se dictan adentro y afuera tengan una relación. La idea es que lo que aprendan les sirva cuando salgan, porque «lo más difícil es lograr conseguir trabajo», explica Lucía Difronte, coordinadora de la asociación.
La tarea es llevada a cabo de manera inter disciplinaria y busca «reconstruir el tejido social y familiar, la pérdida de lazos» que afecta a toda persona que ha estado presa, afirma Difronte, quien junto a Claudia Prado y María Medrano (Coordinadora general de la asociación) buscan «acompañar a las personas en ese proceso de volver a la sociedad».
MUJERES TRAS LAS REJAS
Desde marzo de 2008 la organización ‘Mujeres tras las rejas’ realiza un programa de radio en el Instituto de recuperación de mujeres de Rosario- Unidad 5. La radio se emite «desde las entrañas mismas de los comedores de cada planta», todos los jueves de 17 a 18 horas, por el dial 91.3 Aire Libre Radio Comunitaria, informa Graciela Rojas, presidenta de la organización social.
¿Qué visibiliza el programa radial? «La existencia real de las mujeres privadas de la libertad, porque no sólo en nuestra ciudad, sino en todas partes ser mujer y delinquir es un doble delito: de acuerdo al castigo que establece la ley, pero aun es mas rigurosa la sanción social de ser mala madre – mala mujer.
Construir un puente entre el adentro y el afuera. Romper el silencio de la reclusión y conociendo la realidad, brindar herramientas técnicas para que los internos conformen un equipo de producción y conducción de un programa en vivo».
También llevan a cabo talleres de prevención en transmisión de enfermedades de madres-bebe, sexualidad, maternidad, adicciones, conocimientos legales, producción de textos literarios, lectura compartida de obras de teatro , lúdicas, juegos actorales, fotografía personal, pintura y repostería.
ILUSIONES EN MOVIMIENTO
Diversos trabajos alternativos y desde el Estado se vienen llevando a cabo en distintos puntos del país, un ejemplo es ‘Arte en las Cárceles’. Es un programa que la Secretaría de Cultura de la Nación realiza junto con el Ministerio de Justicia de la Nación en distintas unidades penitenciarias, en las que desarrollan actividades musicales para los internos e internas.
Se organizan cada semana tres talleres de coro, guitarra y percusión con el objetivo de hacer del arte un vehículo de integración social y reafirmación de ciudadanía, y promover el acceso de todos y todas a los bienes culturales.
Otro trabajo tiene que ver con ‘Mariposas libres’, una revista surgida desde la Unidad N° 5, de la cárcel de Mujeres de Rosario. La iniciativa la impulsa el Colectivo de mujeres Las Juanas (organización de mujeres que trabaja en defensa de los derechos en diferentes barrios de la ciudad y también, dentro de la cárcel) que desarrolla talleres dentro del penal.
‘Intensidades de mujer’, es un libro de relatos, poemas y vidas de 18 mujeres detenidas en el penal de Ezeiza, que se presentó en febrero de este año. Es una experiencia de trabajo que incluye a las mujeres privadas de su libertad. La iniciativa surgió de un taller de periodismo de la Agencia Walsh.
*Periodista colaboradora de Urbanas en red
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