Las mujeres indígenas de la sociedad Kari Igomari Niwara (KIN), del municipio Bocoyna, Chihuahua, le piden al presidente Vicente Fox que interceda a su favor para que las autoridades ejidales no les quiten la escuela en la que atienden gratuitamente a las niños y niños del ejido San Ignacio de Arareko.
Biniwa’ame Rarámuri Niwara (La lección es nuestra) es el nombre de la escuela, incorporada a la Secretaría de Educación Pública bajo los acuerdos EP00080053 (primaria) y PE000800 (prescolar).
Por medio de un escrito las 150 mujeres indígenas explican que el 27 de agosto de este año recibieron una carta de las autoridades ejidales donde les piden entregar la escuela, a pesar de que legalmente les había sido otorgada en diciembre de 1999 con la intención de que fueran ellas las que mantuvieran y administraran las instalaciones.
Para tratar sobre el tema, el pasado domingo 8 de septiembre se llevó a cabo una asamblea ejidal pero, como los ejidatarios son sus maridos, no las dejaron entrar y ello las excluyó de la toma de decisiones.
En la asamblea, explican las mujeres indígenas, autoridades de la Procuraduría Agraria señalaron que el acuerdo de la mayoría de asistentes fue que las mujeres entregaran la escuela; no obstante ellas tomaron la decisión de irse a juicio.
Al respecto vale la pena recordar que la ley agraria mexicana, en su artículo 61, refiere que una vez que la asamblea ejidal ha otorgado tierras y éstas no se impugnan en un plazo de 90 días, la tierra entregada le corresponde a quien la recibió.
Además, en el artículo 48 de la misma ley, se señala que quien posea pacíficamente la tierra por más de cinco años adquiere derechos sobre ella.
En ese sentido llama la atención que, sin cumplir la ley, las autoridades ejidales ahora pretendan quitarles lo que legítimamente les corresponde a las mujeres indígenas, organizadas en la sociedad KIN.
De esta manera, la escuela, los proyectos de transporte, las tiendas de productos básicos y de artesanías, lo mismo que el centro de salud están en la mira de las autoridades corruptas de San Ignacio de Arareko, subrayan.
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