En el entendido de que la violencia no es natural en el ser humano sino que es un esquema aprendido, investigadores, funcionarios y legisladores del Distrito Federal coincidieron en que esa conducta se puede «desaprender» para evitar su práctica en la familia.
En el foro «Opiniones y saberes: por la equidad entre hombres y mujeres», organizado por la fracción parlamentaria del Partido de la Revolución Democrática (PRD) en la Asamblea Legislativa del Distrito Federal (ALDF), legisladores locales y especialistas abordaron el tema de la violencia desde varias problemáticas.
Durante la sesión inaugural, la presidenta de la Comisión de Equidad de Género de la ALDF, Dione Anguiano, dijo que el foro pretende ser un espacio de difusión e intercambio sobre la realidad de hombres y mujeres, hoy que las estructuras sociales y familiares en todo el mundo, incluido México, se transforman de manera profunda.
«Los hombres enfrentan cambios que les exigen modificar patrones de conducta, y establecer nuevas formas de convivencia social con mayor equidad.»
Susana Manzanares, presidenta de la Comisión de Participación Ciudadana en la ALDF, advirtió que en los hogares de la ciudad de México se produce el 35 por ciento de las muertes femeninas. Agregó que la tasa de homicidios es tres veces más alta en las niñas que en los niños en una misma edad, mientras que ellas mueren 11 veces más que los niños por maltrato físico.
«Existe una enorme distancia entre la institucionalización de una política pública favorable a las mujeres con la realidad existente en nuestro país, en particular en la capital donde la desigualdad de las mujeres es mayor», lamentó.
La subprocuradora de Atención a las Víctimas del Delito y Servicios a la Comunidad de la Porcuraduría General de Justicia del DF, Bárbara Yllán, expuso que a los hombres se les enseña desde la infancia a que elijan la agresividad como una manera de demostrar afecto, por lo que la violencia en la pareja y en los hogares es una constante «aunque sea sutil».
Al abordar el tema «Violencia y masculinidad», Yllán Rondero enfatizó que es necesaria una revisión de la masculinidad en el papel de la violencia, y aclaró que no todos los hombres son agresores de sus parejas, por lo que dijo –medio en broma– que ellos «deben ser analizados para saber qué les pasó».
Resaltó que mucho hombres violentos se apropian de la victimización de sus parejas, ya que temen al abandono y sufren. Llamó a eliminar las redes de complicidades con los agresores que se construyen en el propio hogar, las instituciones encargadas de atender la violencia intrafamiliar y la sociedad en general.
Marta de la Lama, promotora de la Ley de Asistencia y Prevención de la Violencia Intrafamiliar en el DF, reiteró que la iniquidad de género y las agresiones domésticas van de la mano. La periodista negó que este fenómeno social sea un asunto privado, correspondiente solamente al ámbito familiar.
Mujeres y hombres pueden ser victimizadas en distintas esferas, primero en la familia, luego, por funcionarios y profesionistas de instituciones de ayuda, quienes «están influenciados por mitos y estereotipos culturales sobre la violencia familiar» en perjuicio de las mujeres, explicó Samuel Rodíguez, investigador sobre el tema de la Dirección General de Atención a Víctimas del Delito de la PGJDF.
Sonia Araujo ex funcionaria de la oficina del ombudsman capitalino, reiteró que es necesario «responsabilizar a los hombres de la violencia» para que hagan conciencia por medio de terapias de reeducación.
Indicó que las conductas violentas se pueden controlar, independientemente de las causas que las originen, y que ese fenómeno ocurre sin importar nacionalidad, raza, cultura o condición económico-social de las personas.
La directora de Atención y Prevención a la Violencia Familiar del GDF, Claudia Domínguez, rechazó que el personal de los centros delegacionales de atención carezca de capacitación para atender decenas de casos o que sean insensibles, pero consideró necesaria una reforma a la Ley de Asistencia y Prevención de la Violencia Intrafamiliar para perfeccionar los mecanismos de atención a las víctimas.
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