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Noemí Quirasco y la Readaptación Social

Por Livia Díaz

A partir de 1994 se habla de nuevas cosas como: «visibilización», así como en esos días llegó también el boom de «derechos humanos».

Puedo recordar cómo los policías entre bromas –que es cuando la verdad asoma– referían que no podían someter a muchas personas porque los iban a acusar de violar derechos humanos. Tal decían también algunos comandantes del Ejército y Armada de México sobre la imposibilidad –imposible en su opinión– de cambiar sus papeles para lidiar con la sociedad.

A medida que lo recuerdo, pienso que quizá ya preveían que su papel iría cambiando con el tiempo, y que sus funciones, igual que las de los defensores de la sociedad y la de los que tienen por tareas difundir la información, iban a cambiar.

Todo ha cambiado. Y pensando en la readaptación social, puedo ver que en ambos sentidos, hacia adentro y hacia fuera, también todo ha ido cambiando. Pero cuando se niega que hay una readaptación posible, surge la pregunta ¿es posible que seamos tantos, demasiados, y que no nos demos abasto para tantas cosas?

Retomo el vocablo «visibilizar», cuando poco a poco al advertir y conocer a grandes voces lo que otrora nos llegaba de vez en cuando, nos enfrenta nuestras realidades. Que aunque a veces esquivamos conocerlas, ellas existen y ahí están ante nuestros ojos.

En el Centro de Readaptación Social (Cereso) no hay hombres y mujeres inactivos. Creo que si se les dice que van a trabajar y «talachar» aún más para poderse rehabilitar, se sorprenderán grandemente, pues no paran en todo el día. Primero por sus trabajos y tareas a cumplir, otros por sus guardias, y otros por sus estudios. Poco tiempo tienen para descansar entre una y otra labor, hasta a veces no tienen tiempo libre para echarse un sueñito, o simplemente perder el tiempo entreteniéndose en la inmortalidad del cangrejo.

Visibilicemos esto: Hombres y mujeres ávidos de recuperar – porque así ha de ser para poder estudiar, aprender, transformarse y decidir– la paz, el equilibrio mental y el deseo de superación personal, necesitan no solo obligaciones.

Lo dice alguien que cree en lo trazado por los ideólogos que plasmaron el Artículo 18 de la Constitución de los Estados Unidos Mexicanos. En afán de ser propositiva, porque es lo mejor para nuestro pueblo, yo le digo que las razones geográficas para la división y la vida de un interno, a veces no es la mejor para su desarrollo. La legal y la recreación les llega, pero también muchas veces como una obligación. Así que igualmente podrán quejarse de que nada de lo que hacen desde que pierden su libertad, es por convicciones.

Son tan distintas todas las personas de adentro como afuera. Proceden de estratos, mundos, niveles y oportunidades tan diversos, como hay colores en la naturaleza. E incluso hablan diferentes idiomas, y se expresan en distintas formas.

Dice Noemí Quirasco, presidenta de la Comisión Estatal de los Derechos Humanos: No es tan distinto del exterior. Muchos regresan, es verdad, pero también lo es porque afuera no encuentran lo que adentro tenían. Muchos entraron siendo tan niños que no conocen otra forma de vivir y otro mundo. Pero la mayoría se esfuerzan día a día para ser perdonados por la sociedad, sus familias y a quienes dañaron. Quieren salir adelante trabajando duro y cumpliendo lo que se les indica, no creo que sea justo que se generalice. Celebro que se piense en ellos, y se busque mejorar su calidad de vida.

08/LD/GG

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