Durante los festejos patrios, los pueblos y plazuelas se llenan de colorido y los cañonazos se escuchan por doquier. Gritar, gritamos todos: unos, de alegría; otros, cobijados por la euforia nacional, y otros de coraje.
Fuimos invitados a dar el grito en el Estado de México y la plaza, a pesar del chipi chips, estaba abarrotada. El grito lo dio Arturo Montiel, pero terminando le pasó la bandera a Enrique Peña Nieto, quien por la mañana había tomado protesta con un discurso político que ya quisiera Beatriz Paredes, pues el gobernador saliente tocaba la campana como llamando a todos los fieles al arranque formal de su precampaña.
Todo salió como se esperaba: los juegos artificiales fueron el regocijo del concurrido público y casi nadie se acordó de la explosión de esa mañana en el mercado de San Pablito. Así es el pueblo en fiesta. Todos se divertían con la pegajosa espuma y, aunque estuvieran cubiertos de jabón, parecía no importarles. Los vendedores y sus coloridos puestos dieron sabor, calor y tradición a nuestra máxima fiesta.
Me puse a pensar en el futuro, cuando sea el último grito de Enrique Peña Nieto y entonces él, como ahora Montiel, emprenda la carrera a la presidencia. Creo que todos los mexiquenses tenemos esa expectativa aunque, francamente, con un pronóstico político más alentador que el actual, donde el canibalismo ha dado alcance a tricolores, azules y amarillos.
¿Quiénes quedarán de los que hoy se muerden y rasgan las vestiduras? ¿Estará Madrazo en Palacio Nacional dando su último grito? ¿Acaso lo hará Montiel, o será un tercero dentro del PRI? ¿Estará el PAN como oposición, que es lo que mejor sabe hacer? ¿Será el Peje el titular del ejecutivo? ¿Podremos los mexicanos disfrutar en paz las fiestas del 2012?
Hoy las instituciones se miran con suspicacia, incluyendo al IFE y sus tribunales. Hoy la seguridad es el problema más grande de la nación. Hoy el desempleo nos da para una silenciosa súplica y una discusión muy seria sobre economía, inversión y confianza. Hoy hay poco respeto por las alianzas, por los compromisos de Estado, por el estado de Derecho.
Hay inquietud. Tenemos miedo a ser asaltados, secuestrados, o a morir en medio de un ajuste de cuentas de los narcos. Y la pregunta es: ¿aguanta nuestro país más celebraciones?
*Periodista mexicana
05/MG/YT