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Patriarcado toma conciencia de que mujeres adquieren libertad

El patriarcado ha tomado conciencia que las mujeres han adquirido más libertad, más igualdad, más autonomía frente a los varones y reaccionan reactivamente a otras formas de violencia, afirmó aquí la feminista española y doctora en Ciencias Políticas y Sociológicas, Rosa Cobo Bedia.

De manera colectiva, los varones compensan la pérdida de poder individual, lo que en términos sociológicos significaría que los varones pierden poder en términos micro-sociales y tratan de recuperarlo a nivel macro-sociales, lo que da paso a nuevas formas de violencia contra las mujeres en un momento de desorden geopolítico internacional, económico y político, inestabilidades que desembocan un momento histórico de desorden patriarcal.

Al presentar su ponencia sobre Multiculturalismo y nuevas formas de violencia patriarcal, la feminista apuntó que mientras el concepto de barrera de entrada significaría en la «industria» del narcotráfico «generar una extraordinaria violencia entre los propios cárteles para impedir competencia entre ellos», en el caso de la violencia patriarcal contra las mujeres, la barrera de entrada actúa para que ellas sigan acomodándose y adaptándose al concepto de mujer tradicional, de normatividad femenina subordinada, inferior al varón que se construyó en la modernidad.

En su participación en el Primer Congreso Internacional sobre Estudios de Género, que realiza el Instituto de la Mujer Oaxaqueña (IMO), agregó que a la lógica de la globalización neoliberal e informacional se suma otra: la lógica multiculturalista, identitaria que cumple una función contraria a la globalización, que trata de proteger la tradición, muchas veces fuente de opresión hacia las mujeres.

Tenemos que entender, dijo, que la humanidad transita en estos momentos entre las lógicas de globalización e identitaria, que han devenido en choques culturales.

Cobo Bedia explicó que en estos choques intervienen las variables cultura, nación y religión, ésta última cobra cada vez mayor importancia, «insólitamente en un país como México de larga tradición laica y que en los últimos años ha estado sometido a un proceso de fundamentalización católica en su vida política».

Sin embargo, advirtió que muchas veces estos choques culturales «son sólo en apariencia en realidad son de otra naturaleza, muchos de estos conflictos son de género, patriarcales, pero hay un esfuerzo mediático y social, claramente dirigidos para disfrazar esos choques patriarcales como si fueran conflictos culturales, religiosos o nacionales, una cortina de humo que trata de ocultar dimensiones muy profundas de la desigualdad de las mujeres».

Autora de varias publicaciones y profesora titular de la Facultad de Sociología de la Universidad de Cataluña, sostuvo que ante este panorama el único colectivo que está autorizado para realizar un juicio crítico son las feministas, que pueden entender la construcción de «los otros» como inferiores, porque las mujeres desde su origen hemos sido tratadas como «las otras».

Podemos interpelar aquellas tradiciones culturales, en cuyo seno tienen lugar prácticas que vulneran el principio de igualdad, añadió la maestra de feminismo, quien recordó sólo unas cuantas de las que llamó «prácticas lesivas para las mujeres» como la imposición del velo a las mujeres árabe-musulmanas, impedimentos del voto femenino en comunidades indígenas, mutilación genital, impedimentos legales y no legales para acceder a la titularidad de la tierra, los asesinatos por honor y el rapto, entre otros muchos que «podrían llevarnos la tarde».

Prácticas que se quieren pasar por culturales pero que en la realidad son patriarcales, reiteró.

IDENTIFICAR LA DESIGUALDAD

Cobo Bedia planteó las diversas teorías del multiculturalismo, pero advierte que como ninguna cultura es inocente, el feminismo sabe que no todas las prácticas culturales son dignas de protección, por lo que se generan criterios que permitan distinguir cuándo una práctica cultural es digna de respeto y cuando ha de ser desactivada, como sería el caso de «las prácticas culturales que lesionan los derechos humanos».

En suma, planteó que la tarea teórica y política es identificar la desigualdad en que cada estructura de dominación masculina y de las prácticas sociales y culturales sitúa a las mujeres.

Señaló que las nuevas formas de violencia patriarcal tienen como sustrato la globalización económica y la globalización informacional, que no sólo lleva a la pérdida del poder económico a las personas, además de sus efectos «perversos» sobre las mujeres en quienes las políticas económicas están creando el modelo de trabajador idóneo, con sueldos precarios, trabajadoras que tienen muchos nombres que representan simbólicamente la trabajadora de la maquila, una nueva clase de servidumbre económica.

La feminista criticó la pérdida de soberanía de algunas naciones frente al capitalismo internacional y las multilaterales, como el Fondo Monetario Internacional, la Organización Mundial de Comercio y el Banco Mundial, pérdida que significa muchas veces llamar a la impunidad por la falta de autoridad para defender a los sectores sometidos a la violencia.

Junto a esta crisis, dijo, está la cada vez mayor dominación de la cultura criminal que en México tiene una influencia del 60 por ciento en la economía, del 23 por ciento en la de Estados Unidos y que España juega un papel fundamental a la hora de blanquear dinero. Una economía criminal que en el caso de las mujeres significa tráfico de personas o el narcotráfico que produce todo tipo de asesinatos.

Por último, dijo que el desorden geopolítico internacional, económico, político, está acompañado de una crisis de legitimación del patriarcado, una estructura de dominio que tiene un carácter transcultural que está presente en todas las sociedades y que ahora ve cuestionado su poder, «cuando los subordinado cuestionan la posición de los dominantes, cesa el mundo del consenso y aparece el mundo de la violencia».

Por otra parte, en entrevista afirmó que las nuevas formas de violencia contra las mujeres es completamente insólita, porque estábamos acostumbrados a entender que la violencia contra las mujeres estaba relacionada con aquellos hombres con los que ellas tenían alguna relación familiar de pareja, ahora el agresor o el homicida no conocía a la mujer que va a violar, matar y mutilar. Se trata de una virulencia extraordinariamente fuerte, que requiere de una reflexión intelectual, acción política y visibilización del problema.

DEBEN RECONOCER VIOLENCIA DE GÉNERO

Rosa Cobo Bedia señaló en relación con el problema de violencia que viven las mujeres del grupo étnico triqui en Oaxaca, que cobró recientemente la vida de dos locutoras, que lo primero que tendría que hacer el gobierno es reconocer que el problema existe, lo que no es fácil, en Ciudad Juárez por ejemplo «han decidido cerrar los ojos y aplicar una particular forma de ceguera a esos homicidios».

Después de reconocer que el problema de violencia patriarcal existe, las autoridades tendrían que generar estrategias políticas y jurídicas orientadas a resolverlo. Aseguró que en caso de que las autoridades no hagan caso de la problemática, seguiría la movilización internacional.

El Primer Congreso Internacional sobre Estudios de Género que concluirá la noche de hoy tratará los temas de Multiculturalismo y derechos de ciudadanía, Feminismo de la diferencia y feminismo de la Igualdad, y el Género como frontera: la identidad de las mujeres en el cruce de las culturas. Asisten como ponentes las doctoras en Filosofía Alicia Miyares, Luisa Posada Kubissa y Estela Serret.

Durante la inauguración, la titular del IMO, Norma Reyes Terán, sostuvo que esta ha sido una instancia detonadora de cambios para favorecer el adelanto de las mujeres, pero admitió que la comprensión de la subordinación de las mujeres sigue siendo endeble en la cultura política local.

Por otra parte, criticó el que llamó un uso distorsionado de la defensa de los derechos de igualdad de las mujeres, se requiere –planteó– permanecer atentas a la legitimidad de los discursos; conceder credibilidad a los actores que acompañen sus intenciones con actos, y criticar a quienes con demagogia pretendan continuar lucrando, sean de izquierdas, derechas o indigenistas.

Fue entonces cuando lamentó el crimen de Felícitas Martínez y Teresa Bautista, «pero me permito señalar que la violencia de género en Oaxaca no comenzó con este cobarde acto», dijo al agregar que el IMO ha documentado un sinnúmero de crímenes y preguntó ¿dónde han estado todo este tiempo quienes hoy se rasgan las vestiduras?
El acceso al Primer Congreso fue restringido a algunas participantes, a quienes se les avisó que no serían «bienvenidas» pese a que se habían solicitado su inscripción, la razón, decía la empleada del IMO, es que «no reunían los requisitos».

08/SJ/GG/CV

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