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Pobreza con rostro femenino

Por la Redacción

Lejos de regocijarse, numerosas madres latinoamericanas lloran la suerte de traer una niña al mundo porque nacer mujer en esta porción del continente supone la pertenencia a una nueva clase de servidumbre, señala un reporte de Prensa Latina.

«Desde hace más de dos décadas, la pobreza avanza por Latinoamérica con rostro y vestuarios femeninos: trabajar de manera informal, inmigrar o prostituirse, son las escasas opciones que quedan a las representantes del mal llamado sexo débil para sobrevivir».

Con relación a los hombres el panorama en AL es desigual.

A diferencia de los hombres, uno por cada cinco, en AL la mitad de las mayores de 15 años no tienen ingresos propios. Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT) en Argentina, Uruguay, Perú, México, Chile y Brasil, la tasa de desempleo femenino representa 1,4 veces la registrada entre los varones. Además, las jefas de hogar tienen menos ingresos que sus contrapartes masculinos, en hogares pobres como en los de mayor ingreso.

¿Las causas? La desatención y negligencia del sistema legal para las mujeres en casi toda Latinoamérica y el Caribe.

DESIGUAL Y LENTO AVANCE EN EQUIDAD Y RESPETO

Los avances en la equidad y el respeto a este grupo poblacional son desiguales y lentos, opinan estudiosos y defensores de los derechos de este sector.

La violencia intrafamiliar, de la pareja y de gran parte de la sociedad, acechan de manera constante a las mujeres en la mayoría de los países latinoamericanos. Son poco apreciadas al repartir la renta y la educación para la vida. En el mercado laboral todavía es muy desigual el número de mujeres profesionales con relación a su presencia en cargos de dirección de organizaciones y administraciones públicas.

Pesquisas de la Organización de Naciones Unidas (ONU) sugieren que si a las mujeres se les ofreciera idéntico apoyo que a los hombres, aumentaría el rendimiento de los cultivos en el agro, en un 20 por ciento, informa Prensa Latina. De eliminarse las desigualdades de género en el mercado de trabajo, en Sudamérica el producto nacional tendería a incrementarse en más de un cinco por ciento.

Representantes de organizaciones feministas han insistido en la urgencia de reclamar a los gobiernos políticas sociales encaminadas a reducir la falta de equidad más allá del discurso.

Atrapadas en el ciclo de la pobreza, la mujeres latinoamericanas carecen, además, del acceso a los recursos y los servicios necesarios para transformar la situación, lo cual se agrava a partir del recrudecimiento de la globalización.

La vinculación cada vez mayor de la economía a los mercados mundiales suele incidir en la reducción de los gastos públicos y de los programas sociales, trasladando el costo a las familias, donde suelen ser ellas las que llevan sobre sus hombros la carga adicional.

Las diferencias de género en la nutrición de mujeres y hombres guardan relación con la pobreza, la distribución de los alimentos, pero en especial con la profunda y arraigada discriminación de género, afirman informes de la ONU, en lo que se insiste que «las mujeres constituyen casi el 70 por ciento de los habitantes del planeta, pese a lo cual son las más proclives a padecer por la miseria, la marginación y la violación de los derechos fundamentales».

CIFRAS Y DENUNCIAS HABLAN POR SI MISMOS

Las mujeres representan dos tercios de los analfabetos del orbe y medio millón muere cada año durante el embarazo o el parto, al mismo tiempo que la mayoría de los mil 500 millones de personas que viven con un dólar o menos al día son mujeres.

Organismos sanitarios internacionales coinciden en que el VIH/Sida tiene mayor incidencia en este género que en sus contrapartes.

Casi al final de los años 90 se comprobó que en los países menos desarrollados, 450 millones de mujeres adultas fueron raquíticas durante su niñez, la causa: desnutrición, 250 millones siguen en riesgo de sufrir desórdenes por la insuficiencia de hierro y yodo.

Todavía alrededor de dos millones de mujeres están ciegas por una insuficiencia de vitamina A y 745 millones son anémicas.

Cifras desmienten la asunción y ejecución de programas gubernamentales favorables a las mujeres, en correspondencia con lo acordado hace más de una década en Beijing con el ánimo de contrarrestar la discriminación y desigualdad de géneros.

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