Inicio Política y tradición obligan en China al infanticidio de niñas

Política y tradición obligan en China al infanticidio de niñas

Por Gladis Torres Ruiz

El infanticidio de niñas en China es producto no sólo de las tradiciones sino de la política de control de la natalidad impuesta por el Gobierno chino, opera como una práctica terrorista de control sobre las mujeres para mantenerlas en su prescrito papel reproductivo, como las dadoras de hijas e hijos, señala la investigadora Sharon K. Hom.

En un artículo divulgado por ISIS Internacional, la investigadora apunta que en el infanticidio femenino no hay solamente un asesinato de otro, sino una aceptación del disminuido valor de la vida de las mujeres de sus hijas. Trágicamente, estas dos muertes son advertencias de la dificultad para erradicar esta violencia de género en los ambientes doméstico, nacional y global.

En China la preferencia del hijo varón es tradicional, los hombres heredan el linaje y se ocupan de cuidar a los padres durante su vejez, mientras que las mujeres se casan y se dedican al cuidado de su familia política. Algunos estudios sugieren que el recorte en el número de mujeres ya era un dato en las crónicas de la China Imperial y la era republicana.

Sharon K. Hom afirma que el asesinato de niñas es una forma de violencia contra su infancia, contra sus madres y contra todas las mujeres en la sociedad en que ocurre. «El infanticidio femenino es un juicio discriminatorio basado en el género acerca de quién sobrevivirá».

Agrega que en los mensajes ideológicos implícitos que se transmiten comúnmente en China, niñas, mujeres y hombres pueden ser condicionados a aceptar la legitimidad o, quizá peor, la inevitabilidad de esta práctica, pues la ideología socialista china y las dos principales instituciones sociales de poder, el Partido Comunista Chino (PCC) y la familia china, reflejan valores autoritarios y jerárquicos que legitiman la supremacía de una visión de género masculino del orden «natural» de la sociedad, puntualiza.

PRESIÓN SOCIAL

En los ámbitos familiar y social, con frecuencia la madre está sujeta a una enorme presión para parir a un hijo varón, o para tener que enfrentar el abuso y la humillación. Como ejemplo, la investigadora señala el caso de María Chang, quien en 1998 reportó que en este país se abusa de las mujeres y son discriminadas sistemáticamente por el hecho de dar a luz a niñas.

Relata que una mujer de Tianjin sofocó a su hija y después se suicidó, luego del repetido abuso físico infligido por su esposo y su suegra por dar a luz a una niña, y que otra fue asesinada junto a sus dos hijas por su esposo, quien argumentó que él era demasiado joven para estar condenado a una vida sin hijos varones.

Las mujeres son culpadas por tener hijas y las esposas que «fracasan» (en engendrar varones) son envenenadas, estranguladas, apaleadas y socialmente excluidas (algunas han sido conducidas) al suicidio, otras ingresadas en instituciones mentales. La presión sobre las mujeres es tan grande que muchas rompen en llanto al enterarse de que han dado a luz una niña.

La investigadora apunta que el infanticidio femenino debería ser más que un crimen cometido por individuos. Dentro de una «conceptualización de ámbitos de violencia», el infanticidio femenino, el aborto forzado de fetos femeninos contra la voluntad de la mujer embarazada, el aborto de embarazos múltiples, el abuso en contra de esposas que «no consiguen» parir hijos varones, los suicidios de mujeres abatidas y la malnutrición de las niñas a favor de los niños, son todas formas de la devaluación de la vida de las mujeres.

«Todas estas formas de abuso contra las mujeres son de hecho consecuencias de género –inevitables y previsibles– de las políticas oficiales chinas adoptadas en el contexto de las realidades estructurales, ideológicas y culturales existentes».

Sharon K. Hom afirma que el infanticidio femenino necesita ser reconceptualizado, tanto globalmente como en China, como parte de un ambiente de violencia contra las mujeres, resultado de una compleja interacción de factores estructurales, ideológicos y culturales. Esta violencia contra las mujeres es un crimen de género, es decir, un feminicidio social.

A lo largo de distintas épocas y situaciones, las familias chinas han usado el infanticidio para afectar el tamaño y la composición de género de sus familias. Debido a la actual limitación impuesta del hijo único, muchas parejas sólo tienen una oportunidad legal de tener un hijo y deciden confiar en las máquinas de ultrasonido para identificar los fetos y abortar a las niñas.

En las zonas rurales el programa admite un segundo hijo, pero si la primogénita es mujer, con frecuencia se aborta a la segunda niña hasta obtener el varón deseado, o se la abandona apenas nacida.

08/GT/GG

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