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Por falta de servicios de cuidado infantil mexicanas están en la informalidad

Por Guadalupe Cruz Jaimes

Debido a que el Estado ha delegado en las mujeres el cuidado infantil al no proveer servicios públicos de cuidado para que las trabajadoras dejen a sus hijas e hijos, la informalidad se ha convertido en una salida para ellas que tan solo durante el primer trimestre de 2011 ocuparon el 29.3 por ciento de quienes se encontraban en esta modalidad.

En México, de las 17.7 millones de mujeres que participan en el mercado laboral, 71 por ciento tiene responsabilidades familiares de crianza y cuidado de sus hijas e hijos, sin embargo, a mayor descendencia, menores posibilidades tienen de participar activamente en la economía del país.

Según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) en 2011 la tasa de participación económica de las mujeres con uno a dos hijos fue de 35.7 por ciento, con tres a cinco de 29.3, y con seis o más hijos, de 6.6.

El peso de la responsabilidad del cuidado infantil depositado en las mujeres y la falta de servicios públicos de cuidado para sus hijas e hijos ocasiona que abandonen su fuente de trabajo y perjudica las condiciones laborales de quienes permanecen en alguna actividad económica.

Así lo señala, el texto «Conciliación trabajo y familia en México: las responsabilidades compartidas de mujeres y hombres en el debate público», elaborado por la Fundación Friedrich Ebert, que agrega que «es muy posible que su mayor inserción en la informalidad esté intrínsecamente relacionada con las responsabilidades familiares, ya que les permite desarrollar ambas actividades y a su vez obtener ingresos», pese a que el cuidado infantil «no se dé en el mejor lugar para su socialización y desarrollo educativo».

A pesar de que la mayoría de las trabajadoras está casada (39.4 por ciento) o vive en pareja (11.8 por ciento), las responsabilidades familiares no se comparten, aunque ellas, junto con los hombres, son proveedoras del hogar.

Los datos oficiales refieren que en promedio las mexicanas invierten 41 horas a la semana en trabajo no remunerado, es decir 18 horas más que los hombres, «siendo las mujeres casadas o unidas las que más tiempo invierten en ello».

Las tareas del cuidado las colocan en una situación de desventaja que también se traduce en el detrimento de sus condiciones laborales, ya que para conciliar el trabajo y la familia, las mujeres se ven orilladas a trabajar jornadas parciales, por las que obtienen menores ingresos y prestaciones sociales.

El 10 por ciento de las trabajadoras labora menos de 15 horas a la semana, mientras que sólo el 3.8 por ciento de los hombres está en esa condición.

Esa situación perjudica todavía más a las mujeres sin escolaridad, cuya tasa de participación económica en 2006 fue de 29 por ciento, mientras que el 60 por ciento de las que tiene una escolaridad mayor a la secundaria estaba en el mercado de trabajo.

Los bajos salarios son una constante, ya que en 2011, 62 por ciento de las trabajadoras percibió ingresos de hasta tres salarios mínimos, y sólo 6.6 por ciento recibió más de cinco.

Especialistas de la Fundación Ebert indican que es necesario generar servicios públicos de cuidado para aligerar la carga de las trabajadoras.

12/GCJ/LGL

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