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¿Por qué continuar hablando de Ciudad Juárez?

Por Nancy Betán Santana

De pie, entregadas a su labor, cuatro mujeres trazan cuidadosamente las letras que formarán los nombres de sus hijas sobre unas cruces rosadas. De pie, muestran las fotografías con ellas, hablan de la última vez que conversaron con ellas; de la ocasión en la cual, cada una, con su cuerpo entero y vivo, se despidió.

Ésta es una escena común en una ciudad, Ciudad Juárez, Chihuahua, donde el feminicidio se ha vuelto un fenómeno común desde hace 17 años, pero el cual, contradictoriamente, se ha negado de todas las formas posibles, por simple mesura, por protocolo, por estupidez.

— ¿Cree que las muertes de mujeres en Juárez formen parte de un patrón de violencia contra el género femenino, señor Fox?

— No hay que escandalizar, señoras y señores, en otros estados de la República también matan mujeres.

Retratada por Alejandra Sánchez Orozco y José Antonio Cordero Chávez en el documental Bajo Juárez, esta realidad emerge de las calles donde han desaparecido más de mil mujeres, de los predios privados donde han sido hallados algunos cadáveres de las más de 400 asesinadas en Ciudad Juárez.

A cuatro años de concluido su rodaje y tras ocho meses de su primera exhibición en las salas comerciales de nuestro país, este mes, Bajo Juárez inicia su recorrido por la Cineteca Nacional.

¿Por qué continuar hablando de Bajo Juárez? Porque la ciudad de Bajo Juárez sigue siendo Ciudad Juárez.

Porque madres y padres de las mujeres asesinadas persisten en la lucha por obtener la justicia que les deben; porque las hijas e hijos de estas mujeres han crecido; porque sus hermanas y hermanos, primas y primos, aún aguardan inconscientemente frente a sus puertas un regreso; porque la ciudad, a través de los funcionarios ignorantes y corruptos, continúa devorando a sus hijas.

Bajo Juárez es, para quienes solamente han oído hablar del feminicidio, una revelación, donde la vida que aún les queda a «las muertas» confiesa, a través de los cuatro capítulos que conforman el documental, hechos inimaginables por su atrocidad y manifiesta su desesperación ante la impotencia e indiferencia de quienes mienten para resolver los casos y castigar a culpables fabricados.

Los testimonios de los familiares (preponderantemente madres) de algunas de las víctimas son la columna vertebral del documental. En ellos, las también integrantes de la organización civil Nuestras Hijas de Regreso a Casa permiten la entrada a sus casas, a su modo de vida, tan distinto desde la noticia de la muerte de sus hijas; a su dolor redimensionado con cada acción en favor de la resolución de los casos.

A éstos se agregan el de Óscar Maynez, ex perito de medicina forense del estado de Chihuahua, quien renunció a su cargo debido a las múltiples irregularidades en la investigación de los crímenes; Ana Washigton Valdez, periodista y autora del libro Cosecha de mujeres; así como del autor de Huesos en el desierto, Sergio González Rodríguez.

Asimismo, se hallan las declaraciones de culpables fabricados, uno de ellos, primo de una víctima, quien fue torturado y encarcelado durante tres años, únicamente por exigirle al procurador de justicia de Chihuahua que hiciera su trabajo y encontrara al verdadero responsable de la muerte de su prima.

Paralela todos estos relatos, está la historia de una mujer veracruzana que arriba a Ciudad Juárez para trabajar en una de las tantas maquilas, cargada de esperanza por el cambio radical de vida que le aguarda. Negada a la idea de creer en los comentarios acerca de las región a la cual ha llegado.

Las condiciones precarias de trabajo en las maquilas, horarios por demás riesgosos (de 11 de la noche a seis de la mañana) y la falta de protección por parte del Estado, no son importantes para mujeres como ésta, que anhelan ser independientes y libres.

En entrevista con Cimacnoticias, Alejandra Sánchez calificó como preciso que alguien más tomara la estafeta para actualizar el documental, o bien, reflejara el panorama de otra región en donde exista un patrón de violencia contra las mujeres, como el Estado de México, entidad poseedora del primer lugar en feminicidio e infanticidio.

¿Por qué continuar hablando de Bajo Juárez? Porque ahí se hallan los inicios de una lucha que aún no finaliza, y que a pesar del rechazo y la evasión de fiscales especiales, procuradores, gobernadores y presidentes, continúa.

Una batalla en la cual las madres de las víctimas concentran su valor para alcanzar objetivos como el reportado en abril por Cimacnoticias: el primer juicio a México por ser responsable ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos de la desaparición y posterior muerte de tres de las cientos de mujeres asesinadas en suelo juarense.

09/NBS/GG

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