Mujeres organizadas de todo el continente manifestaron su rechazo al Acuerdo de Libre Comercio de las Américas (ALCA) y exigieron a los representantes gubernamentales de cada uno de sus países dar marcha atrás a las negociaciones.
Articulación de Mujeres del Campo de América Latina y Caribe; el Comité de Género de Alianza Social Continental; Diálogo Sur/Sur y la Marcha Mundial de las Mujeres, entre otras organizaciones, se pronunciaron en ese sentido durante una reunión sostenida la última semana de octubre en esta ciudad.
Mediante un comunicado, manifestaron que ese Acuerdo es un sometimiento a la política internacional, el cual traerá la pérdida de la soberanía y autonomía de los países, empobrecimiento masivo y peores condiciones de trabajo de las que ya existen actualmente, sobre todo para las mujeres.
Las mujeres, quienes son una parte importante de las economías de los países, han contribuido con su trabajo, muchas veces no remunerado o mal pagado, a impulsar iniciativas para producir y generar ingresos que garanticen la sobrevivencia de la población, resalta el documento.
Por ello, consideran que de entrar en vigor ese Acuerdo traerá desventajas e injusticias pues las desigualdades de género se ubican en «el corazón de la economía» y tienden a agravarse con políticas neoliberales como las que el ALCA promueve.
Entre las desventajas del ALCA, destacan que desaparecerían las pequeñas y medianas empresas que emplean en su mayor parte a mujeres, y promovería la apropiación privada, vía patentes, del patrimonio que durante siglos ha pertenecido a las indígenas y campesinas, como las semillas, artesanías y prácticas curativas.
Otro inconveniente es en cuanto al empleo y trabajo, pues la previsible quiebra de unidades productivas rurales y urbanas, lo mismo que la privatización de empresas y servicios públicos, generarán desempleo, lo que dañaría a la población femenina.
Este fenómeno puede provocar la expulsión de fuerza de trabajo de los hombres del campo a las ciudades, principalmente hacia países del norte, y la generación de empleos precarios que desconocen los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres.
Un claro ejemplo lo constituyen las maquilas, en las cuales 80 por ciento de la fuerza laboral es femenina, y se ha impuesto un modelo de sistemática violación de derechos laborales y humanos, por ejemplo mediante la prohibición de embarazarse o el acoso sexual, expusieron las organizaciones.
Otra desventaja, de acuerdo con el comunicado, se vería reflejado en los servicios de salud y básicos (agua, luz, telecomunicaciones, educación) pues al privatizarlos menos mujeres tendrían acceso a ellos.
Las mujeres hacen una serie de propuestas para cambiar el modelo económico y el comercio internacional, entre las cuales destacan que éstos ya no deben estar regidos por el interés particular, la explotación o la competencia que generan injusticias y empobrecimiento.
Proponen una economía que dé prioridad a las necesidades humanas, que potencie diversas maneras de organizar la producción y que supere desigualdades e injusticias, especialmente las que afectan a las mujeres.
Consideran que el comercio internacional debe estar regido por normas y acuerdos basados en la aplicación de derechos, la solidaridad, la complementariedad, la colaboración y la reciprocidad, y no en la competencia y el dominio de los poderosos.
«Nosotras queremos vivir en un mundo solidario, democrático, pluralista, ecológicamente sustentable y pacífico; queremos vivir en un mundo sin violencia hacia nosotras, en un mundo de respeto e igualdad entre mujeres y hombres», finaliza el documento.
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