Inicio «Salí del quinto infierno, el de la violencia»

«Salí del quinto infierno, el de la violencia»

Por Silvina Molina

«Tengo la vida suspendida», dice Inés, una mujer que fue víctima de violencia desde que se casó, que se armó de valor y estudió leyes para defenderse.

Cansada de los abusos a la que era sometida ella y sus hijos, denunció a su ex pareja penalmente y se separó. No obstante, la justicia no falló en contra del agresor y, además, fue acusada por narrar su testimonio en un programa de televisión.

Inés, con fluidez y contenido dolor, denuncia que su marido la golpeó con saña y abusó de sus hijos, que busca justicia allí donde parece no haberla: los Juzgados.

Tiene la voz firme y sonríe tristemente cuando habla de su caso a la agencia Artemisa: «Esto que te cuento es de manual, lo habrás escuchado veinte veces…».

Víctima de los golpes feroces, del maltrato psicológico, del abuso sexual a sus hijos (del que no me repongo), de las telarañas del poder y de la presión económica, Inés fue acusada y compareció ante los jueces por una demanda por su ex pareja por haber dado testimonio en un programa de televisión, a pesar de que era él quien había sido denunciado penalmente por violencia y abuso agravado.

UNA HISTORIA DE MALTRATO

Nos conocimos en 1985 y en 1989 nos casamos. Durante la luna de miel en Europa comenzó a pegarme. La primera noche que eso ocurrió, dormí en el baño. Desde que nos casamos, pasé a ser un bien de él.

Durante el embarazo se acrecentó la violencia. Me apuntaba con el índice y me decía que tenía que asumir la situación «porque yo te mantengo». Me amenazaba con quitarme al bebé al nacer si le contaba a alguien lo que sucedía.

Cuando ya teníamos los dos chicos (un varón y una nena) comencé con problemas de columna. Como él es médico, me inyectaba y no me dejaba consultar a otro profesional. Yo tenía 35 años y ya estaba postrada.

Después de una dura pelea, conseguí que me diera los estudios clínicos y fui a ver a un especialista. Este traumatólogo ya le había dicho a mi marido que si no me operaba, terminaba en silla de ruedas. Por supuesto, él jamás me había contado nada. Ante la evidencia, permitió que me operaran. Estuve un año en cama, sin poder moverme, y fue un infierno, porque él me obligaba a tener relaciones sexuales.

En 1995, la situación era insostenible. La violencia se incrementaba cada vez más. Le pedí el divorcio, él se fue y a los 15 días volvió… Y fue peor.

Un día cuando me iba a la escuela de mi nena, él me arrastró hasta la habitación, me pegó, sacó una pistola 9 mm. y amartilló el arma: «Te mato, hija de puta», gritó. «Mátame de una vez», le respondí, y de pronto me soltó y me empujó?

Ese fue el golpe que me hizo reaccionar, porque me fui derecho a la Comisaría. Él se paró delante del auto y trató de evitar que yo saliera: «el tiro te lo voy a pegar igual». Pero fui yo la que se fue igual?»

ACOSO Y AMENAZAS

A partir de ese momento, 1995, empezó a tramitarse la primera denuncia penal y simultáneamente se inició la causa de divorcio, que hasta hoy no está concluida.

Inés se separó, pero afirma que él la sigue acosando y amenazando.

«Un domingo me di cuenta de que abusaba de mis hijos, cuando la nena, de cuatro años, volvió de un fin de semana con su papá, y me contó que le dolía «ahí», señalándose la vagina. La llevé a una pediatra, quien me dijo que se trataba de un abuso. ¿!ué es un abuso?, le pregunté. Y me lo explicó todo, hizo un informe y me dijo que si no denunciaba al padre de mi hija, lo denunciaba ella, que no iba a ser cómplice. Esa médica es muy valiosa…»

En la Comisaría declaré hasta la medianoche, pero como el papá de los chicos en ese momento era funcionario del Gobierno menemista, resolví esconderme en casa de unos amigos mientras duraron las pericias a la nena y a mí. Un informe psicológico confirmó el abuso.

«Aunque parezca mentira, lo encarcelan pasado un año… por cuatro días. La causa estuvo seis años en Morón, y un funcionario del Juzgado me dijo que nunca había visto tantas pruebas en una causa de abuso; la nena contaba todo con detalles y jamás se desdijo. Eso sí? debo ser la única mujer en la provincia de Buenos Aires que logró que los chicos no tengan más contacto con el padre».

«Cuando el varón tenía ocho años, tuvo una infección en el pene y fue entonces cuando comenzó a contarme tímidamente que su papá le hacía lo mismo que a su hermana: Si te cuento todo lo que pasó, nos va a pasar algo, me dijo. Ahora es adolescente, y la situación se complica, porque dice que con lo que le hizo su papá, no puede vivir… pero a pesar de todo se está liberando.»

OTRAS DENUNCIAS

Durante todos estos años, el hombre, con amigos en el Poder, contraataca, acusa, le abre a Inés causas judiciales en provincia o en Capital por cargos insólitos como «secuestro de menores». Sus hijas, de su primer matrimonio, efectúan una presentación para poder ver a sus medios hermanos. Inés desmiente, corrobora, busca pruebas, se defiende.

«Cuando fui a dar testimonio a un programa de Canal 2, se preservó mi identidad y jamás nombré al padre de mis hijos. Pero a los tres meses, él me inició una causa por injurias. Quedé imputada, me «pintaron» los dedos (me «ficharon»), fui a juicio oral después de tres años y quedé libre por falsa denuncia, debido a que se corroboró que los testigos que él presentó no eran confiables».

No sé, no entiendo porqué no hay aún una sentencia en las causas graves? Lo que pasa es que él tiene dinero, tiene tiempo para apelar, abrirme causas, dilatar las decisiones, buscar nuevas personas para acusar, y así logra que todas las causas estén abiertas en distintos lugares.

«Hace 11 años que recorro juzgados con mis hijos, ya tuve cuatro pares de abogados, no sé la cantidad de dinero que llevo gastada, y no sale ni el divorcio, ni la condena por abuso, ni la condena por alimentos, ni nada ¿Quién me devuelve la vida ahora?»

Para poder litigar, Inés estudió dos años de Derecho, carrera que abandonó «porque me involucraba mucho». Hace sus propios escritos judiciales y conoce de tiempos procesales y procedimientos. Realiza múltiples trabajos para sobrevivir y mantener a sus hijos, desde ventas a domicilio hasta una ayudantía en un Curso de Violencia Familiar en un prestigioso hospital de la Ciudad de Buenos Aires. Vive en un departamento que le compraron su papá y su hermano.

«Aprendí que también hay malos tratos en los Juzgados; y también del manoseo de los abogados? Cuando accedí a un informe de la Suprema Corte de la provincia, observé con sorpresa que decía que yo estaba mal asesorada.»

El divorcio, la tenencia y los alimentos están en un Juzgado de Morón; el régimen de visitas (que él sigue peleando pese a las denuncias) en otro Juzgado de la misma ciudad; el de abuso, después de seis años de haber estado en esa Jurisdicción, pasó a Mercedes, porque los hechos ocurrieron en Paso del Rey, pero de eso «se dieron cuenta» recién seis años después.

Como siguen casados, los bienes aun son «gananciales», pero ella no ve un peso de lo que ingresa en una Clínica que sería de él, ni de la supuesta venta de casas, de departamentos, de autos, que él habría efectuado.

Por el contrario, se enteró de que a raíz de una deuda con Rentas de la provincia por un auto que ya no existe y que estaba en poder de su marido, Inés va a quedar inhabilitada para tomar créditos o realizar operaciones financieras. «La gran pared es la Justicia, porque la interdisciplina alrededor de la violencia funciona, pero el que resuelve es un Juez», asegura con irritación.

«Muchos me dicen «por qué no dejas todo, por qué no te vas a vivir afuera». No dejo porque no puedo, porque tengo que dar testimonio para ayudar a otras personas que están pasando por lo mismo, y sobre todo por mis hijos, que tienen que salir adelante, y yo tengo que demostrarles que se puede salir. Y se sale con acciones, porque yo vengo de los quintos infiernos, y no me puedo quedar sólo en la queja. Por eso me capacito, aprendo, incluso he ayudado y asesorado a otras mamás».

Pero tengo la vida suspendida?

07/SM/GG

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