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Sigrid Undset

Por Erika Cervantes

La lucha por el reconocimiento de la igualdad entre mujeres y hombres fue cuestionado por la ganadora del premio Nobel de literatura de 1928, Singrid Undset, al decir que en el camino las mujeres habían sólo reflexionado sobre las ganancias sin valorar las perdidas.

Esta frase, así como su conversión al catolicismo en un sistema socialista, le valió duras críticas de la sociedad intelectual. Sin embargo, acostumbrada a desatar polémica continúo describiendo las emociones humanas en el Oslo de los años 20.

Sigrid Undset nació el 20 de mayo de 1882, en Kalundborg, Dinamarca. Llegó a Noruega cuando tenía dos años, su familia se trasladó por causa de la enfermedad de su padre, que le obligó a abandonar sus viajes científicos por Europa.

Su padre, un arqueólogo famoso, muere a los 40 años, cuando ella tenía 11. Su madre se quedó sola con tres niñas y con escasos medios económicos. Esta tragedia familiar dejó una marca en la infancia y adolescencia de Undset. Fue entonces que abandonó su deseo de recibir formación universitaria para emplearse como secretaria.

Diez años de trabajo burocrático fueron un tormento para ella. De madrugada y durante los fines de semana y las vacaciones buscaba un momento para escribir. El manuscrito de la primera novela de Undset estaba terminado cuando cumplió los 22 años. Era el resultado de muchas noches en vela durante varios años. Se trataba de una novela histórica cuyo marco era la Dinamarca de la Edad Media, de un estilo claramente romántico.

Dos años más tarde había terminado otro manuscrito, en donde crea una descripción realista de una mujer de procedencia burguesa en la Cristiania contemporánea (actual Oslo). El título era Fru Marta Aulie y su primera frase escandalizó a los lectores: «He sido infiel a mi marido»: Éstas eran las palabras que pronunciaba la protagonista del libro perturbaron a los círculos literarios de su época.

A los 25 años, Undset hacía su debut literario con una novela corta y realista sobre el adulterio en un ambiente contemporáneo. Hubo un gran revuelo y Sigrid fue tratada como joven promesa de Noruega. Durante los años anteriores a 1919, publicó varias novelas que se desarrollaban en la Cristiania de la época.

Sus novelas contemporáneas de 1907 a 1968 hablan de la ciudad y de sus anodinos habitantes, de la monótona existencia de las secretarias en las pensiones de aquel sombrío lugar, de su ansia de calor y amor y de su decidida, a veces heroica, lucha contra la miseria. Sus temas principales son las mujeres y su amor o, como ella misma dijo con su habitual estilo brusco e irónico, «la forma inmoral» (del amor).

En un viaje a Roma la escritora conoce a Anders Castus Svarstad, un pintor noruego con el se casa en 1912 y se marcha a Londres, donde permanecieron seis meses. Svarstad pintaba y Undset estableció firmes lazos con las artes y las letras inglesas, que habrían de ser decisivas durante el resto de su vida.

Se establecen en Roma a su regreso. La llegada de sus hijos e hija transforma su vida ante el enorme dilema como artista creadora. El matrimonio dura siete años, los cuales fueron difíciles para ella. Su segundo hijo, una niña, tenía retraso mental y también era retrasado un hijo de Svarstad, que igualmente vivía con ellos. Sigrid se ocupaba de una casa abierta y llena de actividad para su numerosa familia y para los antiguos y los nuevos amigos.

Al mismo tiempo, continuaba escribiendo por las noches, cuando los demás se dormían, y así terminó sus últimas novelas realistas y las colecciones de relatos breves. Además, tomó parte en los debates públicos sobre los temas en vigor: la emancipación de la mujer y asuntos éticos y morales.

Tenía un notable don para la polémica y era enormemente crítica frente a la forma en que se estaba desarrollando la emancipación y ante la decadencia moral y ética que, en su opinión, amenazaba como resultado de la Primera Guerra Mundial que seguía bramando más allá de las costas de la Noruega neutral.

Durante la Segunda Guerra Mundial y la invasión nazi la obliga a salir de Noruega y viaja a Estados Unidos, pero continuó apoyando el movimiento de resistencia, después de que la guerra que ella volvió a su país y recibe la cruz magnífica de St. Olav por su escritura y el esfuerzo patriótico.

Singrid Undset muere a los 90 años en 1949, dejando como herencia su profunda reflexión sobre las emociones humanas y su dura crítica al feminismo por despojas a las mujeres de la maternidad como realización.

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