México se ha planteado como eje central del cumplimiento de los Objetivos del Desarrollo del Milenio (ODM) el combate a la pobreza, pero como una política asistencialista y no de gobierno, lo cual hará más difícil alcanzar para el 2015 una reducción real de ese flagelo que lacera en un mayor porcentaje a las mujeres, opinó la investigadora Edith Pacheco, del Colegio de México (Colmex).
La especialista consideró que la pobreza y, en general, los ocho objetivos que se planteó nuestro país junto con 189 naciones, son una premisa falsa, porque muchos de ellos -en el caso de México- ya se habían alcanzado, y con respecto a otros, como el combate a la pobreza, «se dicen verdades a medias, como aquélla que sugiere que quien gane más de un dólar al día dejó de ser pobre».
A juicio de la doctora en Sociología, las metas están fragmentadas, porque se basan más en la capacidad de los individuos que en las oportunidades reales que genera el gobierno para dejar atrás la pobreza, el analfabetismo, el hambre, la falta de educación, la desigualdad entre géneros y la degradación del medio ambiente, entre otros asuntos.
«El presidente (Vicente) Fox muchas veces ha dicho que alcanzamos las metas, porque ya las habíamos alcanzado desde antes que él encabezara este gobierno. De hecho, tiene mucha razón en que hemos avanzado, pero este paso no se ha dado precisamente por su gobierno, ya que programas como Oportunidades son una continuación del anterior sexenio».
Por su parte, la representante del Fondo de Desarrollo de las Naciones Unidas para la Mujer (Unifem) en México, María de la Paz López, consideró que para alcanzar los objetivos se debe tener presente «toda una cadena de sucesos en la relación género- pobreza», pues en la medida en que se haga visible los programas públicos van a poder superar esta problemática.
Durante su participación en el ciclo de seminarios Los Objetivos de Desarrollo del Milenio en México: diagnóstico y propuestas hacia el 2015, organizado por el Programa Universitario de Estudios de Género que encabeza María Isabel Belausteguigoitia, aseguró que el reconocimiento del gobierno a la pobreza, «no se ha reflejado en el resto de las políticas públicas».
«Lo importante es que si queremos realmente avanzar en el adquisición de poder y en la autonomía de las mujeres tenemos que alinear todo el lenguaje y la acción institucional para poder alcanzar esos objetivos», dijo en el foro realizado en el Auditorio Mario de la Cueva de la Torre II de Humanidades.
Lo que vemos ahora -puntualizó- son programas que de una manera u otra compiten «y no hay un cuerpo lógico que los alinee; en ese sentido, hay incluso acciones que se contradicen, pues por un lado se hacen esfuerzos muy importantes para avanzar en un programa, y por otro, ese mismo esfuerzo se está minando».
En su oportunidad, la investigadora de tiempo completo del Centro Regional de Investigaciones Multidisciplinarias (CRIM) dependiente de la UNAM, Mercedes Pedrero, destacó que los ODM se cuestionan la capacidad del individuo para acceder a un empleo, salir de la pobreza o contar con un nivel mayor de educación, en lugar de dotarlos de los mecanismos necesarios para poder, acceder en los hechos, a otros niveles de vida.
La Consultora de las Naciones Unidas, maestra y doctora por la Universidad de Pensilvania, coincidió con la investigadora Pacheco en el sentido de que los ODM son una premisa falsa, toda vez que en el caso del empleo «se dice que las personas no pueden acceder a un trabajo formal por su falta de capacidad, pero yo me pregunto: ¿dónde están los empleos formales?»
05/GV/YT
