Inicio Sin reforma, imposible cambiar mi situación: Elvira Arellano

Sin reforma, imposible cambiar mi situación: Elvira Arellano

En Michoacán siempre tuvo claro el deseo de superación, pero perdió la ilusión de lograrlo cuando en México inició la crisis económica de 1995 y decidió partir a Reynosa, Tamaulipas, en busca de un mejor salario para ayudar a su madre y su padre enfermo de distrofia muscular, un mal que lo aqueja desde hace 35 años.

Pero en su intento por seguir trabajando como secretaria empresarial, supo que en la frontera ese puesto exigía inglés y computación y no tuvo más remedio que entrar a una industria maquiladora como obrera, y al cabo de un año decidió dejar el país.

Fue entonces que en 1997 Elvira Arellano se fue a Mexicali, Baja California, frontera con Caléxico, en busca del sueño americano.

En su primer intento por ingresar ilegalmente a Estados Unidos fue detectada por agentes de la Patrulla Fronteriza quienes, asegura, le dieron a firmar la orden de salida voluntaria sin conocer el significado, y muchos menos la manera en que le afectaría si reintentaba.

Por segunda vez lo intentó, esta vez con éxito, y logró establecerse por tres años en Yakima, Washington. Ahí trabajó como niñera y fue empleada de una lavandería por tres años. Se convirtió en madre soltera de «Saulito» (como ella le llama) un niño de ahora 8 años, y poco después decidió irse a Chicago, Illinois, con su hijo en brazos para estar cerca de sus familiares, algo que no tenía en aquella ciudad.

La invitaron a establecerse ahí para buscar un mejor trabajo, mejor pagado del que había tenido. En cada ciudad, Elvira Arellano se había adaptado, pero en Estados Unidos tuvo que hacer frente a la dificultad de no hablar inglés y la constante discriminación por ser una indocumentada.

Elvira Arellano cumplirá el 15 de agosto un año refugiada en la Iglesia Metodista Unida Adalberto, luego de que no se entregó a las autoridades migratorias, a pesar de que tiene una orden de deportación inminente, y como un acto de desobediencia civil decidió protegerse en el santuario ubicado en Humboldt Park, un barrio puertorriqueño de Chicago.

Desde ese día, ha recibido el apoyo de simpatizantes y activistas pro-inmigrantes quienes la visitan y alientan en todo momento.

Arellano enfrenta este proceso tras haber sido arrestada en un operativo federal antiterrorista efectuado en el año 2002, cuando trabajaba limpiando aviones comerciales en el aeropuerto O?Hare de Chicago, un trabajo que consiguió por medio del periódico y con un número de seguro social falso.

Ante las críticas y amenazas de ciudadanos y grupos anti inmigrantes como los «Minuteman» por desafiar a la oficina de migración, Elvira dijo estar segura de su decisión, pues todo lo ha hecho por defender los derechos humanos y constitucionales de su hijo ciudadano norteamericano.

«Los cargos que yo enfrenté cuando me arrestaron fue haber utilizado un número social para poder trabajar, un juez federal me dejó salir con una fianza de 4 mil 500 dólares y bajo palabra, por eso tenía que estar reportándome a la Corte como parte del proceso», reveló Elvira.

En marzo de 2003 recibió la sentencia de aprobación para seguir en el país con visa de trabajo, un beneficio que culminó en el mismo mes pero del año 2006.

Y a pesar de su difícil entorno, consiguió el apoyo de congresistas locales como Luis Gutiérrez, quien presentó al Senado una ley personal en nombre de Elvira Arellano para postergar la deportación tres veces, hasta que fue citada por inmigración para ser removida del país.

Arellano ha permanecido en las instalaciones de la Iglesia, atenta a las noticias por televisión e Internet que ve por medio de una computadora personal que tiene, para seguir paso a paso lo que de ella se habla.

Cada domingo participa en el servicio religioso del pastor Walter Colman y procura cooperar con las actividades del santuario, además, dirige a la organización «Familia Unida», la cual creó demandando una reforma migratoria justa y el paro a las redadas en contra de las ylos indocumentados.

Vive de las dádivas de la comunidad, que le provee lo básico como la ropa y alimento, incluso cada semana recibe siete dólares de un ciudadano que se los manda y de quien desconoce su identidad.

Convive a diario con su hijo Saúl, feligreses y amigos que se mantienen cerca de ella para atender las responsabilidades que tiene fuera del lugar, las cuales no puede atender por su condición de arraigamiento.

«Trato de mantenerme ocupada siempre en oración con grupos de personas, atendiendo a los medios de comunicación, las llamadas telefónicas de la gente, en las tareas jurídicas del abogado, ayudo a mi hijo en sus tareas? el apoyo ha sido grande, algo que no esperaba», compartió.

¿Por qué seguir aquí en estas condiciones?, se le pregunta.

— Es por mi hijo. Saúl es quien me fortalece, ver que ya terminó el segundo año de escuela y la razón por la que tomó esta decisión, es para que él tenga un mejor futuro, yo le hablo de mi país, México, y le explico toda esta situación, y él me dice que si me deportan él no se irá porque seguirá luchando para que yo regrese. Si Saúl me dice que nos vamos, yo me iré.

— ¿Ha causado estragos el encierro?

— Creo que hasta el momento no ha afectado negativamente en nada mi vida, positivamente he aprendido a ser mejor ser humano, a ser compasiva con los demás, a perdonar. Siempre he creído en Dios, en mi casa me lo enseñaron mis padres y mis abuelos.

— ¿En qué terminará todo esto?

— En mis manos no está nada, está en Dios. Un día antes de mi arresto presentí que algo pasaría y solamente confíe en Dios y se lo dejé a él en sus manos.

— ¿Has pensado desistir y entregarte?

— Es a diario tomar decisiones, no es dejar todo, sino pensar por un momento que es mejor irme. A Saulito le explico lo que podríamos hacer, pero él me insiste en que no se quiere ir y a veces me dice que no quiere hablar de eso, pero pienso que tal vez cambie de opinión y nos vayamos.

— ¿Qué dicen tus padres y tu familia?

— Cada ocho días hablo con mis padres por teléfono, lo que yo estoy pasando es muy difícil para ellos, pero siempre me dicen que me mantenga fuerte y saben que todo lo que hago es por Saúl.

— ¿Cómo fue tu vida familiar?

— Mis padres no querían que me viniera, pero tomé le decisión de hacerlo, ellos me consideran terca. Soy de las personas que hace las cosas y se arriesga. Ellos saben que lucho por lo que quiero.

— ¿Eres una terrorista o criminal?

— No lo soy. Estados Unidos a los emigrantes nos han hecho sentir terroristas por cómo nos han tratado, nos hacen sentir como una amenaza, y es triste porque un gobierno formado por valores familiares y bajo la ley de Dios ven al mundo como enemigo.

«Mi familia siempre está conmigo y me apoya», dice.

Elvira Arellano es la hija pequeña de cinco hijos. «La familia es lo más importante, están contigo en los momentos más difíciles, lo que yo sé es que mis padres me aman mucho», asegura con lágrimas en sus ojos.

GOBIERNO HIPÓCRITA Y DISCRIMINATORIO

Califica al gobierno norteamericano como hipócrita, quien habla de México como un buen vecino, pero que expulsa a los mexicanos del país calificándolos como criminales. Como fundadora de «Familia Unida» espera que la separación de las familias acabe.

Para Elvira Arellano es imposible legalizar su situación migratoria, su única esperanza era la reforma migratoria que fue enterrada por los congresistas. Sólo espera la decisión de su hijo para salir de la Iglesia.

07/GT/LAR/GG

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