En estos días se celebra el cuadragésimo aniversario del asesinato de Martin Luther King, líder indiscutible de los derechos civiles de las personas afroamericanas en los Estados Unidos de América.
Se han visto documentales en las diferentes cadenas de las televisiones generalistas públicas y privadas. Se ha hablado de sus sueños y de lo que gracias a su lucha y a su movimiento se ha avanzado por parte de las personas afroamericanas en los Estados Unidos de América.
Además está coincidiendo con las elecciones primarias de los demócratas para elegir a su candidato para las presidenciales y la similitud con Barack Obama es obvia. Es tal la ilusión de millones de personas en el candidato demócrata que algunos ya le llaman Obama Luther King.
Como todo, Obama tendrá que ganarse a pulso su designación como candidato demócrata a las presidenciales y conseguir que Hillary Clinton desista o el propio partido decida hacerla desistir.
Pero este proceso está teniendo un especial interés precisamente por las personas candidatas: Obama y Clinton. Un afroamericano y una mujer. Dos representantes de las luchas de las personas más desfavorecidas a lo largo de los años en todas las partes del mundo y también en los Estados Unidos.
De momento parece que, de nuevo, la población vuelve a decantarse por el hombre. No es de extrañar, sobre todo si tenemos en cuenta que en estos días de recuerdo para el líder negro Martin Luther King casi nadie se acuerda que fue la contundencia de la decisión de Rosa Parks, la mujer negra que desafió a la América blanca, la que desencadenó las movilizaciones del primero y que, efectivamente fueron seguidas masivamente hasta su asesinato hace ahora cuarenta años.
¿Por qué no se habla de Rosa Parks en estos días de recuerdo para el movimiento por la igualdad de las personas afroamericanas? ¿Es quizás porque de entre todas las personas afroamericanas, las mujeres y sus acciones y actitudes siguen siendo subsidiarias de lo que hacen o han hecho los hombres más allá de su raza y del color de su piel?
En 1868, los abolicionistas exigieron una enmienda constitucional que reconociera el derecho al voto a todos los ciudadanos, sin distinción de raza, credo o color. A estos planteamientos las sufragistas americanas, que llevaban años reivindicando el derecho al voto respondieron alegando que la enmienda propuesta no hacía ninguna mención de las mujeres. Los abolicionistas replicaron que las sufragistas debían postergar sus reivindicaciones y no poner en peligro la aprobación de la medida.
Así tuvieron que esperar hasta 1920 para que, con la aprobación de la IXX Enmienda a la Constitución de Estados Unidos, que determinaba que «ni los Estados Unidos ni ningún otro Estado deberá negar o limitar el derecho de los ciudadanos a votar por motivo de sexo».
Estos apuntes históricos nos llevan a observar cómo las desigualdades han estado presentes a lo largo de la historia de los Estados Unidos de América y cómo, a veces, las grandes figuras como Luther King han ensombrecido las historias quizás más pequeñas como la de Rosa Parks, pero que han sido detonantes de grandes movimientos de liberación de personas.
De la misma manera que el movimiento sufragista americano secundó los planteamientos abolicionistas y cuando lo consiguieron se quedaron sin el apoyo de los hombres para su lucha de mujeres por el derecho al voto. Una nueva traición a los derechos de las mujeres.
Ahora con los homenajes y la relevancia que se le da a Luther King y el olvido de Parks, se repite la historia.
Pero para algunas de nosotras, la memoria existe y la reivindicamos en toda su extensión y en todos sus niveles.
Posiblemente Luther King no hubiese iniciado su lucha si Rosa Parks aquel día se hubiese levantado del asiento del autobús y hubiera seguido sumisa a las normas.
Afortunadamente para todo el mundo no lo hizo.
* Periodista y feminista en Ontinyent, Valencia, España.
08/TM/GG
