La nariz, nuestra primera entrada del aliento de la vida, tiene funciones importantes para una buena respiración. Filtrar el aire y regular su temperatura es una de ellas; la otra, según la filosofía china, se relaciona con varios centros de energía (meridianos), tales como el de intestino grueso (ver la entrega pasada de esta columna) y estómago.
La nariz puede reflejar nuestro estado de salud. Para una buena respiración es necesario inhalar por la nariz, no por la boca, esta acción «reguladora» permite que el aire llegue más limpio a los pulmones y con una temperatura adecuada: si es frío, la nariz lo calentará evitando enfermedades del aparato respiratorio o resfriados frecuentes. Si el sistema es débil habrá infecciones, moco y se afectará la voz (Mantak Chia, Automasaje Chi. Sistema taoista de rejuvenecimiento, 2000).
Para la diagnosis oriental, cuando existe una adicción al alcohol es frecuente observar que la nariz se enrojece y tiene pequeños derrames (capilares sanguíneos rotos). Si una persona tiene vellos en las ventanas nasales, es un indicador de un consumo excesivo de proteína animal y, en consecuencia, habrá que revisar si la cantidad de colesterol en la sangre. Una nariz hinchada sugiere que la persona se alimenta con demasiados lácteos o cafeína (Wataru Ohashi, Cómo leer el cuerpo, 1991).
La nariz es además un espejo de nuestra personalidad. El atractivo de una persona se puede ver mermado por el aspecto de la nariz –estrecha, chata– o si está deformada. En cambio una nariz fuerte ayudará a tener una buena energía vital (Chi), en una nariz puntiaguada y delgada habría que revisar si hay dificultades para respirar.
Para tener una nariz fuerte que permita la entrada y salida libre del aire, Mantak Chia recomienda este ejercicio simple: Abrir las fosas nasales ayudándose de los dedos pulgar e índice, para luego introducirlos en las cavidades y moverlos a derecha e izquierda, arriba y abajo, por lo menos veinte veces.
Dejemos entrar al aire bueno.
2004/CV/MR
