Escondidas por los rincones, temerosas de que alguien las vea… son un número desconocido de niñas víctimas de trata para el trabajo doméstico o la explotación sexual en el país. Nadie las ve, y tan sólo en el Distrito Federal hay 40 mil menores empleadas del hogar.
De ellas 4.1 por ciento trabaja «de planta», algunas de ellas en condiciones de esclavitud o trata, alertan las autoras del único estudio sobre el trabajo infantil en hogares de terceros, realizado por la organización Thais.
En México, 99 por ciento de las trabajadoras domésticas son niñas y adolescentes y su situación de vulnerabilidad las hace particularmente presas de abuso sexual.
Pese a que la contratación del servicio doméstico disminuyó entre la clase media y alta en las últimas tres décadas, la visión que José Agustín y otros escritores plasmaron sobre las peyorativamente llamadas «criadas», «chachas» o «gatas» «de planta», es decir, malos tratos, acoso de los varones del hogar, hijos no deseados y aislamiento persisten, de acuerdo con la investigación.
La primera conclusión es la enorme dificultad para contactar a niñas y adolescentes trabajadoras domésticas, especialmente menores de 15 años, concuerdan las autoras Norma Barreiro García, una de las principales especialistas mexicanas en trabajo infantil y Laura Alvarado, experta en niñez en condiciones difíciles.
Si el Instituto Nacional de Estadística Geografía e Informática estima que son 1.5 millones menores que realizan trabajo doméstico remunerado, habría 61 mil 500 trabajadoras (4.1%) «de planta» en México. Sus condiciones, de acuerdo con las especialistas, podría ser peor que en el Distrito Federal.
El trabajo doméstico de las niñas y adolescentes, puerta de la explotación sexual y embarazos no deseados, esta lejos del radar de la Secretaría de Educación Pública, del Sistema para el Desarrollo Integral de la Familia o de la Secretaría de Desarrollo Social y la misma Secretaría del Trabajo y Previsión Social que carecen de programas específicos para contabilizar o erradicar una de las peores formas de trabajo infantil, porque ni siquiera se cuenta como tal.
EN EL RINCÓN
El número oficial no existe porque estas niñas viven a la sombra, con poco o ningún contacto con el mundo, y sus casos se dan a conocer cuando logran escapar, como documentó Sin Fronteras y otras organizaciones del Foro Migraciones. Pero sólo hay que investigar un poco, asegura Rosember López, representante de Una Mano Amiga.
En Mazatán, municipio Chiapaneco de 70 mil habitantes casi en la frontera con Guatemala, en unos 30 bares o cantinas las jóvenes centroamericanas que se desempeñan como trabajadoras sexuales cuentan historias similares: llegaron esperando trabajar en casa o como meseras en una taquería; les retuvieron sus papeles en negocios que resultaban ser bares y pronto se veían obligadas a tener sexo con la clientela.
«El problema, es que no se reconoce como una forma de trabajo infantil y que se debería prohibir a menores de 16 años, de acuerdo con las leyes vigentes» aseguran las investigadoras de Thais, quienes actualmente buscan financiamiento para continuar la segunda fase de su trabajo
Las niñas empleadas domésticas, que de manera unánime trabajan para garantizar la superviviencia de la familia que dejaron en la comunidad, se colocan bajo una gran dependencia de sus empleadores y muy lejos de la mirada de las autoridades que pueden regular sus tareas.
A Mónica, de 16 años y empleada en el Distrito Federal «la señora me quería dejar a fuerza con el hijo del señor y yo no quería, cuenta mientras recuerda el temor «cuando me dijeron que me tenía que «quedar con él a solas» yo no acepté y la señora me corrió.»
A esto se suma un rosario de maltrato, jornadas que inician a las siete de la mañana y concluyen a las 10 de la noche y un claro rezago escolar en relación a su edad.
LA NECESIDAD OBLIGA
«Los niños y niñas que son víctimas de la trata desaparecen en situaciones clandestinas e ilegales y a la mayoría se les obliga a trabajar en el comercio sexual, en trabajos peligrosos o en el servicio doméstico. Son casi completamente invisibles en las estadísticas. El mejor cálculo disponible es que 1.2 millones de niños y niñas son víctimas de la trata todos los años», asegura el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF).
«Es muy probable que haya millones de niñas y niños que trabajan en hogares privados pero la naturaleza oculta de estas tareas hacen que sea imposible obtener una cifra fidedigna», en el Estado Mundial de la Infancia 2006.
Esta forma de trabajo «nunca se reconoce como riesgoso, a pesar de estar sujetas a abusos físicos y sexuales entre otras formas de explotación, advirtió a cimacnoticias Andrew Morrison, economista especialista en género del Banco Mundial.
«A grandes rasgos, en el hemisferio trabajan entre 10 y 15 por ciento de niños entre cinco y 14 años de edad. Estas tasas varían mucho de país a país: el Cono Sur se caracteriza por tener tasas muy bajas y Centroamérica, muy altas con excepción de Costa Rica», precisó.
¿De qué trata la trata?
En México está por aprobarse la ley que sanciona la trata de personas, delito hoy sin tipificar. El pasado 15 de diciembre el Senado aprobó una iniciativa que actualmente se discute en la Cámara de Diputados.
El delito: Es responsable de cometer trata «quien promueva, facilite, consiga, traslade, entregue o reciba para sí o para un tercero a una persona para someterla a cualquier forma de explotación o para ser extirpada de sus órganos tejidos o sus componentes, dentro y fuera del territorio nacional».
La pena: Seis a doce años de prisión y de quinientos a mil quinientos días de multa; aumenta hasta 18 años si el tratante se valiera de su función pública o aparentara serlo, así como inhabilitación.
06/MR/LR
