En un campo sin crisis, los mexicanos, nuestros hermanos y hermanas, se han dedicado al cultivo de la tierra americana. Tres enormes valles amorosamente regados por las aguas de los ríos Napa, Sonoma y Russian.
Más de 100 anos creyendo y construyendo el sueño de los vinos californianos de alta calidad y competencia mundial. Evidente el excepticismo europeo, pero el surco se sembró y se cuido con gran esmero. La belleza de estos viñedos no se acaba y, por fin, los dueños reconocen la mano de obra, la productividad y eficiencia de sus trabajadores de origen mexicano.
De los 38 empleados que tiene la casa Schramsberg, 16 son mexicanos, Ramón Viera tiene 28 años haciendo champaña, Felipe Martínez, de Morelia lleva 18 años en la misma casa supervisando la delicada producción del vino espumoso, que conocemos por el nombre de la región francesa.
Tres millones de botellas al año, botellas que deben ser giradas en cuartos, como las manecillas del reloj, para limpiar las impurezas, todo esto manual y con absoluta precisión, más de seis mil botellas al día giran al revés de la tierra para concentrar el mosto y purificar el vino.
Uno de ellos llegó en el 68, Felipe en el 74, pero no sabían que pueden recuperar su nacionalidad mexicana, pero de querer hacerlo tendrán que darse prisa pues el plazo es hasta el 19 de marzo, para todos aquellos que la perdieron antes de marzo del 98.
Necesitan demostrar que son mexicanos, llevar su certificado de naturalización y pagar en su consulado 16 dólares, así podrán optar por su derecho a tener ambas nacionalidades, ellos y sus hijos.
En 1870 se estable la primera vinatería en el valle de Napa y es precisamente de la que estamos hablando, la cual cuenta con más de dos millas de cavernas y túneles bajo una suave roca volcánica, donde reposan las botellas a una temperatura y humedad excelente.
La familia de Hugo Davis, al que todos apodan «Pancho», trata a nuestros paisanos con respeto y afecto. Sabe que una producción tan delicada sólo puede llevarse a cabo en equipo y ahí todos son indispensables.
INCOMPARABLES LAS MANOS MEXICANAS
Es un ambiente donde no hay discriminación, por el contrario hay consideraciones especiales por antiguedad, por rendimiento y especialmente por el trabajo realizado fuera de su país. A mucha gente no le gusta el champaña o les parece una bebida muy costosa.
Dos años es mucho tiempo para estar cuidando cada botella, una vuelta equivocada y el trabajo se pierde, otra vez a volver al principio. Nuestros paisanos están felices, orgullosos de su trabajo, reconocidos, seguros y agradecidos.
Todos tienen casa propia, auto o autos, sus hijos están en la universidad, algunos ya la terminaron. Sin embargo tienen a México metido en su corazón, como si fuera el corcho del tapón de una botella. Quieren ser y son mexicanos, dan recetas, nos contaban, a los mejores chefs del mundo, de nuestro mole , de la salsa pico de gallo, la de tomatillo, de nuestros picantes guisos, brindan con champaña mientras añoran lo suyo.
Pero por desgracia no se arrepienten, no pueden, porque a las oportunidades hay que salir a buscarlas donde sea. Estoy de acuerdo, el campo no está en crisis, por lo menos no el de los grandes viñedos de los valles cercanos a la bahía de San Francisco.
MGG/MEL
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