«Para pasear por los pasillos de Cintermex, mejor me regreso a mi país». En el fondo de esta frase está la principal molestia de las organizaciones civiles, que se dieron cita en las instalaciones del Centro Internacional de Negocios, que fue rentado por el gobierno federal para realizar la Conferencia Internacional sobre la Financiación para el Desarrollo (FfD).
Al filo de las ocho de la mañana camiones rentados por el gobierno mexicano se apostaron a las puertas de los principales hoteles para trasladar a las y los delegados hasta el otrora complejo de la Fundidora de Monterrey, hoy un centro empresarial de corte internacional y estilo moderno.
Afuera, una temperatura cercana a los 28 grados centígrados y siete mil elementos de las distintas corporaciones policiacas, de seguridad y del Estado Mayor presidencial, rodean el edificio e impiden a los automovilistas y personas sin acreditación oficial de Naciones Unidas, llegar hasta las puertas de cristal en donde el personal de seguridad registra bolsos, portafolios, bultos y cajas, antes de permitir la entrada al complejo de Cintermex.
Por los pasillos, centenas de personas recorren los salones y espacios dispuestos para el trabajo de quienes llegaron a discutir los mecanismos que requiere el mundo y los gobiernos para financiar el desarrollo de los países y lograr el objetivo de disminuir a la mitad para el 2015 la pobreza en la que viven más de mil millones de personas.
Sin embargo, hay quienes aseguran que para participar en las discusiones, en los eventos que se suceden de forma paralela en las salas de conferencias, deben estar dadas las condiciones para ello, por lo que un bonito edificio no basta.
«No es posible que nos traten así», asegura una representante de las organizaciones civiles de Noruega; otra más mexicana se queja del reducido espacio que Naciones Unidas ha dispuesto para el trabajo en grupos de las organizaciones civiles.
Las paredes que separan los espacios abiertos, así como las de la sala de prensa, que cuenta con 60 computadoras para poco más de mil representantes de los medios de comunicación de todo el mundo, están cubiertas de papel estraza, con el que en México se envuelven las tortillas.
Las grandes cadenas de televisión mexicanas y agencias internacionales cuentan con espacios que les fueron rentados, para transmitir en directo desde esta ciudad. En el tercer piso, donde se ubican los salones para los eventos simultáneos, desde temprano comenzaron las risas, la música. Decenas de reporteros extranjeros preguntaban ¿qué pasa? Era Brozo, el payaso tenebroso, con su peluca verde que transmitía su programa noticioso «El Mañanero».
Mientras tanto, a la sala uno, donde se realiza la plenaria, es decir donde se instaló la Asamblea General esta mañana, sólo entraron 50 representantes de organizaciones civiles e integrantes de las delegaciones oficiales, por el reducido espacio que fue diseñado para ello. Los demás deambulan por entre los pasillos.
En la sala de prensa fueron colocadas cuatro pantallas gigantes en los extremos, a fin de que a través de circuito cerrado de televisión, se pudiera seguir las discusiones que se llevan al cabo en el salón de plenarios; sin embargo, debido a fallas técnicas, no se cuenta con sonido.
Con todo, la denominada Cumbre de Monterrey comenzó sus trabajos, tal como lo afirmó el canciller mexicano Jorge Castañeda «con algunas fallas técnicas, pero nada que no se pueda remediar».
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