Hace un siglo la socialista Clara Zetkin, impulsó la conmemoración de un día para las mujeres trabajadoras, para el reconocimiento de su igualdad, esto por las condiciones de subordinación que vivían entonces y que hoy en día no son muy diferentes.
En 1910, Zetkin junto con Kathy Duncker en la Internacional Socialista realizada en Copenhague llamaron a un día de resistencia, una cruzada internacional para liberar a las mujeres. Previo en Buenos Aires, Argentina, se realizó el Primer Congreso Internacional Feminista para defender los derechos humanos de las mujeres.
Un centenario que tiene claros oscuros para la lucha de las mujeres. Por un lado leyes, reglamentos, instituciones, comisiones, estudios valiosos sin lugar a dudas que han permitido avances en lo formal, sin embargo, la realidad para la vida de las mujeres va más lento que el mundo formal.
La realidad nos habla que hoy en día cada minuto una mujer pierde la vida por complicaciones durante su embarazo o parto, todo porque no cuenta con acceso a servicios de salud con calidad, todo porque es pobre e indígena.
La realidad nos recuerda que en el mundo por cuestiones de «honor» las mujeres son asesinadas, por el simple hecho de «creer» que la vida de las mujeres le pertenece a alguien más y no a las mismas mujeres. Cinco mil, dice la ONU, una tiene que indignarnos.
La realidad nos dice que lo femenino sigue siendo despreciado, al grado que 100 millones de niñas no existen por preferir hijos hombres.
La realidad nos dice que las mujeres siguen siendo consideradas menores de edad, seres inacabados a quienes hay que salvaguardar hasta de sí mismas, por ello en nuestro país, 18 entidades criminalizan la maternidad libre y voluntaria, pues «las mujeres no sabemos decidir» y nos obligan a tener hijas e hijos sin importar nada, si son producto de una violación o incesto.
La realidad nos dice que el cuerpo de mujeres y niñas es mercancía que se vende a los ojos de todos, y que este negocio deja millones de dólares cada año a redes de delincuentes que lo mismo tienen al padrote del pueblo que al funcionario de migración o a gobernadores, involucrados en esas redes.
La realidad nos dice que aún las mujeres ganan menos que los hombres, porque se sigue considerando que ellos son quienes «mantienen a las familias», perpetuando a las mujeres como dependientes eternas de los favores masculinos.
La realidad nos dice que las mujeres siguen siendo intrusas toleradas en la vida política, nueve mandatarias en todo el mundo y 19 por ciento de los parlamentos.
La realidad nos dice que aún las mujeres siguen excluidas de la información, apenas 24 por ciento de las noticias hablan de lo que ocurre a la mayoría de la población.
La realidad nos sigue diciendo que la justicia no es justa, pues mira poco o nada, cuando quien delinque es un hombre rico (sin importar que su fortuna sea ilícita) y que su rigor cae cuando de mujeres se trata, para muestra están Teresa y Alberta, presas en Querétaro por un supuesto secuestro de AFIS; las hermanas González, violadas en 1994 en un retén militar en Chiapas; Inés y Valentina, violadas en 2001 por militares, Castaños Coahuila, que de todos los12 efectivos involucrados en la violación y tortura, solo cuatro fueron procesados y apelaron la sentencia.
La realidad nos dice que las alumnas siguen siendo acosadas y hostigadas sexualmente por maestros y alumnos, sin ser protegidas.
La realidad nos dice que tras un siglo de luces aún persisten sombras para desterrar.
* Periodista mexicana, directora de CIMAC
10/LL/LR
