«Si no te gusta, renuncia; hay otros que cobran menos esperando». Las políticas neoliberales de reestructuración productiva propician el abuso de poder de los empleadores, y la cruda realidad del desempleo provoca que trabajadoras y trabajadores a soporten el deterioro creciente de las condiciones de trabajo.
Cuando las conductas abusivas, sistemáticas y permanentes, están encaminadas a herir la dignidad de la persona, humillándola y menoscabando su autoestima, se configura el acoso moral laboral, conocido también como moobbing o bullyng, por sus denominaciones en inglés. Esto causa daño en la salud psíquica de las y los trabajadores, y otra consecuencia puede ser el suicidio. Las más afectadas, generalmente, son las mujeres.
El movimiento sindical uruguayo comienza a preocuparse por este asunto; por esta razón se llevó a cabo una mesa redonda sobre el tema organizada conjuntamente por los departamentos de Género y Equidad, Salud Laboral y Medio Ambiente de la Confederación Nacional de Trabajadores (PIT-CNT) que desbordó las expectativas de la convocatoria.
El acoso moral es una forma de violencia psicológica que se practica en ámbitos laborales; una intimidación sistemática y persistente que busca humillar a trabajadoras y trabajadores, define la psicóloga Silvia Franco; ella, al frente de un equipo de estudiantes, está desarrollando en la Facultad de Psicología de la Universidad de la República el proyecto Historia Vital Laboral.
La víctima del acoso moral laboral puede ser inferiorizada, desvalorizada, aislada de sus colegas, ridiculizada, sobrecargada o privada de tareas. Negarle el saludo, no hablarle o difundir rumores a su respecto son otras formas de acoso, las cuales pueden ser verticales (cuando vienen de las jerarquías) u horizontales (practicadas por pares).
POLITICAS FACILITADORAS Y RESPONSABILIDAD SINDICAL
Favorece el acoso moral la multiplicación de exigencias para los trabajadores: multi y pluri profesionalidad, mayor calificación, espíritu competitivo, creatividad, responsabilidad de la producción, etcétera.
Desde el Departamento de Salud Laboral y Medio Ambiente del PIT-CNT, Walter Migliónico reconoce que en Uruguay hay un atraso significativo en el tema y señala que el acoso moral puede comenzar con un conflicto o con la decisión oculta del perpetrador, quien dispara el proceso de estigmatización y persecución. La sutileza de las conductas contribuye a que la víctima demore en darse cuenta del abuso, pasando primero por etapas de vergüenza y autoinculpación.
«El acoso moral no tiene visibilidad; la humillación no prende luces rojas» a diferencia de otros conflictos laborales, advierte Migliónico. La estructura de personalidad de la víctima también influye, pero más aún su situación de dependencia y las poderosas razones de supervivencia que la llevan a trabajar en las condiciones que sean.
Sostenido por sus compañeras y compañeros, quien padece acoso moral tiene que denunciar la situación y demandar el apoyo activo del movimiento sindical. En este punto, Migliónico recuerda que en la empresa Fripur, por ejemplo, no hay sindicato, y que, como «los trabajadores perdieron la posibilidad de colectivizarse, la enfermedad del aislamiento los hace más vulnerables».
EL DERECHO A TENER DERECHOS
Aunque el acoso moral laboral puede verificarse, en Uruguay no hay datos estadísticos ni legislación que ampare su denuncia, afirma la abogada laboralista Martha Márquez.
En la pasada legislatura ingresó al Parlamento un proyecto de ley que lo incluía como falta laboral grave, sancionable con indemnización mínima de seis meses de sueldo, pero la iniciativa no prosperó.
No obstante, para la doctora Márquez hay algunas normas que pueden ser invocadas por las víctimas o utilizadas por los jueces. Entre ellas, los artículos de la Constitución que garantizan el derecho a ser protegido en el goce del honor, de la vida, de higiene física y moral. El acoso moral laboral también puede verse como una forma de discriminación.
05/IV/YT
