El pasado 4 de diciembre, el expresidente Ernesto Zedillo alabó el manejo de la política macroeconómica del gobierno de Vicente Fox.
Según Zedillo, el gobierno del cambio ha hecho frente con éxito a la crisis mundial. Y de paso, se pronunció en favor de un reforma fiscal impositiva, como la que propone su correligionario, Francisco Gil Díaz.
Coautor, junto con Carlos Salinas, Pedro Aspe y Jaime Serra Puche, de la catástrofe financiera de diciembre de 1994, Zedillo ahora da conferencias y clases de economía.
También asesora a los consejos de administración a empresas trasnacionales, y la Organización de las Naciones Unidas lo contrató para coordinar un programa de financiamiento a países subdesarrollados.
No es casual que las chambas actuales del sustituto de Colosio provengan de agencias que se beneficiaron de su gestión. Sobre todo las multinacionales que «ganaron» las licitaciones de la política privatizadora de su gobierno, como la ferrocarrilera Union Pacific.
El caso es que en la última de sus magistrales exposiciones, en esta ocasión en la prestigiada London School of Economics, Zedillo afirmó que las pasadas crisis económicas de México, como la de diciembre de 1994, o la de Brasil, en 98 y 99, así como y la que ahora tiene a Argentina al borde del colapso, encuentran su explicación en la debilidad de los sistemas de recaudación fiscal.
Curiosamente, mientras se encargó de la sindicatura de la quiebra de las finanzas nacionales, Zedillo encontraba las razones de los «errores de diciembre» en la debilidad del sistema de ahorro interno, así como en la globalización.
Esas eran, según él, las causas de la crisis de la cual nunca aceptó ser responsable, salvo una vez en una discreta declaración durante una gira por Canadá.
Zedillo concluyó el miércoles, tres meses como profesor visitante en la Escuela de Economía de Londres, con una conclusión tan brillante y original como su probada capacidad para hacer chistes: «Tenemos una base de recaudación fiscal muy mala en nuestros respectivos gobiernos. Nuestro rendimiento en términos de recaudación de impuestos es quizá más grave en México, porque no sólo cobramos muy pocos impuestos, sino que también un tercio de lo recaudado viene del sector petrolero.
«Entonces lo que recomendamos, guste o no, es la reforma fiscal: aumentar los impuestos, la recaudación».
Desde luego, el «experto» de la ONU no habló del Fobaproa, ni de cómo con éste se duplicó la deuda pública. Tampoco habló del rescate carretero, ni de los más de la mitad de mexicanos que quedaron en la pobreza después de su paso por la presidencia.
Y obviamente, no mencionó nada acerca de cómo en su sexenio el narcotráfico se terminó de adueñar del aparato productivo y de justicia, de cómo la violencia social se multiplicó, los robos, los asesinatos y los secuestros se convirtieron en algo cotidiano.
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