En 1999, la película estadounidense American Pie se convirtió en todo un éxito en la cultura popular. Este filme —repleto de estereotipos dañinos sobre la sexualidad masculina y femenina— perpetuó el uso de un concepto que impone la mirada patriarcal en los cuerpos de las mujeres madres: MILF.
MILF son las siglas en inglés para la expresión Mother I’d Like to Fuck, y hace referencia a una mujer (cercana a los 40 años) que ha tenido hijos, pero que “aun así” es deseable para los hombres por conservar un cuerpo considerado sensual dentro de los cánones occidentales.
Detrás de este término hay una serie de imposiciones en nuestros cuerpos que tienen que ver con los roles de género. Por un lado, estos roles nos dicen cuándo y cómo ejercer (o no) nuestra sexualidad y, por otro, imponen condiciones irreales en la mente y el cuerpo de quienes deciden convertirse en madres.
MILF: la idea implícita de la prohibición del goce
La existencia del término MILF no hubiera sido posible si antes no se hubieran asentado los estereotipos sobre lo que implica ser madre desde la mirada patriarcal.
Tal como explica la comunicóloga Elsy Alejandra Ruiz Duarte, de la Universidad Iberoamericana León, en México (como en muchos otros países), la imagen de la madre está rígidamente ligada a la idea de una entrega absoluta para el cuidado de las y los demás.
En este sentido, ser madre equivale a entregarse a una caridad similar a la que viven las religiosas dentro de los conventos. Esto recubre a la madre de otros valores como la castidad y la pureza, los cuales son contrarios al goce sexual. Así, la maternidad se convierte en un mecanismo para evitar que las mujeres sigan ejerciendo su sexualidad libremente.
Por otro lado, en su artículo “La mirada pornográfica patriarcal: la industria pornográfica como apología de la violencia de género”, Ruíz Duarte evidencia que estas ideas alrededor de la maternidad recluyen a las mujeres al espacio doméstico. Ahí, encerradas, pueden cuidar de todos (menos de sí mismas) y resguardar todos esos valores que la mirada masculina impone sobre ellas. Pero, ¿qué pasa cuando rompen este estereotipo?
Precisamente aquí es donde se abre espacio para la creación de MILF. Dicho concepto representa una excepción a la norma: una mujer que, pese a convertirse en madre, sigue teniendo una vida sexual activa; es decir, ya no es casta ni pura ni entregada, sino que está rodeada por un aura de sensualidad y un líbido, además, descontrolado.
De no haber madres abnegadas, entonces tampoco habría MILFs. Pero esta no es la única imposición que el patriarcado ha impuesto para que una madre pueda seguir siendo objeto de deseo…
La exigencia de la belleza nunca cesa
Otro aspecto del término MILF es la idea implícita que conlleva acerca de cómo debe lucir una madre “deseable”. Esta madre debe poseer un cuerpo voluptuoso según marcan los estándares patriarcales; algo que, sin embargo, es casi imposible pensando en todos los cambios que experimenta el cuerpo feminino tras haber gestado a otro ser humano.
De acuerdo con la Unidad de la Mujer del Hospital Ruber Internacional, la estructura muscular y ósea de una mujer cambia con el embarazo: sus órganos (sobre todo aquellos situados en la zona abdominal) se acomodan de determinada forma para dar espacio al producto gestacional. También pueden tener problemas de circulación que provocan hinchazón en las piernas y subir de peso de manera notable.
Estos cambios no desaparecen de la noche a la mañana después del parto. Hay un largo proceso de recuperación que, sin embargo, suele ser invisibilizado. Y esta invisibilización también está vertida en el concepto MILF.
La lingüista Magdalena Romero, de la Universidad Pública de Navarra, analizó varios textos de diversas revistas españolas dirigidas a mujeres. Lo que descubrió fue, entre otras cosas, que muchas de estas revistas reproducen las exigencias de belleza para las mujeres, quienes son presionadas a “regresar al cuerpo de antes” tras convertirse en madres.
En su texto “Estereotipos para la mujer de hoy. La maternidad sexy en el discurso de las revistas españolas para mujeres”, Magdalena Romero recupera párrafos como el siguiente: “el increíble vientre plano un mes y medio después de dar a luz. La modelo luce ya un físico espectacular después de que el 14 de julio se convirtiera en madre de su segundo hijo”. También: “¡Así presume de cuerpo la top después de dar a luz a su primer hijo! […]su envidiable figura en shorts no ha dejado a nadie indiferente”.
La reproducción de estos estereotipos de belleza los convierte en exigencia y fuente de angustia para las mujeres. A ellas, a nosotras, se nos exige una recuperación física inmediata tras convertirnos en madres. Si esto no sucede, entonces dejamos de ser cuerpos deseables para la mirada masculina.
Por el abandono de adjetivos machistas
Dentro de la industria pornográfica, MILF ya se ha convertido en una categoría de videos, lo cual refuerza la cosificación de las mujeres madres oculta en ese concepto patriarcal. Esta categoría ha ocupado los primeros lugares en visitas de usuarios mexicanos.
Lo que sí se evidencia, entonces, es que en nuestro país todo depende del ojo masculino con el que se nos mire. Este ojo está decidido a decirnos lo que es atractivo o no, lo que significa ser madre y lo que debes hacer para conservar “esa” belleza. No obstante, abandonar conceptos como MILF puede ayudarnos a afrontar y erradicar esas violencias. Porque nadie, además de nosotras mismas, puede limitar nuestro derecho al goce ni decirnos cómo ejercer nuestra maternidad.