Ciudad de México.- En promedio, más de 133 mujeres y niñas fueron asesinadas al día por un miembro de su familia en 2022, según un reporte de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) Mujeres y la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito, donde se documentó el número más alto de violencia cometida contra mujeres y niñas en los últimos 20 años.
El informe Asesinatos de mujeres y niñas por razones de género asegura que cerca de 89 mil mujeres y niñas fueron asesinadas en 2022. Del total, 48 mil casos de feminicidio fueron cometidos por integrantes de sus familias, es decir, un 55 por ciento.
Sin embargo, Roberto Murguía Huerta, investigador de Registros Administrativos del Centro de Excelencia UNODC-INEGI, menciona que no se cuenta con información suficiente para caracterizar todos los homicidios y eso es uno de los mayores retos cuando se quiere hacer este análisis, “usualmente sabemos que hay otro tipo de homicidios que podrían ser catalogados o clasificados como cometidos por razones de género, pero no se tiene la recolección de información suficiente para poder caracterizarlos de esta manera”.
Al participar en la ponencia ¿Cómo medir los asesinatos de mujeres y niñas por razón de género de forma estandarizada? México estadístico para medir los feminicidios/femicidios del 3er Congreso sobre Violencias de Género. Evidencias y mejores prácticas de intervención en México, América Latina y el Caribe, el especialista señala que este es un esfuerzo que busca ayudar a entender qué se sabe sobre los homicidios de mujeres y niñas que ocurren en el mundo.
Precisa que el reporte global de la ONU se enfoca específicamente en aquellos homicidios intencionales que ocurren en lo que llama el ámbito del hogar, que es esta suma de los delitos cometidos por parejas y familiares, donde hay una desproporción en cuanto a las víctimas de este tipo de homicidios, pues mientras que para los hombres se registra el 12 por ciento de asesinatos ocurridos a manos de parejas íntimas o familiares, para las mujeres en realidad es el 55 por ciento.
“Cuando vemos los datos para América cambia un poco la proporción de mujeres que son víctimas de este tipo de homicidios, bajando un poco a 45 por ciento, pero aún así hay una enorme desproporción con respecto a cómo se da esta dinámica del homicidio intencional en los hombres, que sigue siendo de 12 por ciento”, insiste.
Comenta que el problema es que estos datos son los únicos que se pueden mostrar en el reporte y con los que se cuentan para la información del contexto, “en realidad tenemos por lo menos en esta figura 4 de 10 homicidios no se tiene información suficiente para poderla presentar como parte del reporte y es porque no tenemos otros datos u otros elementos que nos permitan identificar si ese homicidio ocurrió por motivaciones de género o basadas en género o no”.
Roberto Murguía Huerta indica que, por ahora, el reporte se enfocó únicamente en el perpetrador y la relación que existía entre víctima y él, pero podría haber muchos otros casos dentro de esos que no están caracterizados aún en donde haya estos elementos.
Menciona que, en 2022, 89 mil mujeres que fueron asesinadas intencionalmente en el mundo, esa es la estimación global, de esa cifra, hubo 48 mil 800 mujeres que fueron asesinadas por sus parejas íntimas o sus familias, esto quiere decir que al día más de 133 mujeres fueron asesinadas por este tipo de personas que tenían relación con ellas.
Afirma que este dato de por sí «es alarmante«, pero si se pone en el contexto del año pasado, porque este es segundo año que se publica este reporte, es todavía más crítico, dado que el año pasado eran 123 mil mujeres al día que eran asesinadas por este tipo de agresores, hoy tenemos todavía más víctimas.
El especialista del INEGI apunta que esto se da en un contexto bastante peculiar, porque después de la pandemia y después del pico de homicidios que se dio en 2021, en 2022 otros tipos de homicidios intencionales empezaron a bajar; sin embargo, el homicidio de mujeres y niñas no, en realidad el 2022 es el año en el que se tiene la cifra más alta registrada desde que estas agencias recolectan este tipo de información.
Destaca que si se ve la región de México y Centroamérica hubo una disminución de aproximadamente 10 por ciento, entre los datos de 2017 y 2022; sin embargo, hay que tener como perspectiva que los datos de parte de los países de esta región no pudieron ser actualizados en todos ellos para 2022, “en algunos nos quedamos con los datos del 2021”.
Roberto Murguía Huerta insiste en que no se cuenta con información suficiente para caracterizar todos los homicidios y eso es uno de los mayores retos a los que nos enfrentamos cuando queremos hacer este análisis.
Documenta que hoy se sabe cuántos de los homicidios intencionales de mujeres que ocurren en la esfera privada pueden catalogarse como cometidos por razones de género gracias a la relación entre la víctima y su agresor, pero en aquellos casos donde no se conoce la relación, o donde es otro tipo también hay elementos contextuales que permitirían identificar esta motivación por razón de género, y aquí es donde se tendría que poner el foco de atención.
Para ello, explica que se creó un marco estadístico para medir el homicidio de mujeres y niñas por razones de género, que en esta región se le llama feminicidio, sin importar cómo le llamamos en cada país la intención de este marco es encontrar los criterios, las variables y las categorías que permitan caracterizar cada uno de los homicidios.
Feminicidio una Visión Global
En su oportunidad, Saide Mobayed Vega, candidata a Doctorado en Sociología de la Universidad de Cambridge, investigadora y activista, participó con la ponencia: Feminicidio una Visión Global, ¿por qué el feminicidio es una discusión de carácter global y porque necesitamos su medición?, donde detalla que los datos son el único sistema que están empujando para que se mida el feminicidio, en los cuales participan organismos internacionales, gobiernos nacionales y sociedad civil, dentro de este ecosistema.
Explica que los organismos internacionales tienen un poco más de 10 años y en realidad el informe Asesinatos de mujeres y niñas por razones de género de la ONU, explora y hace un gran esfuerzo que lleva muchos años gestándose, “todo empezó en 2006 esta este estudio que es muy importante, donde Naciones Unidas dice: el feminicidio es una forma que esta sub registrada, necesitamos hacer algo para tener más datos”.
La activista señala que en 2012 la sociedad civil empujó el hecho de poner la mira el feminicidio y tener más datos de esta situación, por eso se empiezan a generar estas publicaciones, porque es un fenómeno de carácter global que requiere una medición.
“Después sale otro documento que es la clasificación internacional del crimen y aquí hay un esfuerzo de Naciones Unidas para conmensurar la diferencia este primer marco es importante, porque empieza a sentar el terreno para lo que eventualmente será la medición del feminicidio a nivel global”, recuerda.
Precisa que en 2015 ya se habla de casos de feminicidio, pero como parte del homicidio intencional, no como un crimen separado como lo que estamos buscando en este marco estandarizado y tenemos otro elemento muy importante que surge en 2015, y se empuja que la sociedad civil también empiece a generar datos de feminicidio.
Indica que Naciones Unidas empieza a generar reportes sobre la muerte violenta de mujeres por motivos de género, el primero se publica en noviembre 2018, pero por lo general dicen que es en 2019, y es la primera vez que se cuenta con un marco global que dice más o menos cómo está la situación del feminicidio a nivel global, pasa al reporte de 2021 que tiene un anexo metodológico importante, después el de 2022.
Saide Mobayed Vega menciona que es la sociedad civil la que se suma a la medición de feminicidio desde 1993 con Esther Chávez Cano, activista de derechos humanos, defensora, que luchó en contra de los feminicidios en Ciudad Juárez, Chihuahua, quien recolectó datos, con recortes de fuentes periodísticas y armando así su propia base de datos.
Ahora, añade, en 2023 hay casi 90 base de datos creadas por sociedad civil que documentan y miden el feminicidio a nivel mundial. Rastrear cómo se ha ido globalizando la necesidad por contar los casos feminicidio y cómo las tecnologías digitales les ha facilitado tener acceso a esta información y mapear, por ejemplo, hay muchas limitantes también, porque la fuente de información son las noticias, aunque se han creado observatorios que están produciendo datos de feminicidios a nivel nacional.
“Dar cuenta que esto es un ecosistema, porque hay más países que están reportando, donde hay muchos actores que están empujando la medición y que avanzan en la misma y la visibilizan, otras comparan los datos con las de organismos internacionales, sumado al interés de parte del Estado por mejorar su medición”, destaca.
La especialista asegura que el subregistro impide tener una mirada interseccional, sobre todo si se quiere incluir étnia, clase y otros datos de la violencia contra las mujeres, la medición sigue estando muy vinculada al homicidio por su pareja o por miembros de familia, si la tendencia ocurre así, porque no se cuenta con otra forma de medir, por ejemplo, los homicidios que suceden en el espacio público.
“Una muerte es una falla de la sociedad, se debe tener esa responsabilidad, pero los casos de feminicidios no son números, son los datos, y es una forma de representar el fenómeno, que puede ayudar para mejorar las políticas públicas de prevención”, resalta.