Tía Margarita gracias por tu contribución.
La sociedad de una nación no sólo esta constituida por varones, las mujeres también contribuyen a forjarla y a trasformarla, tal es el ejemplo de miles de mujeres que hoy son reconocidas como «desconocidas» en la columna de la independencia.
Entre algunas tenemos a Bárbara Rosas «La Griega», Rafaela Aguayo López de Rayón, Rosa la Patiño, Cecilia Bustamente e hijas, Ramona Jarquín y Pioquinta Bustamante. Cada una de ellas participa de manera activa para liberar a México del yugo Español.
Rafaela Aguayo López es michoacana y fue una madre ejemplar que enseño a sus hijos que la justicia es un valor por el que, si es necesario, hay que dar la vida, era la madre de uno de los grandes próceres de la nación Ignacio López Rayón.
Además, de otros cuatro varones que también destacaron por su valentía y arrojo en contra del ejército realista, sus nombres fueron Francisco, José María y Rafael Rayón López.
Durante una batalla contra las fuerzas Reales es aprendido Francisco y el jefe de la guarnición realista Matías Martín Aguirre le manda decir a Doña Rafaela que si influye para que el resto de sus hijos deponga las armas le perdonan la vida a Francisco.
Rafaela responde que prefiere ver a su hijo Francisco muerto que al resto de sus hijos traidores a la causa y Francisco es ejecutado.
Bárbara Rosas «La Griega» es originaria de Oaxaca, una mujer humilde que trabaja como empleada doméstica en la casa del Capitán Realista Don José Ximeno Varela.
Bárbara Rosas fue recluida por la causa insurgente en la cárcel de las recogidas, donde iban a parar las mujeres que haciendo caso omiso a las reglas sociales se tomaban la libertad de pensar y expresar lo que pensaban. Es por ello que al comentar que el Cura Hidalgo no causaba mal a nadie sólo a los gachupines es sometida a juicio y condenada a la cárcel.
Las miahuatecas oaxaqueñas Rosa la Patiño, Cecilia Bustamente e hijas, Ramona Jarquín y Pioquinta Bustamante se oponen a la leva del ejército realista y el 2 de octubre de 1811 asaltan el cuartel y liberan a sus maridos que han sido recluidos para servir al ejército de la Corona en contra del Insurgente.
Es tal el valor de estas mujeres que saltan las tapias del cuartel y se apoderan de las armas y hacen huir a los soldados realistas.
Estas insignes mujeres no tienen sus nombres escritos en letras de oro en ningún edificio público y pocas son las páginas que relatan los actos que contribuyeron a conformar el México que tenemos. Pero nos han heredado la soberanía, ciudadanía y el derecho de las mujeres a luchar por la transformación social.
2005/EC/SJ