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Alla Nazimova

Por Erika Cervantes.

En la sociedad la diferencia de ideas y preferencias es la justificación para pasar por encima de los derechos de las personas, cuando esta preferencia se mueve en el campo sexual el resultado es aún más contundente, durante la segunda guerra mundial esto justificó el exterminio de muchas personas por ser «raras».

Por su aspecto masculino y su sobrepeso, Alla Nazimova vivió desde su más tierna infancia esta marginación, los cuales le valieron los motes de barril y oso mientras estudiaba violín y piano en el Imperial Conservatorio Ruso.

Nació, el 4 de junio de 1879, con el nombre de Miriam Edez Adelaide Leventon, en el seno de una familia rusa acaudalada, donde los malos tratos del padre hicieron que la dieran en adopción a una familia judía rusa que migró a Suiza.

En esa familia la pequeña Miriam, más tarde Alla, aprende a tocar el violín pero la obligan a desempeñar duras tareas en el hogar, además de ser victima de violación por parte de uno de los hijos del matrimonio que la adoptó cuando apenas tenía siete años.

Pasado un tiempo su padre la reclama nuevamente, al ver sus habilidades musicales la lleva a vivir con él y su nueva mujer, quien la odiaba por su aspecto de masculino. Alla toma entonces clases de violín y piano en el Imperial Conservatorio, sin dejar de recibir el maltrato de su padre hasta su muerte.

SU INICIO EN LA ACTUACIÓN

Luego de cuatro años de estudios con Nemirovitch-Danchenko –interpretando a Chejov, Tolstoi y Shakespeare–, el gran maestro Constantin Sergeyevich, Stavnislasky, cuyo método revolucionó las artes escénicas, la tomó como alumna puliendo su talento como un diamante en bruto. Tiempo en que para sobrevivir y pagarse las clases, Alla tuvo que ejercer la prostitución.

El antisemitismo la relegó a pequeños papeles en la nueva compañía de Stanislavsky, a pesar de que era muy superior al resto de actrices y de actores, pues también hizo papeles masculinos.

Una noche que Alla, trabajaba en la calle se percató cómo varias mujeres lanzaban octavillas ilegales en fábricas y talleres, con consignas tan revolucionarias para la época como la mujer y el sufragio universal: conseguir que la mujer tenga los mismos derechos que el hombre.

Más tarde asistió a varios mítines que dieron mujeres años después legendarias, como Minna Gorbunova, economista y escritora; Elizaveta Fiódorovna, que con el alias de Inés Armand fue destacada dirigente del movimiento feminista y posterior miembro privilegiado, desde 1904, del Partido Socialdemócrata Ruso.

Emma Goldman, brillante periodista y oradora feminista y una anarquista de vanguardia, con la que intimaría, años después, en Nueva York; o Nadia Krúpskaya, pedagoga y auténtica autora de perlas que años después se anexionó su compañero Lenin, como esta: En Rusia no existe nada tan vil, infame y canallesco como la falta de derechos o la desigualdad jurídica de la mujer, supervivencia indignante de la servidumbre y de la Edad Media, el fusilamiento de sus libertades en todos los países del globo, sin excepción.

UNA PREFERENCIA SEXUAL DIFERENTE

Por esa época, Alla Nazimova se descubre lesbiana e inconsciente de que el lesbianismo no era un castigo divino, se inventa varios maridos, entre ellos Sergei Nasimoff, para justificar su nuevo y nada judío apellido. A partir de aquí se declara atea, aunque educada en la niñez en el cristianismo ortodoxo ruso, negando sus orígenes judíos.

Como la protagonista de una obra teatral, prohibida por la Rusia revolucionaria de 1905, va de gira por Berlín y al llegar a Londres la Nazimova seduce a la créme de la créme del teatro británico.

Frente a aquella multitud de, preferentemente damas sufragistas, de extracto social alto, que no entendían ni una sola palabra rusa, Alla sintió todo el peso de la soledad y se agrandó. Su rostro adquirió un tono purpúreo, que acentuaba el brillo de su óvalo endiosado, interpretando a Orleneff a través de mil registros, masculinos y femeninos y de una nube de lágrimas, que le permitía ver elevarse, lentamente, a toda la multitud que abarrotaba el teatro.

GRANDE ENTRE LAS GRANDES EN EU

Fascinadas por la beldad eslava, un grupo de actrices británicas hicieron una función benéfica para pagar el viaje a todo el grupo hacia Estados Unidos.

En este país les esperaba Emma Smith, seudónimo de Emma Goldman, anarquista y ruso-judía como Nazimova, quien hizo labores de traductora, relaciones públicas y recaudadora de fondos para mantenimiento de toda una troupe, alojándoles en tiendas de campaña en un campamento alquilado y reconstruyendo un establo lleno de ratas, cercano al Bowery, en un teatro.

Emma estaba entusiasmada y tenía grandes contactos en los periódicos neoyorquinos, convenció a muchos periodistas, incluso a grandes actrices de Broadway y a una legión de sufragistas, consiguiendo convertir a Alla Nazimova en una grande entre las grandes.

Alla se quedó en Nueva York donde firmó un contrato con un productor de teatro. Su actuación en Brodway, en 1906, le mereció muy buenas críticas.

Con su nueva fama, Alla se quedó en Estados Unidos y trabajó en distintos escenarios hasta 1916, año de su ingreso al cine mudo con la película War Brides, convirtiéndose en una de las actrices mejor pagadas de Metro. Más tarde formó una productora, realizó varios films que no tuvieron mucha aceptación del público, perdiendo más tarde grandes cantidades de dinero.

LA CENSURA

Las relaciones que Nazimova tuvo con la escritora Mercedes de Acosta, la actriz Eva Le Gallienne, la directora butch Dorothy Arzner y la sobrina de Oscar Wilde, Dolly, le dieron la reputación de «casanova». En Los Ángeles, hecha ya una estrella, Alla comenzó un círculo lésbico en el que impuso como guionista a June Mathis y como directora artística a la bailarina Natacha Rampova, ambas lesbianas.

En los años siguientes a su debut, hizo varias películas exitosas y ganó considerables sumas de dinero, lo que le permitió comprar una mansión en Sunset Boulevard, conocida como «Garden of Alla». En su época se rumoreaba que en las fiestas de Alla alcohol, drogas y orgías lésbicas eran frecuentes. Su nombre se asoció al comunismo y al lesbianismo al estar de acuerdo con la despenalización del aborto, el divorcio y la homosexualidad.

Su carrera comenzó a decaer por la formación de un grupo de censura para el cine en 1922, que creía que no debía haber inmoralidad o material indecoroso en la pantalla, sólo besos castos y personajes heterosexuales y crearon El Código para la producción de películas.

Este Código no sólo se aplicaba a las historias y leguaje en la pantalla, si no también a la vida privada de los actores y actrices; el uso de drogas, el adulterio, la promiscuidad sexual y en especial la homosexualidad. En Estados Unidos la represión contra el lesbianismo se acentuó a tal punto que encarcelaron a algunas actrices en plena actuación, como fue el caso de Helen Menken.

Alla rodó la película Afrodita, basada en una novela de Pierre Louys, donde se trataba abiertamente el amor lésbico y el sexo entre mujeres, nunca salió a la luz debido la censura que ordenó quemar los rollos.

Harta de ocultarse Alla viaja a París, donde reina una mayor libertad sexual y Mercedes De Acosta le presenta a Dolly Wilde, con la que estableció una relación duradera hasta el fin de sus días, interpretando pequeños papeles de anciana.

Luego de sobrevivir al cáncer de mama, muere el 13 de julio de 1945 de una trombosis arterial. La entierran en el cementerio de Forest Lawn, en la lápida sólo ponen NAZIMOVA, sin su nombre de pila. Alla nos hereda el derecho a tener una preferencia sexual diferente.

06/EC/CV

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