Poblana, en la que existió un interés no sólo por registrar su vida, sino también por dilucidar personajes o acontecimientos históricos que despertaban su curiosidad intelectual. Le fascinaba sumergirse en los orígenes de las cosas y de los hechos prohibidos u olvidados. Elena también renovó todos los géneros que tocó con su pluma: el teatro, el cuento, la novela, y que decir de su poesía, que con todo ello debe ser valorada como una magnífica escritora que ha creado verdaderas obras artísticas.
Que si fue espía o no, no es lo relevante, ya que quienes se acercaron a la figura de Elena Garro a través del escándalo de notas culturales o políticas, deberán ahora aproximarse a su obra y valorarla en su justa medida. Su talento literario innegable, la coloca como la escritora, dramaturga, guionista, pensadora, periodista, visionaria, activista y también poeta, que ha alcanzado más allá del concepto de ser patrimonio de México a ser patrimonio de la humanidad, tal como lo expresó Emmanuel Carballo.
Es autora de una obra perdurable, original y distinta. Distinta por su suavidad que llega a la cosa íntima, a la crítica del mundo en que vivimos. Su posición contestataria en contra del poder, su intenso activismo en defensa de los campesinos despojados de sus tierras, la turbulencia política del 68, y sus declaraciones temerarias, así como su interminable y tormentosa relación con Octavio Paz y su crítica acerba a la opresión de la mujer en la sociedad patriarcal, la posesionan como revolucionaria y contestataria.
En la segunda década del siglo pasado, irrumpe vertiginosamente un grupo de mujeres que rompe con los esquemas opresivos de la sociedad patriarcal: Carmen Mondragón conocida como Nahui Ollin, Lupe Marín, Lupe Vélez, Antonieta Rivas Mercado, Lupe Rivas Cacho, María Izquierdo, Nellie Campobello, María Asúnsolo, Clementina Otero, Isabella Corona, entre muchas otras, todas mujeres intelectuales que tienen una voz propia y no la ocultan ni la reprimen. Pintan, escriben, actúan, participan en la política, rompen esquemas y nutren intensamente la vida cultural y política de México.
Nahui Ollin escribió en esa época que: el cáncer de nuestra carne que oprime nuestro espíritu sin restarle fuerza, es el cáncer famoso con que nacemos -el estigma de mujer- ese microbio que nos roba vida, proviene de leyes prostituidas, de poderes legislativos, poderes religiosos, de poderes políticos que no ven a las mujeres como seres de carne y huesos como ellos.
Sara Sefchovich en la introducción a su libro Mujeres en espejo, no dudó en afirmar: El mundo mitológico, onírico y mexicanismo de Elena Garro la convierten en la mejor escritora mexicana. Su novela Los recuerdos del porvenir, es la gran obra de la guerra cristera, una visión del país y de su gente a partir del universo familiar y provinciano. Pero Garro no sólo mira a la revolución mexicana, sino que también recupera los mitos y las tradiciones de este país y los combina con la vida de hoy.
El talento, la creatividad de estas mujeres que destruyeron con sus acciones, con su obra y con su vida las reglas o códigos del imperio machista que habían encarcelado a la mujer en las labores domésticas, en la maternidad como único rol, o en el convento; han abierto el camino a otras más como Elena Garro. Recordemos lo que dijo María Izquierdo, cuya obra tampoco ocupa el lugar que se merece dentro de la plástica mexicana: «Es un delito nacer mujer. Es un delito aún mayor ser mujer y tener talento».
Elena Garro es controversial como la sociedad misma, pero es una figura de la vida cultural mexicana del siglo XX que defendió su libertad, su mundo franco, antisolemne, rebelde, sempiterna contra el poder, refugiada en la soledad, en el ostracismo. Elena demostró que la vida no se reduce a un principio, un medio y un fin. La existencia está llena de recovecos, de vueltas, saltos, repeticiones, detalles, de finales que parecen principios y de principios que parecen finales. Informante o no del gobierno mexicano no es lo relevante.
Conocer su obra sí lo es.
O6/LS/CV
* Legisladora mexicana.