Tiene siglas que lo definen. Como el SIDA. Pero no es una epidemia, aunque pareciera. Se trata de la ESCNNA: Explotación sexual comercial de niñas, niños y adolescentes.
Cuesta trabajo relacionar la palabra Infantil o Niñez a prostitución sexual, pornografía o turismo sexual. Pero en los hechos se relaciona. Y son caras de una misma moneda: la explotación sexual infantil. Una moneda que rueda sin que apenas se oiga su lamento. Una moneda que muchos consienten por acción u omisión, y no pocos hacen jugosos negocios.
La Declaración y Agenda para la Acción del Congreso Mundial contra la Explotación Sexual Comercial de la Niñez define esta explotación como el «abuso por parte del adulto, y remuneración en dinero o especie para el menor de edad o para una tercera persona o personas. La niña o el niño es tratado como objeto sexual y como mercancía».
No hay medias tintas a la hora de encasillar esta ilícita actividad: «la explotación sexual comercial de la niñez constituye una forma de coerción y violencia contra ésta, equivale a trabajo forzado y constituye una forma contemporánea de esclavitud».
No obstante, en muchos gobiernos y en muchas sociedades del mundo sí hay medias tintas a la hora de ponerle freno. No en el discurso, tal vez. Sí en los hechos.
De lo contrario cómo podemos explicar alrededor de 2 millones de niñas y niños padeciendo explotación sexual comercial. Y discúlpeme que no utilice las siglas. El afán de síntesis enmascara, sin querer, el horror de semejante concepto.
No es una novedad, me dirán algunos estudiosos de la historia. En la antigua Grecia y en la Roma imperial la pedofilia era algo usual.
Sí, diría yo, igual que la esclavitud, los coliseos y los cristianos como merienda de los leones. El pasado nunca debe ser excusa, pretexto o justificación.
Ahora las niñas y niños de nuestro planeta son considerados mercancías, se les trata como tales, y están sujetos, como cualquier otra mercancía en el mundo capitalista y globalizado, a la demanda del mercado. ¡Y vaya que hay demanda!
Parece que hay fecha y lugar para situar más o menos el inicio de esta tragedia.
Según ECPAT Internacional –una red de organizaciones que trabajan conjuntamente para eliminar la explotación sexual infantil en sus diferentes modalidades (prostitución, pornografía)– la prostitución infantil en Filipinas creció durante las décadas de 1970 y 1980.
Resulta que en la bahía de Olongapo, la base militar de Estados Unidos era utilizada con fines de entrenamiento y recreo. Ahí los marines actuaron con toda impunidad, porque se firmó un acuerdo para conceder inmunidad de procesamiento por cualquier delito que cometiera personal militar durante su estancia en Filipinas.
¿Y adivine quienes fueron las primeras víctimas? Por supuesto, las mujeres, las niñas y los niños.
No fue, claro, un caso aislado. ECPAT señala que destacamentos militares de otros países o de organismos internacionales devinieron en graves abusos en la década de 1990, lo mismo en Camboya, que en Mozambique, que en Kosovo.
Un informe preparado para las Naciones Unidas destacó que la llegada de tropas para el mantenimiento de la paz en países con conflictos armados estuvo asociada al rápido aumento de la prostitución infantil en 6 de los 12 países estudiados (www.ecpat.net).
Pero la explotación sexual infantil no está asociada sólo a los conflictos bélicos, momentos en que se pierden todas las fronteras de lo razonable, lo civilizado, lo humano. Actualmente uno de sus principales nichos es el turismo.
Desde hace algunos años se agregó un nuevo apellido a la palabra turismo. Junto con el turismo de playa, el turismo cultural, el turismo ecológico, el turismo de aventura, empezó a coexistir el turismo sexual. En voz baja, por supuesto, pero, al igual que las otras clases de turismo, dicen que cuenta con paquetes promocionales, publicidad y a su sombra crecen lucrativos negocios.
Ahí está Tailandia, por ejemplo. Y cuando el gobierno decidió combatir con más seriedad el asunto, los explotadores se trasladaron a Camboya, a Sri Lanka.
En América Latina figura en este mapa Costa Rica, que en Estados Unidos se anuncia como «una Tailandia más cercana». Sólo en 1999, este país recibió 5 mil turistas con la específica intención de sostener sexo con una niña o un niño.
* Periodista y feminista en Quintana Roo, México, integrante de la Red Internacional de Periodistas con Visión de Género.
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