En el mundo no será posible lograr un desarrollo agrícola y rural sostenible y seguridad alimentaria si los esfuerzos para lograrlo ignoran y excluyen a las mujeres, quienes constituyen más de la mitad de la población rural, señala la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO, por sus siglas en inglés).
Las mujeres también representan más de la mitad de la fuerza laboral y agrícola y son responsables de la mayor parte de la producción de alimentos de los hogares de los países de bajos ingresos y con déficit de alimentos, en tanto que en los países en desarrollo la agricultura es la principal fuente de trabajo de empleo para ellas.
En su documento Género, la clave para el desarrollo sostenible y la seguridad alimentaria. Plan de Acción sobre Género y Desarrollo (2002-2007), el organismo internacional detalla que es en los países de desarrollo donde aproximadamente dos terceras partes de la fuerza de trabajo femenina y, más del 90 por ciento en muchos países africanos, se ejerce en la agricultura.
Reconoce que las estrategias de desarrollo son más equitativas y resultan más efectivas y sostenibles, cuando tienen en cuenta las diferentes limitaciones, opciones, incentivos y necesidades de las mujeres y los hombres.
«Admitir que las mujeres y los hombres aportan capacidades y conocimientos valiosos y diferentes puede ayudar a elaborar políticas y programas que contribuyan significativamente al crecimiento económico y a los objetivos de equidad», dice el texto.
GÉNERO Y DESARROLLO
Desde 1975, año en el que se llevó a cabo la Primera Conferencia Mundial sobre la Mujer, en la Ciudad de México, los enfoques relativos a su problemática han cambiado considerablemente, describe el documento.
En un principio, las organizaciones para el desarrollo, incluida la FAO, definieron un enfoque llamado Mujer en el Desarrollo (MED), el cual hace hincapié en la necesidad de aplicar los recursos para el desarrollo a fin de mejorar las condiciones de las mujeres, por ejemplo con proyectos dirigidos específicamente a ellas.
Este enfoque permitió documentar la magnitud del aporte productivo de las mujeres y reconocer que ellas constituyen la columna vertebral del desarrollo. Sin embargo, se centraba únicamente en las mujeres como grupo homogéneo, ignorando la estructura básica de desigualdad en las relaciones entre mujeres y hombres, puntualiza el documento.
Por eso, el enfoque fue evolucionando hacia Género y Desarrollo (GYD), el cual está centrado en el análisis de las funciones y responsabilidades relativas de las mujeres y los hombres, en sus interrelaciones y oportunidades.
«Coloca el concepto de género y las desigualdades de poder entre mujeres y hombres en el centro mismo del análisis. No se limita a poner énfasis en las mujeres y los proyectos de mujeres, sino proporciona un marco para reexaminar todas las estructuras sociales, políticas y económicas, así como las políticas de desarrollo, desde una perspectiva de género», describe el texto.
OBJETIVOS ESTRATÉGICOS
Para poner en práctica este nuevo enfoque conceptual en la FAO y en otras organizaciones para el desarrollo, se impuso la incorporación de las cuestiones de género como método común para promover la igualdad entre los sexos.
La FAO fijó cuatro objetivos estratégicos a plazo medio para el Plan de Acción sobre Género y Desarrollo, para 2000-2015: Acceso a una alimentación suficiente, sana y nutritiva; acceso a los recursos naturales y a los servicios de apoyo a la agricultura, así como al control sobre ellos y su gestión.
También los procesos de formulación de políticas y de toma de decisiones a todos los niveles en el sector rural y agrícola, y las oportunidades de empleo dentro y fuera de las explotaciones agrícolas en las zonas rurales.
A decir del organismo internacional, la aplicación del enfoque de GYD, recomendada en el nuevo Plan de Acción de la FAO, debe tener en cuenta las distintas tendencias mundiales, que en los años venideros tendrán un impacto considerable sobre los papeles y las relaciones de mujeres y hombres respecto de la agricultura y la seguridad alimentaria.
En este sentido, señala que con la eliminación de los controles Estatales sobre el comercio y las inversiones, países de todo el mundo han experimentado una fuerte expansión de los mercados y la comercialización de muchos aspectos de la vida. «Algunos países y regiones se han beneficiado del rápido crecimiento, mientras que otros han sufrido una creciente desigualdad y marginación», dice.
Esto se explica porque la globalización tiende a favorecer la agricultura comercial a gran escala en detrimento de la producción de subsistencia. Las y los pequeños agricultores de los países de bajos ingresos y con déficit de alimentos se han visto afectados por la competencia de las importaciones y una reducción de los recursos destinados al desarrollo agrícola.
Y la mayoría de estos pequeños agricultores son mujeres, que de por sí ya tienen un acceso limitado a los recursos, los mercados, la capacitación y la toma de decisiones, afirma el texto.
08/GT/GG