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Cuando los peores «derechazos» vienen de la izquierda

Por Olivia Velázquez Torres*

Sucedió otra vez, lo peor es que no me sorprende; ¿cuántas veces en consulta escuché esas historias? Sí, historias de violencia hacia mujeres. Eso, por supuesto, es terrible, pero lo peor de lo peor para mi militancia política fue escuchar las historias en donde el agresor era un «compa», un hombre con el que se suponía «estábamos en el mismo barco», abajo y a la izquierda. Sí, pero también ahí en esquinas opuestas.

Muchos de esos casos eran de dominio público, sin embargo «no tenía nada que ver» que el «compa» maltratara a su esposa, le pegara a sus hijas, no pasara pensión alimenticia, hostigara a sus compañeras de trabajo o de lucha e incluso las violara. «No tenía nada que ver» porque era un líder, un hombre «comprometido» con la causa, un luchador social, un revolucionario; la vida privada queda ahí, en lo oscurito, «no tiene nada que ver».

En un debate feminista en el que participé recientemente, surgió la cuestión acerca de los desencuentros de feministas con la izquierda, y éste es uno de ellos, «eso no tiene nada que ver».

Nada se dice de esas historias bien conocidas por muchos, por muchas, por todos. Hablar de eso desprestigia al movimiento: «compañeras (ahí sí, compañeras), no le echen tierra, la ropa sucia se lava en casa», pero lo peor de lo peor de lo peor es que nunca se lavaba, la ropa sucia se escondía.

Sucedió otra vez, un «compa» reconocido por su «compromiso político» y con años de trabajo a favor de los derechos, violó a una mujer. Cuando se lo comenté a algunas personas cercanas al movimiento la pregunta primera fue ¿y será cierto?, ¿y si ella está mintiendo?, ¿ y si ella quería?, ¿y si sólo lo dice por #$%selo?, ¿y si….?

Y me pregunto: ¿y si por principio le creemos a ella sin dudar?, ¿y si por primera vez pensamos que «sí tiene que ver» la historia personal con el trabajo político?, ¿y si pensamos que lo privado sí tiene que ver con lo público?

Después de esta primera denuncia, surgieron más voces acusándolo, más mujeres violentadas, hostigadas y abusadas. Y, vuelvo a decir, sí se vale. Lo peor de lo peor de lo peor de lo peor, es que se oyen otras voces conocidas diciendo «ya lo habíamos oído, lo sabíamos, ya me lo habían dicho, pero…», silencio cómplice.

Pero no basta, lo peor de lo peor, bueno, lo muy malo, pues, otras voces se oyen cuestionando: «¿y por qué no lo dijeron antes?, también ellas tienen la culpa por no hablar, ora sí, quieren hacer leña del árbol caído». Es decir, estas voces enjuician y culpan a las víctimas y no al agresor.

Esos son los subterfugios del sistema neoliberal y, como decimos por estas tierras, tras no basta y, todavía, también patriarcal. Este sistema de silencios cómplices, de discriminación y violencia hacia las mujeres, de alianzas ruinosas, de solidaridad del género masculino, en donde lo personal no tiene nada que ver con lo político, en donde bien decía alguien, con respecto a las demandas de las mujeres, los peores «derechazos» vienen de la izquierda.

Como feminista no puedo dejar de advertir que estas historias se repetirán una y otra y otra vez, mientras el trabajo que hacemos, las luchas que abanderamos, las causas que perseguimos no las construyamos desde una perspectiva de género.

Y por último, cuando compartía estas reflexiones, alguien me preguntó, con ese tonito bien conocido entre burla y desdén, y qué ¿ustedes son perfectas?, sin dudarlo le respondí: somos feministas.

Nota final bien aclaratoria: Y sí, el «compa» es Onésimo Hidalgo Domínguez, Y por aquello de la pregunta ¿y será cierto?, pregúntenselo a CIEPAC, a quienes manifiesto de manera personal y como colectivo el más profundo respeto y reconocimiento por no continuar la cadena que pareciera irrompible de silencios cómplices y de anuencias enmascaradas, enfrentando las consecuencias de actuar congruentemente entre el discurso y la práctica, entre lo personal y lo político, abonando con su posicionamiento a la construcción de una sociedad justa, igualitaria y democrática.

* Psicóloga del Colectivo Feminista Mercedes Olivera y Bustamante, AC, con sede en San Cristóbal de Las Casas, Chiapas.

08/OVT/GG

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